Aún de rodillas frente a la niña, su padre le habló gentilmente.
—Escucha, cariño, comprendemos cómo te sientes. Quiera que todos sobrevivamos, así que trabajaste muy duro, día y noche, para crear esto. Pero no podemos sacrificar a miles, o incluso millones, de personas sólo por nuestra supervivencia. No te preocupes, ¿está bien? Yo soy tu padre. Mi trabajo es protegerte. Así que pensaré en una manera de salir de esto. Lo prometo —dijo y le besó suavemente la frente.
Esa noche, la pareja comenzó a crear un nuevo plan. Pensando que su hija estaba dormida, comenzaron a hablar sobre lo que deberían hacer. Ambos sabían que tenían que destruir el experimento de su hija, porque era algo que el mundo no debía descubrir nunca, a cualquier precio.
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