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Diez. Las guerreras Kyoshi.

—No tienes idea de a donde vamos, ¿O sí? —pregunto Sokka.

Estábamos volando en medio de la nada, sin hacer nada. Lo único entretenido que podía hacer en esos momentos era ver como Katara cosía el pantalón de Sokka, esperaba que se apurara, era un poco incomodo verlo en ropa interior.

—Bueno, sé que está cerca del agua. —dijo Aang.

—Entonces estamos cerca. —dije mirando a mi alrededor kilómetros y kilómetros de puro azul.

—Oye, Lin. —me llamo Aang. —Mira este truco de aire control. —

Voltee a verlo, tenía dos canicas en las manos y las comenzó a girar en el aire.

—Wow, Aang. —dije y sonrió entusiasmado. —Tienes que enseñarme ese truco. ¿Lo viste Katara? —

—Déjenla, no deben hablarles cuando están cosiendo. —dijo Sokka.

—¿Qué quieres decir con eso? —pregunté

con el ceño fruncido.

—Si ¿Qué quieres decir? —preguntó Katara también con el ceño fruncido.

—Simple, las niñas son mejores arreglando cosas que los chicos. —dijo con desinterés. —Y los chicos son mejores cazando y peleando, es el orden natural de las cosas. —

—Ya terminé tus pantalones. —dijo enojada Katara, el pantalón de Sokka todavía tenía un hoyo. —Y mira que buen trabajo hice. —le arrojo los pantalones a la cara.

—Buen trabajo, Katara. —la felicité.

—Espera. —dijo Sokka metiendo el brazo por el hoyo del pantalón. —Solo bromeaba, no puedo usar esto, Katara por favor. —

—Cálmate, Sokka, no los necesitaras en el lugar a donde vamos. —dijo Aang yendo más rápido.

A las pocas horas ya habíamos aterrizado en una isla.

—Ya hicimos una parada ayer, ¿No deberíamos viajar más antes de acampar? —pregunté.

—Lin tiene razón, si seguimos así, no llegaremos al Polo Norte antes de la primavera. —dijo Katara.

—Pero Appa ya está cansado, ¿Verdad, amigo? —Appa no hizo nada. —Dije~ ¿Verdad, amigo. —le dio un ligero codazo y esta vez Appa soltó un bostezo.

—Uy, si claro, realmente convincente. —dijo Sokka con sarcasmo. —Aun así es muy difícil discutir con un bisonte mágico de diez tonelada. —

—Cierto, cierto. —asentí.

—Miren. —dijo Aang apuntando hacia el agua.

Diferentes elefantes koi comenzaron a saltar en el agua.

—Por eso estamos aquí. —dijo Aang mientras comenzaba a quitarse la ropa hasta quedar en la interior, no pude evitar sonrojarme al verlo. —Son elefantes koi, iré a montarlos. Lin tienes que verme. —

Salió corriendo y se lanzó al agua, no sin antes gritar que el agua estaba fría. Mire como nado y se subió al pez koi y comenzó a montarlo. Sonreí entusiasmada.

Aang me saludo y yo le salude devuelta con una sonrisa.

—¡Vamos, Aang! —le grité. Volteé a ver a los hermanos y les dije: —Lo hace bastante bien. —

—¿Bromeas? El pez hace todo el trabajo. —dijo Sokka.

De repente escuchamos como se caían un par de ramas y Appa comenzaba a abrir la boca para comerlas.

—¡No, Appa! —dije corriendo hacia el junto con Katara. —¡No comas eso! —

Le comenzamos a quitar unas hojas que se miraban muy raras.

—Vamos, Appa suéltalas. —dijo Katara mientras las dos intentábamos sacárselas de la boca.

—Te van a hace daño si te las comes. —le dije.

Estábamos jalando tan fuerte que cuando abrió la boca para soltarlas caímos de espaldas.

—Auch…—dije sobándome el trasero. —Lo hiciste a propósito, ¿Verdad? —solo soltó un gruñido, parecía que estaba riéndose de nosotras.

—¡Hay algo en el agua! —escuchamos a lo lejos el grito de Sokka.

Salimos corriendo otra vez en dirección a la costa.

—¿Qué pasa? —pregunté agitada.

Parecía que algo malo estaba pasando porque hasta Momo se miraba exaltado.

—Aang está en problemas. ¡Aang, sal del agua! —gritó Sokka.

—¡Aang, sal del agua! —

—¡Sal de ahí! —comenzamos a gritar y saltar para llamar su atención.

Hasta Momo parecía ayuda mientras soltaba chillidos.

Estuvimos grite y grite hasta que nos vio, pero pareció entender porque solo nos saludó. Algo se llevó al pez koi en donde estaba montado haciendo que el saliera volando y cayera al agua. Desde lo lejos pudimos ver una enorme aleta negra, mucho más grande que la de los koi salir del agua. Aang se dio cuenta, al fin, de lo que pasaba y salió corriendo a toda velocidad. Iba tan fuerte que no pudo frenar y choco con Sokka mandándolos unos metros hacia atrás.

—¿Quera esa cosa? —preguntó Katara.

—No lo sé. —dijo Aang poniéndose la ropa.

—No nos quedaremos para averiguarlo. —dijo Sokka mientras se ponía de pie y se sacudía. —Es hora de partir. —

De repente de los árboles saltaron, un montón de chicas maquilladas con trajes largos verdes y abanicos, y nos comenzaron a atacar. Intente resistirme, golpeando en sus puntos de presión a la que quería agarrarme, cayó al suelo. Estaba tan concentrada en ella que no me di cuenta de que otra chica por detrás me tapaba los ojos con algo, me amarraba los brazos y las manos. Me tiraron al piso boca abajo.

—Está bien, podemos quedarnos un momento. —escuche decir a Sokka.

Sentí como me levantaban y me comenzaban a jalar hacia no sé qué parte pero no estaba tan alejado de donde estábamos, o al menos eso sentí. Cuando llegamos a nuestro destino nos ataron junto en un poste, ¿Creo?

—Ustedes cuatro nos deben una explicación. —escuche una voz masculina como de anciano.

—Y si no responde todas nuestras preguntas los lanzaremos de vuelta al agua junto con el Unagi. —dijo esta vez una voz femenina.

—¡Déjense ver cobardes! —grito Sokka.

De repente sentí como quitaban lo quesea que tenia de mis ojos. La luz me deslumbro, tuve que parpadear varias veces para poder ver bien. Cuando mis ojos se adaptaron, pude ver a un grupo de chicas frente a mí, un señor mayor vestido de azul y detrás de ellos lo que parecía todo el pueblo que vivía ahí.

—¿Quién eres tú? ¿Dónde están los hombres que nos emboscaron? —dijo Sokka.

Rodé los ojos, como podía ser tan idiota, era obvio que ellas habían sido las que nos había emboscado.

—No fueron hombre, nosotras te emboscamos—dijo la que parecía la líder. —Ahora dinos, ¿Quiénes son? ¿Qué hacen aquí? ¿Y cómo hiciste para que mi compañera no pudiera seguir peleando? —dijo lo último mirándome a mí.

Todos me miraron.

Sonreí inocente.

—Un momento no puede ser que un grupo de chicas nos atrapara. —dijo Sokka con una sonrisa de lado.

La líder se acercó enojada a él y lo agarro de la ropa.

—¿Un grupo de chicas? Eh. —dijo ella jalándolo. —El Unagi comerá muy bien esta noche. —

—No lo lastime. —dijo Katara. —El no quiso decir eso, mi hermano es un idiota a veces. —

—Es mi culpa. —dijo Aang de repente y lo volteamos a ver. —Sentimos haber venido aquí, solo quería montar al elefante Koi. —

—Como sabemos que no son espías de la Nación del Fuego. —dijo el señor. —Kyoshi se apartó de la guerra hace tiempo y pretendemos permanecer así. —

—¿Esta isla lleva el nombre de Kyoshi? Conozco a Kyoshi. —dijo Aang.

—Y yo al Ānníng Yu. —dije.

No sé cómo sabia el nombre, solo sé que lo sabía.

—Ja, ¿Cómo podrían conocerlos? El avatar Kyoshi y el Ānníng Yu nacieron hace cuatrocientos años atrás, llevan siglos muertos. —

—Los conocemos porque yo soy el Avatar. —

—Y yo soy la Ānníng. —

—Eso es imposible, los últimos Avatar y Ānníng, eran un maestro aire y un maestro agua que desaparecieron hace miles de años. —dijo la guerrera.

—Esos somos nosotros. —dijo Aang entusiasmado.

—Lancen a los impostores al Unagi. —dijo el jefe.

—Bien. —dijo la líder de las guerreras Kyoshi.

Las guerreras sacaron unos abanicos y comenzaron a rodearnos.

—Aang. —lo llame. —Haz algo de aire control. —

Asintió y se impulsó con su aire control hacia arriba, haciendo que volara unos cuantos metros. Todos los habitantes del pueblo, el jefe y las guerreras Kyoshi quedaron impresionados.

—Es verdad. —dijo impresionado el jefe. —Tu eres el Avatar. —

—Y tú eres la Ānníng, ¿Cómo no me di cuenta antes? Solo miren sus ojos. —dijo la guerrera Kyoshi mientras me miraba.

—Ahora…miren esto. —dijo Aang haciendo el truco de aire control con las canicas.

Todos los habitantes del pueblo comenzaron a vitorearlo.

Nos desataron y se presentaron.

El pueblo era dirigido por el jefe Oyaji y la líder de las guerreras se presentó como Suki. Oyaji nos brindó una habitación para descansar y al siguiente día nos despertaron con un desayunos lleno de postres.

—Excelente, pastelillos de desayuno. —dijo Aang mientras tomaba dos pastelillos. —Esta gente sí que sabe tratar a un Avatar y a un Ānníng. —

Yo por mi parte tome unos cuantos dulces que se miraban y eran deliciosos. Todos estábamos comiendo muy a gusto, bueno, todos menos Sokka, él estaba alejado de nosotros y con cara de amargado.

—¿Sokka cuál es tu problema? Come. —dijo Aang.

—No tengo hambre. —dijo el enojado.

—Pero tú siempre tienes hambre. —

—Está enojado porque un grupo de chicas le dio una paliza ayer. —dije.

—Estaba desprevenido. —replicó.

—Cierto. —dijo Katara viéndolo. —Y luego te dieron una paliza. —

—Los ataques por la espalda no valen. —dijo Sokka mientras se ponía de pie. —Amarrarme con cuerdas. —comenzó a caminar hacia la salida. —Les mostrare un par de cosas. —se detuvo de repente camino hacia nosotros. —¡Ninguna chica me asusta! Quiénes se creen que son. —tomo algunos pastelillos y se fue.

—¿Por qué está enojado? —preguntó Aang. —Aquí es fantástico, nos tratan como reyes. —

—Aang no te acostumbres tanto, es arriesgado que nos quedemos en un lugar por mucho tiempo. —dijo Katara.

Asentí estando de acuerdo.

—Estaremos bien. —dijo el. —Además viste lo felices que los hacemos Lin y yo, incluso limpian esas estatuas en nuestro honor. —

—¿Cómo que estas muy emocionado? Ya ni yo que soy la Ānníng. —dije. —Espero que todo esto no se te suba a la cabeza. —

—Vamos, chicas ustedes me conocen, solo soy un simple monje. —dijo mientras se asomaba por la ventana.

Desde mi lugar pude escuchar los gritos de la niñas y como Aang les sonreía.

Para que mentir me sentí rara, como celosa, pero apenas lo conozco. ¿Tendrá que ver con lo de las almas gemelas?

Katara y yo nos habíamos dedicado a recolectar víveres para nuestro viaje, la verdad me gustaba pasar tiempo con ella, era un poco mandona a veces pero sabía que en ella podía encontrar una amiga.

En este momento me encontraba en el mercado recolectando lo que nos faltaba en lo que Katara acomodaba todo en la habitación que nos habían dado. Estaba concentrada metiendo todo en una canasta hasta que siento que alguien me tocaba el hombro. Era Aang.

—Oh, que bueno que te veo, ¿Me puedes ayudar a llevar esto a la habitación? Es que está un poco pesado. —dije.

—Ahora no puedo. —dijo el.

—¿Cómo que no puedes? —

—Les prometí a las niñas que tomaríamos un paseo con Appa. Ven con nosotros, será divertido. —

—Verte presumiendo delante de ellas, no suena muy divertido que digamos. —dije tomando más cosas y metiéndolas en la canasta.

—Bueno, tampoco es cargar una canasta. —

—¡No es mi canasta! Son provisiones para cuando nos tengamos que ir, Katara dijo que nos iríamos pronto. —

—No quiero irme de Kyoshi todavía. —dijo el. —No sé qué es realmente pero hay algo que me gusta de este lugar. —

Detrás de él, las niñas comenzaron a reírse.

—¡Porque te demoras tanto, Aangie! —gritó una de las niñas.

—¿Aangie? —pregunté.

—¡Solo un minuto, Coco! —grito él.

—Pensé que ser el Avatar no se te subiría a la cabeza, ¿Qué paso con eso de ser un simple monje? —dije. —Yo soy la Ānníng y no me vez rodeada de niños. —

En ese momento paso un grupo de chicos que me guiñaron el ojo. Me sonroje.

Aang los miro mal.

—¿Sabes lo que creo? No quieres venir porque estas celosa. —

—¿Celosa? ¿De qué debería estar celosa? —

—De que nos estamos divirtiendo mucho sin ti. —

—Ja, ridículo. —dije.

—Es ridículo, pero lo comprendo. —

Lo mire enojada.

En ese momento un chico se me acerco.

—Oye, ¿No quieres que te ayude con eso? Se ve muy pesado. —

—Claro. —le sonreí. —Muchas gracias por tu ayuda. —

Aang se puso rojo y lo miro mal.

—Ya te puedes ir a divertir con las niñas, Aangie~. —le dije adiós con la mano y comencé a caminar junto al muchacho.

—¿Pero, Lin? —me paro Aang.

—Aang, es de mala educación dejar a una chica esperando y mucho más si son un grupo. Adiós. —me fui junto con el chico de ahí.

El chico que después supe que se llamaba Jian, me ayudo a llevar la canasta hasta la habitación, le agradecí y se fue, no sin antes decir que era muy bonita. No pude evitar sonrojarme.

Le había propuesto a Katara enseñarle lo básico del agua control, así que estábamos sentadas en la habitación, una enfrente de la otra con cuencos llenos de agua. Le indique cuales era los movimientos de muñeca y como tenía que mover los brazos. La verdad lo estaba haciendo muy bien.

En ese momento entro Aang, decidí mostrarme indiferente.

—Lin ¿Recuerdas como casi me atrapa el Unagi ayer? —me preguntó.

—Si. —

—Bueno, iré a montarlo ahora y será muy peligroso. —

—Que te vaya bien. —

—No me detendrás. —

—No. Diviértete. —

—Lo hare. —replicó.

—Genial. —dije comenzando a enojarme.

—Eh, chicos creo que…—comenzó Katara pero ninguno le hizo caso.

—Se que es genial. —

—Me alegro de que sepas. —

—Me alegro de que te alegre. —

—Bien. —dije ya enojada.

—¡Perfecto! —grito y se fue.

Solté un suspiro triste.

—¿No vas a ir? —me preguntó Katara.

—¿Crees que sea buena idea? —

—Creo sí. —

—Está bien, ¿Quieres venir? —

Asintió. Nos pusimos de pie y comenzamos a camina hacia la playa. Pudimos ver como las niñas se iban y dejaban solo a Aang en el agua.

—Vinieron. —dijo alegre.

—Queríamos asegurarnos de que estuvieras bien. —dije. —Estaba preocupada. —

—Pero hace rato actuaste como si no te importara. —

—Si, lo sé y lo siento. —

—Yo también. Deje toda la atención se me subiera a la cabeza, he sido un bobo. —

—Bueno, ya que hicieron las pases y estamos todos felices deberías de salir de ahí antes de que te de algo, ¡Gran bobo! —dijo Katara.

Aang sonrió y comenzó a nadar a la orilla.

De repente el Unagi apareció por debajo de Aang. El animal salió a la superficie y Aang quedo en su espalda. No podía creer lo que veía, el Unagi era una serpiente de mar gigante que lanzaba agua por la boca. El monstruo quiso morder a Aang pero este logro quitarse de su camino y se quedó colgando de uno de sus bigotes, la bestia gigante comenzó a moverse para desearse de Aang haciendo que este saliera volando y quedara flotando inconsciente en el agua. Katara se iba a lanzar al agua pero yo me adelante, hice una tabla de hielo y me impulse para llegar hasta el, lo cargue como pude y nos impuse hacia la playa. El Unagi me vio y comenzó a nadar más rápido en nuestra dirección en poco tiempo el Unagi nos había alcanzado, lanzándonos un chorro de agua y nos había estrellado en las rocas que estaban fuera de su alcance.

Katara corrió hacia nosotros.

El Unagi nos iba a atacar otra vez pero algo lo distrajo.

Katara y yo nos asomamos por encimas de las rocas y vimos un barco de la nación del fuego.

—Zuko. —susurró Katara.

—¿Quién? —

—Es el tipo que te dijimos que quiere atraparlos a Aang y a ti. El hijo del Señor del Fuego. —

Con que es él.

Katara y yo, junto a un inconsciente Aang nos escondimos detrás de una roca para no ser vistos.

—Quiero al Avatar y la Ānníng vivos. —escuché.

Nos relajamos cuando se fueron.

—Vamos Aang, despierta. —dije.

Entre Katara y yo lo acostamos, y yo con mi agua control saque el agua que lo estaba ahogando.

Comenzó a toser.

—Chicas. —dijo cuando lo abrace. —No montes al Unagi, no es divertido. —

Sonreí.

Cuando Aang estuvo mejor, le dijimos lo que pasaba y salimos corriendo hacia el pueblo. Cuando llegamos pudimos ver a las guerreras Kyoshi tiradas en el suelo junto con un Sokka vestido de mujer. Tuve que aguantarme la risa.

Aang se enfrentó con el que parecía ser Zuko, era un adolescente en una armadura de la Nación del Fuego, tenía el pelo en una coleta y tenía una gran cicatriz en el ojo izquierdo.

En lo que yo ayudaba con los soldados que quedaban y Katara ayudaba a las personas. Al terminar con los soldados ayude a Aang con Zuko. Lo lace con una ráfaga de aire y le congele los pies.

—La Ānníng. —susurró mientras se descongelaba.

Antes de que se me acercara, Aang lo lazo con una ráfaga de aire. Y nos fuimos de ahí para encontrarnos con Katara.

—Mira lo que le paso a este lugar por mi culpa, nos hubiéramos ido cuando dijeron. —

—No es tu culpa, Aang. —dije poniendo mi mano en su hombro. —Yo tampoco quiero irme y dejar todo así. —

—Creo que es mejor que nos vayamos, si nos vamos ellos nos seguirán dejarán en paz a este pueblo. —dijo Katara. —Es triste escapar pero es la única salida. —

—Llamare a Appa. —dijo triste Aang.

Nos subimos a Appa en lo que las guerreras Kyoshi distraían a los soldados. Salimos volando.

—Se que es difícil pero hicieron lo correcto, Zuko hubiera quemado todo el pueblo si nos hubiéramos quedado. —dijo Katara.

—Hay unca cosa más que puedo hacer. —dije decidida.

—¿De qué hablas? —me preguntaron.

—Aang, no muevas a Appa. —dije.

Me pare, inhale y exhale.

Con un movimiento de manos una gran bola de agua salió del mar bajo nuestros pies, la dirigí hacia el pueblo y la esparcí como lluvia para poder apagar la llamas que estaban consumiéndolo.

—Wow. —dijo Sokka.

Los chicos me miraron sorprendidos.

—Bueno, ahora sabemos que estarán mejor. —dijo Katara.

—Eres asombrosa. —dijo Aang dándome una sonrisa.

Me sonroje y mire hacia otro lado.