Ryou estaba anonadado. Nunca había esperado que Davi dijera algo así. Estaba completamente atónito, viendo la feroz y completamente seria mirada en sus ojos. Ella era una persona totalmente diferente a la delicada jovencita que había conocido hace cinco años.
—Señorita... Eh... De verdad... ¿Quiere un arma? —preguntó Ryou. Quería pensar que ella sólo estaba bromeando, pero la mirada en sus ojos le decía lo contrario.
—Sí, dámela —repitió ella y su mirada seguía clavada en Sei.
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