—¿Por qué? —Preguntó Lith con un gemido adolorido.
—Porque todavía tienes 19 años. Eres joven y pequeño. Un Fénix adulto siempre alcanza al menos los 30 metros y también los Dragones. —Ella respondió.
—Entonces definitivamente debo ir a esas ruinas. ¡Incluso un solo lingote de Admantita puede marcar la diferencia y necesito cientos de ellos! —Dijo Lith con frustración.
—Buena suerte. Estaré esperando tanto las buenas noticias como tu llegada. Adiós. —Salaark colgó la llamada con una gran sonrisa en su rostro.
‹Dioses, aún no he encontrado un solo Dragón que no pueda manejar como un violín. Su lógica y cálculos sobre riesgos y recompensas los hace tan fácilmente predecibles, mientras que un Fénix es más emocional pero también menos directo en su forma de pensar.› Ella pensó.
—Si es un consuelo, hice algo similar cuando tenía cincuenta años. —Lenanna habló ahora con su propia voz después de que se había ido Salaark— No está tan mal y no se sabe qué puedes encontrar.
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