El municipio de la fortaleza era una especie de testamento, como si su altura y posición estratégica, en el centro exacto de la fortaleza, le indicara a la gente que lo abarcaba todo. Con más de veinte metros de altura, una base de piedra sólida y una construcción majestuosa similar a las sagradas pagodas, daba la impresión de que se mantendría intacta para siempre. Sin embargo, pasada la medianoche, la muralla Sur del cuarto piso exploto. Junto a los trozos de madera, piedra y concreto que habían salido despedidos por los aires, generando una parábola, también iba un cuerpo delgado cubierto por una capucha raída.
El cuerpo viajo más de cincuenta metros en el aire y cayó sobre los adoquines. No obstante, a pesar de que el cuerpo cayó con violencia, rebotando varias veces y deteniéndose a setenta metros del municipio, se levantó. Por supuesto, tenía secuelas de la caída. Comenzó a tambalearse y a escupir bocanadas de sangre. Sin embargo, si hubiera sido una persona normal, ya hubiera muerto. Pero como era alguien que tenía lo que llaman los civiles "el milagro del chakra", siguió moviéndose.
Al mismo tiempo, desde lo alto del municipio, salió un pequeño cuerpo flotando en el aire. Con la oscuridad era solo una sombra más. Sin embargo, diferente del primer cuerpo, este levito, viajando todo el camino y descendiendo con la suavidad de una pluma.
El pequeño cuerpo (considerando que pertenecía a un adulto), medía 1,3 metros de estatura, de cejas gruesas, ojos orgullosos y gran nariz con cuatro lunares de carne. Tenía la apariencia de cualquier shinobi de Iwakure (bandana en la frente con un signo similar a dos cuadrados unidos desde las esquinas). Sin embargo, su poder produjo cierto miedo en Hiruzen.
-¿Quién eres shinobi?- pregunto el shinobi de Iwa, mientras las campanas de alarma se encendían y se oía el trote de los shinobis que venían desde el distrito militar.
Hiruzen, escondido debajo de la capucha raída, jadeaba con dificultad mientras saboreaba su propia sangre. Su vista se movió entre el pequeño shinobi que tenía en frente, a unos cinco metros, y las antorchas que se dirigían a su ubicación. Esto pinta mal, pensó. Tomo una profunda respiración y enderezo su espalda. Miró al shinobi de Iwa y al mismo tiempo, dirigió sus manos a la mochila que llevaba en la espalda, a la altura de la cintura.
El pequeño shinobi frente a Hiruzen sonrió y dijo -parece que te vas a guardar tu nombre. Bueno, da lo mismo, de todos modos, te iba a matar-
Hiruzen le lanzó un kunai explosivo y el shinobi realizo una seguidilla de sellos, golpeo el suelo y levantó una muralla de piedra. Al mismo tiempo, el kunai choco, exploto y Hiruzen salió corriendo hacia la derecha.
-¡Que no escape!- grito el pequeño shinobi al oír las pisadas
Al instante siguiente, saltaron veinte shinobis desde los techos de los galpones, otros vinieron del sector norte y bloquearon todo el camino. Hiruzen detuvo su huida, con una clara expresión de asombro. Nunca espero que esta gente reaccionara tan rápido. Ahora solo le quedaba retroceder y ver si podía huir por la puerta Sur.
-Mal por ti, shinobi- dijo el pequeño shinobi Iwa saliendo de la cobertura de la muralla de roca
-Onoki-sama- grito un shinobi que venía corriendo desde el municipio
-¿Qué sucede?- pregunto el pequeño shinobi, llamado Onoki
-Faltan "esos documentos", "faltan esos documentos"- grito el shinobi mientras corría, con una clara expresión de preocupación. Sin embargo, fuera de ser socorrido por Onoki, él saltó en el aire y lo intercepto con una patada en la cara que lo lanzó al suelo.
-¡Inútil!- grito Onoki furioso. Después se dio la vuelta y miró al shinobi que estaba retrocediendo un paso a la vez, y ya estaba a unos veinte metros de él -vas a tener que entregar lo que tomaste- dijo -no te preocupes, puede ser por las buenas o por las malas-
Hiruzen por debajo de la capucha, hizo una mueca de dolor y comenzó a mirar los alrededores en busca de alguna ayuda o salida. Sin embargo, poco a poco, estaban apareciendo más shinobis en las proximidades al municipio. Ya estaba casi rodeado, con un centenar de shinobis frente a él en formación de "U" y él en el centro.
Al mismo tiempo, Onoki se elevó en el aire con la fuerza de su extraño chakra hasta los cuatro metros de altura. Miró a Hiruzen en el centro, rodeado por más de cien shinobis y dijo -ataquen-
Los shinobis se lanzaron al ataque emitiendo un grito de guerra. Sin embargo, desde costado derecho, algo grande sonó como si estuviera aplastando las calles. Al instante siguiente cinco shinobis quedaron tendidos en un cráter y detrás de ellos, había una pequeña figura cubierta por capucha negra.
-Idiotas- mascullo Hiruzen notando a Kaoru, por detrás de unos guardias noqueados. Seguramente la pequeña los había golpeado con su palma del vació -les dije que huyeran-. Sin embargo, por el costado izquierdo se escucharon otros gritos de agonía. Hiruzen giro su cabeza hacia el otro lado y vio a otro encapuchado llevando una espada corta. A sus pies había tres shinobis cortados a lo largo del pecho.
La mitad de los shinobis que rodeaban Hiruzen, se dieron vuelta y empuñaron sus kunais en un estilo defensivo. Por otro lado, Onoki que levitaba en el aire, frunció el ceño al verse interrumpido. Así que mientras estaba en el aire, realizo una seguidilla de sellos y creo una especie de cubo semitransparente con una pequeña esfera luminosa en la palma de sus manos. Hiruzen vio el misterioso brillo en el cielo oscuro y un haz de luz viajando en su dirección. Saltó para evadirlo, lanzó un kunai, alcanzo a Onoki y explotó en el aire.
Por lado derecho de la formación, Kaoru con su byakugan activado, se lanzó de frente contra los shinobis. Había que aprovechar, por ahora solo habían llegado los débiles. Así que avanzó entre las filas shinobis esquivando los golpes y dando poderosas palmadas que mandaban a sus oponentes a volar.
Del lado izquierdo, Sakumo se lanzó cortar a los shinobis sin ninguna contemplación. Era todo o nada, después habría tiempo para pensar en el mal karma. Su hoja imbuida en el chakra de viento que invento su madre cortaba a los shinobis y a sus kunais como si fueran mantequilla caliente.
-Fuera, fuera, fuera- grito alguien con una voz rasposa y bulliciosa, similar a la de un maleante. Al instante, los shinobis que luchaban contra Sakumo se movieron a un lado y dejaron pasar a un tipo alto y delgado. Este último caminaba a un ritmo relajado, pero cuando tuvo el suficiente espacio para moverse, dio un salto hacia adelante, llegando casi al instante frente de Sakumo y le lanzó una patada a la cabeza.
Por su parte, Sakumo se agacho por puro instinto y después dio dos saltos en pirueta hacia atrás. Una vez que retrocedió, miró al tipo del frente y a todos los shinobis que estaban detrás de él.
-Es una lástima que hayan mandado a alguien tan habilidoso a morir tan joven- dijo el tipo
Sakumo sonrió por debajo de la capucha, tomo la espada con ambas manos y dijo -eso ya lo veremos-
-Buena respuesta- dijo el tipo y se lanzó de nuevo al ataque con el resto de los shinobis siguiéndolo.
Por otro lado, Hiruzen al verse liberado de una gran cantidad de shinobis, comenzó a correr y a lanzar kunais a Onoki, quien esquivaba en el aire. Hiruzen dejo que se acostumbrara a los kunais normales, y solo después del décimo kunai, le lanzó un kunai explosivo.
Onoki sonrió, desplazándose en el aire hacia la izquierda, pensando que el otro era invencible, pero el kunai exploto y la fuerza lo mando al suelo. Varios shinobis corrieron para atajarlo, pero ninguno alcanzo y Onoki cayó contra los adoquines.
-Maldito- grito un shinobi con la boca cubierta por una pañoleta. Hizo una serie de sellos y creo un clon de tierra. Después se lanzó a correr contra Hiruzen, al mismo tiempo que otros lo seguían.
Hiruzen frunció la nariz, realizo una seguidilla de sellos y grito a vivo pulmón -Katon, karyu endan- entonces aspiro una gran cantidad de aire en sus pulmones y soplo una poderosa ola de fuego golpeando a todos los shinobis que avanzaban en su dirección.
-Eso fue un poco excesivo- dijo Sakumo apegándose al lado izquierdo de Hiruzen.
Hiruzen termino de lanzar la ola de fuego y comenzó a jadear con mayor intensidad. Según su propia apreciación, tenía varias costillas rotas y un pulmón perforado.
-Cállate mocoso, les di una indicación- respondió Hiruzen
-Lo sé, pero eres nuestro amigo, de ningún modo te dejaríamos solo- respondió Kaoru apegándose al lado derecho
-Bueno…- iba a decir Hiruzen, pero fue interrumpido.
-Shinobis de Iwa, formación de fusilamiento- grito Onoki elevándose una vez más por los cielos.
Todos los shinobis de la fortaleza detuvieron sus intenciones de seguir atacando cuerpo a cuerpo y se movieron hasta el municipio, mirando con dirección Sur y formando una media luna. Empezaron a avanzar todos juntos y Kaoru, Hiruzen y Sakumo empezaron a retroceder.
-¿Qué hacemos?- pregunto Sakumo, a la izquierda de Hiruzen, mientras retrocedía igual que sus amigos -por el frente de la calle y sobre los techos de las casas y galpones se están aglomerando los shinobis-
-Solo esperar- dijo Kaoru, sudando transpiración fría. Llevaba el kunai en el cinturón de su kimono y a cada instante lo imbuía con chakra, pero este no reaccionaba -¿Dónde estás Akane-chan?- susurro
-Estén atentos- dijo Hiruzen al frente, como si fuera una especie de escudo humano y tratando cubrir a los niños con sus manos -van a realizar una especie de ataque grupal-
Por otro lado, Onoki desde el aire, tenía una tenue línea de sangre por la comisura de sus labios. Sin embargo, pese al dolor de las quemaduras y de la explosión, sonrió al verlos retroceder y superados en número -¡Ataquen!- grito
Al mismo tiempo, los shinobis de Iwa comenzaron a realizar una seguidilla de sellos y gritaron al unisonó -doton iwadeppo no jutsu- y comenzaron a escupir piedras por sus bocas. Estas viajaban a una gran velocidad y si golpeaban a un ser humano normal, lo matarían al instante.
-Quédense cerca de mi- grito Kaoru, dio un paso por delante de sus amigos y comenzó a girar sobre su eje a una gran velocidad. Al mismo tiempo comenzó a emitir y a controlar su chakra de tal forma que creo un domo protector. El chakra, más la fuerza centrífuga de su giro lo hacían una muralla impenetrable que soporto el ataque continuo de más de setenta shinobis al mismo tiempo. Similar al Hakesho kaiten, que era una técnica original de los Hyuga para la defensa y ataque, este tipo de domo había nacido como una respuesta a los deseos de Kaoru. Era su propia barrera protectora. Sin embargo, su uso requería de enormes cantidades de chakra para poder protegerlos a todos y con una sola vez ya se sentía en su límite.
Onoki desde el aire, quedó asombrado al ver el gran domo de chakra. Supo de inmediato que cualquier ataque sería inútil, por el momento, así que grito -¡detengan su ataque!- siguió mirando a ver como reaccionaban los intrusos. Los shinobis de Iwa dejaron de escupir trozos de piedra y casi en simultaneo, el domo de chakra se desvaneció dejando un cráter de diez metros de diámetro. Sin embargo, las tres siluetas solo fueron vistas por unos escasos segundos. Al instante siguiente, la figura más pequeña toco los cuerpos de los otros dos y desaparecieron en la oscuridad.
Todo el mundo quedó asombrado. Para el mismo Onoki, era como si fuera magia, pero que él supiera, solo había una persona que tenía esa clase de habilidad ¿Acaso se la había heredado a alguien más?
Onoki bajo del cielo con un movimiento tan suave como si fuera una pluma y cayó sobre el cráter. El lugar estaba limpio, sin ningún tipo de sello o jutsu hecho trampa. Era como si alguien hizo algo inesperado que los otros ignoraban. Onoki negó y solo pensó que era su imaginación. Sin embargo, esta infiltración de hoy era un gran problema. Se perdieron documentos y un Hyuga, de Konoha, penetro sus defensas sin que nadie se diera cuenta. Ya sabía él que era mala idea dejar como punto de reunión esta fortaleza en un país vasallo. Sin embargo, solo pudo suspirar, el daño ya había sido hecho.
Onoki miró al cielo estrella y levanto su mano. Al instante, una mujer fue corriendo y se puso de rodillas, a su lado. Onoki bajo su brazo y aun mirando el cielo, dijo -manda un mensaje al Tsuchikage-sama "La guerra ya empezó"-
En ese mismo momento, se produjo un silencio mortal dentro de las filas de shinobis. Unos tenían miradas llenas de miedo, mientras que otros tenían grandes expectativas.
Ok, gente, con esto damos por terminado el arco de la niñez.
Ya tengo escrito el siguiente volumen (Guerra Mundial Shinobi, pero como siempre me tomare un MES de vacaciones. Esto de estar publicando constantemente cansa.
El AGOSTO empiezan las nuevas publicaciones.