Después de oír su solicitud, Sei casi accede de inmediato. Pero luego de recordar la situación en la que se encontraba Davi, decidió rechazarla.
—Estás herida —le dijo.
—Está bien. No estaba pensando en salir a ningún nado, solo pasa las horas que te quedan conmigo. Hagamos una maratón de películas. ¿Es aceptable? —Los ojos de Davi se volvieron aún más adorables cuando tenía las palmas juntas, rogándole como una niña pequeña que le pide a su padre el poni que había estado deseando toda su vida. Su forma de pedirlo era un arma mortal que podría volver insensato a cualquier persona y hacer que accediera a lo que fuera que deseara.
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