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Mundo Shinobi - Chunin - 265

Después de sanar a los tres, Kain guio a sus discípulos al Salón de té ubicado en el cruce de las dos avenidas, justo en la esquina inferior izquierda del distrito Sarutobi. El edificio de color crema y techo de tejas negras de doble pendiente, tenía cien metros de largo y cincuenta de ancho con segundo piso. De aspecto imponente y elegante. La entrada estaba por el lado de la avenida principal, con puertas del estilo corredera hecha de listones de madera y cuadritos de papel. También había ventanas de corredera del mismo estilo en el primer y segundo piso mientras un gran letrero sobre la entrada decía "Salón de té de la Serpiente y la Luna".

Todos pensaron que el nombre que le había puesto Kain era raro y sobre todo por la serpiente era extraño, pero para Kain estaba bien, tenía un significado muy profundo. Gracias a eso, su madre y él habían nacido.

Al abrir la puerta corredera del pasillo se encontraron con un enorme salón con cuatro hileras de mesas que se extendían desde la entrada hasta el mesón de atención al final del local. Las mesas eran de madera y barnizadas de un color burdeos brillante. Ninguna medía más de 50 cms de estatura mientras había cojines de color verde oscuro a los lados. Todo ordenado, limpio y acogedor. Como eran las cinco de la tarde había muy pocos clientes comiendo el especial del día mientras que un grupo pequeño de jóvenes chunin celebraban en una esquina entre risotadas.

Kain avanzó por el camino principal de cuatro metros de ancho que separaba las cuatro largas hileras de mesas a la mitad. Nagisa, Kenzo y Duy lo seguían de cerca con expresiones cansadas y hambrientas. Al mismo tiempo, vieron a una hermosa mujer pelirroja detrás de la barra mientras limpiaba algunas copas con un paño. Ella llevaba su cabello arreglado en un moño afirmado con un palillo de plata y adorno de tres pequeñas orquídeas azules encadenadas que colgaba de la punta. Su kimono eran blanco con muchas flores de color violeta mientras su obi era rojo haciendo juego con su hermoso cabello. Ella era Tsubaki, que después de un año de haber empezado a manejar el salón de té, se sentía con la suficiente confianza de atender a personas tan ruidosas como el grupo de shinobis en la esquina del fondo.

—Hola, Kain-sama— dijo Tsubaki mientras limpiaba una copa con un paño —veo que otra vez trae cansado a los niños—

—Solo los hice entrenar lo necesario— respondió Kain con una sonrisa amigable

—Fue el peor, Okaa-san— dijo Nagisa con un rostro triste mientras daba la vuelta a la barra y se abrazaba a su madre —veras, él nos hizo…—

Entonces Nagisa rompió su propia promesa y acuso a Kain delante de Tsubaki. Este última entrecerraba los ojos mirando a Kain, algo preocupada y molesta por el difícil entrenamiento que les daba y sintiendo pena por los tres.

Kain se detuvo delante de la barra que le llegaba las costillas. Levantó sus manos y las apoyo en la superficie de madera burdeos lustrosa —solo puedo decir que los estaba preparando para los exámenes chunin— dijo

Tsubaki frunció el ceño, pero después soltó un suspiro y miró a su hija abrazada a ella —¿Estás segura de esto?— preguntó preocupada

—Sí, super segura— dijo Nagisa asintiendo con su rostro apoyado en los senos de Tsubaki —seré chunin y de esa manera nadie molestará a Okaa-san—

Tsubaki abrazo a Nagisa con más fuerza y se sorprendió de lo valiente que era su hija.

—Tía— dijo Kenzo —tenemos hambre ¿Puede darnos algo de comer?—

—Sí, Tsubaki, por favor, dales comida, yo pago— dijo Kain —a pesar de que tengo algunas quejas, puedo decir que lo hicieron bastante bien—

—Sensei, no lo diga así— protesto Duy —suena como si hubiéramos perdido—

—Bueno, no es el momento, pero después les diré todas mis quejas— respondió Kain —por ahora, coman—

Tsubaki asintió, dejo a su hija y camino a la puerta corredera en la pared del fondo, a cinco metros de la barra. Abrió la puerta y se vio un pasillo del cual venía el exquisito aroma de la cocina. Tsubaki entró al corredor y después cerró la puerta detrás de ella.

Kain miró a Nagisa y los muchachos y después señalo al comienzo de una hilera de mesas donde estaban todos los asientos desocupados —vayan a sentarse, descansen sin quedarse dormidos y esperen la comida—

—Sí— dijeron los tres y se fueron a sentar. Al mismo tiempo, Kain se dio la vuelta y vio el amplio salón con las vigas de madera barnizadas de un color burdeos lustros y las largas mesas del mismo color. Todo se veía bonito y ordenado, con un ambiente agradable y acogedor. Faltaban algunos adornos en las paredes, pero eso vendría con el tiempo. Por ahora tenía que pensar en que colocaría. Los viejos estaban acostumbrados a enmarcar pergaminos con palabras escritas con una caligrafía perfecta que supuestamente transmitían un significado profundo. Algunos cuadros de lugares exóticos y otras formas arte como adornos ornamentales.

Al mismo tiempo en el que Kain pensaba en cómo hacer ver el salón de té con un aspecto más elegante, escucho la puerta corredera de la cocina abrirse, alguien avanzó marcando sus pasos con un tacón y después cerró. Los pasos se fueron acercando a él y de repente se detuvieron y algo le cubrió los ojos. Eran unas manos pequeñas, suaves y cálidas.

—¿Qué piensa Kain-sama?— preguntó Tsubaki con voz sensual

—En una hermosa mujer pelirroja que me desvela por las noches— respondió Kain con una sonrisa

—Creo que es la mujer la que es desvelada—

—Puede ser— respondió Kain —pero nunca he escuchado que se queje—

—Eso es verdad— dijo Tsubaki sacando las manos de los ojos de Kain. Este último se dio la vuelta y la miró con una sonrisa astuta.

—Te los dejo— dijo Kain dándole una breve mirada a sus discípulos y después mirando a Tsubaki —si necesitas ayuda, me llamas—

—Está bien, no se preocupe—

Kain asintió, se dio media vuelta y camino a la salida con paso seguro. Una vez que salió del Salón, giró a la izquierda, bajo por la avenida hasta llegar a la puerta torii roja. Kain atravesó la puerta torii y avanzó por el camino mirando los hermosos jardines floridos a los costados hasta llegar a la puerta corredera. Deslizo la puerta y dijo de forma inconsciente —tadaima—

—Okairinasae danna-sama— dijeron dos personas al mismo tiempo. Una era una voz suave, sexy y amigable, mientras que la otra era infantil. Kain miró hacia la entrada y vio a Rei junto a Nawaki de dos años. El pequeño bribón estaba sentado al lado de Rei con una gran sonrisa en los labios y vistiendo un kimono celeste claro.

Kain entro a la casa con una gran sonrisa en los labios mientras Rei y Nawaki se ponían de pie. Kain cerró la puerta, se acercó a Nawaki y lo tomo en brazos —¿Cómo está la persona más alegre de la casa?— preguntó

—Bien— dijo Nawaki con una gran sonrisa en los labios que apenas podía contener la alegría.

Kain se largó a reír y lo abrazó apretado, después le revolvió el cabello y le beso la frente.

—Nii-chan, mi pelo— dijo Nawaki frunciendo su pequeño ceño

—Sí, sí, Nawaki no es un bebé— respondió Kain con muchas ganas de molestarlo de solo ver esa carita enojada.

—Solo por hoy—

—Está bien, está bien, solo por hoy—

Kain soltó una risita y Nawaki se abrazó a su cuello. Después Kain miró a Rei, de mirada amigable y hermosos ojos azules. Ella llevaba su cabello atado en un moño mientras dejaba caer un mechón de cabello al lado derecho de su mejilla. El lunar bajo su ojo la hacía ver sexy mientras sus ojos límpidos le daban un aire a pureza.

—Hola, Rei-chan— dijo Kain acercándose a ella y dándole un pequeño beso en los labios mientras seguía cargando a Nawaki. Después continuo —gracias por decirle a los muchachos que estaría en el municipio—

—De nada, Kain-sama— respondió Rei para después soltar un suspiro —¿Cómo se lo tomo hokage-sama?—

—¿Saru? Bien, aclaramos los puntos y le advertí que no volviera a tratar de meter gente a mi casa o habría problemas—

—Espero que eso sea suficiente—

—Lo será o empezaran a desaparecer anbus—

—¡¿Kain-sama?!— dijo Rei con una expresión asustada

—Es broma, no haría algo así, pero vamos a tener que desarrollar un sistema de seguridad con sellos si queremos vivir tranquilos. Lo siento, Rei-chan, todo esto es por mis juguetes—

—No lo veo como juguetes— respondió Rei —son cosas increíbles y creo que serán de utilidad para todo el mundo—

Kain le dio un pequeño beso en los labios y dijo con una gran sonrisa —eso espero—

—¿Nii-chan tiene juguetes?— preguntó Nawaki con ojos muy abiertos y atentos a la diversión

—No, no tengo ese tipo de juguetes— respondió Kain mirando esos grandes e inocentes ojos —¿A Nawaki le gustaría algo?—

—Kain-sama, Mito-sama le dijo varias veces ayer que deje de consentir a Nawaki— dijo Rei en un tono serio

—Oooh, vamos, no seas así, es un pequeño secreto entre nosotros tres— dijo Kain con una sonrisa amigable, después miró a Nawaki y se cubrió los labios con el índice de su otra mano —¿cierto que es un secreto entre nosotros?— murmuro

Nawaki también llevo su pequeño índice a los labios y dijo en voz baja con ojos rebosantes de emoción —sí, es un secreto—

—Bueno, nada de secretos o Mito-sama se enojará—

—Oooh dios, nos van a reportar a la reina de fuego— dijo Kain con una cara de asombro, saco sus pies de las sandalias y abrazo a Nawaki —hay que huir—

Kain comenzó a correr por el pasillo mientras Rei le decía que no lo hiciera, después doblo a la derecha y siguió corriendo mientras Nawaki soltaba una risa contagiosa y cargada de diversión. Las carcajadas resonaban por toda la casa mientras todos los presentes se enteraban de que Kain y Nawaki estaban jugando.

Una vez que Kain llegó al comedor, abrió la puerta corredera y se encontró a Mito sentada en el cojín de la cabecera de la mesa mientras conversaba con Aoi y Naoko.

—Eeeeeh, creo que es un mal momento— dijo Kain con una sonrisa incomoda

—Un mal momento— repitió Nawaki como si fuera un loro

Mito dejo de conversar con Aoi y Naoko y los miró con los ojos entrecerrados. Naoko volteó su rostro apuntando su oído en la dirección de Kain mientras Aoi del otro lado de la mesa sonrió mientras su ojo izquierdo emitía una mirada cándida.

—¿Creo haberles dicho a ustedes dos que no corrieran en la casa?— preguntó Mito en un tono serio

—No te enojes abuelita— dijo Nawaki con una voz pequeña e infantil —no lo volveremos a hacer ¿Cierto nii-chan?—

—Cierto, cierto— respondió Kain

Mito bufo hacia un lado creyéndoles poco o nada y respondió —lo mismo dijeron ayer—

Nawaki se acercó al oído de Kain y le susurro —bájame, nii-chan, yo me hago cargo—

—Está bien— susurro Kain con una gran sonrisa, después de todo, Nawaki tenía una gran arma secreta que solo los de su edad podían utilizar. Kain lo dejo sobre el tatami y Nawaki camino por el lado izquierdo de la mesa, paso por detrás de Aoi y llegó hasta donde estaba Mito. El pequeño estiro sus brazos y Mito lo miró seria, pero a los pocos segundos sonrió complacida. Ella abrazó a Nawaki para después llenarlo de besos.

Después de darle suficientes besos en la frente y en las regordetas mejillas, Mito lo abrazo con más fuerza y dijo —por dios, este niño es muy lindo—

Kain se quedó mirándolos durante un tiempo hasta que se escuchó en el pasillo un —tadaima— sin embargo, no hubo un okairinasai. Kain sabía quién era y entendía. Ella se había ganado la indiferencia del resto a base de malos comentarios. La mayoría la perdonaba porque solo tenía ocho años, pero estaban llegando a su límite, sobre todo Mito, quien ha estado varias veces a un paso de aplicar la antigua disciplina.

Kain salió del comedor, camino por el pasillo hasta la salida y se detuvo frente de una niña. Ella tenía un hermoso cabello rubio ordenado en una coleta. Su rostro ovalado la hacían ver bonita y sus facciones eran pequeñas dándole un toque adorable. Sin embargo, bajo esa tierna apariencia había una niña de lengua venenosa.

—Okairinasai— dijo Kain con una sonrisa en los labios y las manos ocultas en las mangas de su haori blanco.

Tsunade levantó la vista, frunció el ceño y paso por al lado de Kain sin responder. Kain se quedó tranquilo esperando alguna replica, pero hoy no hubo ningún comentario venenoso. Así que pensó que ahora estaba utilizando otra táctica para que nunca fueran amigos.

Tsunade se alejó cinco pasos de Kain y de repente se detuvo —Uchiha— dijo con voz renuente —sensei dice que mañana lleves tu trasero al campo de prácticas número uno—

Kain se dio la vuelta y le preguntó —¿Esa es la forma de hablar de una autodenominada princesa?—

—Cállate, no eres nadie para decirme como hablar— respondió Tsunade dándose la vuelta para mirarlo a los ojos —además, no soy autodenominada. Soy una princesa de verdad, harías bien en recordar tu lugar—

—Claro, claro, lo que digas Senju—

—Como se esperaba de un loco Uchiha, no sabes hablar con tus superiores—

—Sí, sí, mi superior. Bueno, superior ¿Cómo era eso de ir al campo de prácticas uno?—

—No lo sé y no me importa, pregúntale tú mismo a sensei y no me molestes—

Tsunade se dio la vuelta y comenzó a caminar sin mirar atrás, parecía realmente molesta por algo. Kain negó con la cabeza y pensó que cada día sería más difícil mantener su promesa con su tío. A este paso nunca serían los mejores amigos.