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Interludio - Reverse Side 2 - Land of the gods 4.3

Hace un mes, un grupo de aventureros se fue de expedición. Los acompañaban un grupo de herreros de otra familia. Era una combinación que se utilizaba desde hace años porque siempre eran los mismos. La familia Zeus, la familia Hera y la familia Hephaestus. El resto de las familias solo podían mirar como las grandes familias iban más allá del piso treinta. Al final, las familias pequeñas solo podían soñar con llegar a esos lugares. Los motivos para que esto pasara eran varios. Uno de los más importantes, era que no tenían la fuerza. El segundo, los recursos y por último, la cantidad. Todo se iba a las dos grandes familias, tanto los recursos como el personal. Incluso si querías criar a un buen aventurero, venía alguien, les ofrecía algún trato y se los llevaban. Los que se negaban con el tiempo desaparecían. Claro, nunca nadie se quejó, sería ridículo. Esto solo le pasaba a las "grandes familias", que no sumaban más de cinco en toda Orario. Las pequeñas familias por otro lado, no entendían este suceso. Raramente encontraban a alguien talentoso o de forma directa, no tenían la capacidad para nutrir a un buen aventurero. No obstante, las grandes familias que aspiraban a la grandeza, estaban aburridas de esta situación. Entre medio de ellos estaba Freya.

Según Freya, tenía un buen ojo para rescatar a las buenas semillas; talentosos aventureros con un futuro prometedor. Sus propios ojos se lo decían. El inconveniente, es que los jóvenes morían rápido. De todos los aventureros que ha nutrido, solo quedan cinco, el resto murió en el calabozo. Incluso envió a algunos aventureros de alto nivel para que los cuidaran, pero no sirvió. Así que gracias a esto, lleva un buen tiempo buscando la forma de destronar a las familias Zeus y Hera. No obstante, no encuentra respuestas. Hablo hace tiempo con Hephaestus con las intenciones de aliarse. Sin embargo, el mismo día en el que se iban a reunir, se enteró de algo. La mitad de la familia se había ido, todo por culpa de las idioteces de Zeus y de su familia. Después de eso, a los ojos de Freya, Hephaestus no valía nada. Ni siquiera le encontró lógica a reunirse con ella. Era un pérdida de tiempo.

Freya pensaba en estas cosas, mientras miraba a la vivida Orario a través de su ventanal. Este lugar era el último piso de la torre de Babel, uno de los lugares más gloriosos de toda Orario. Adornado con las más finas alfombras, los muebles de la madera más exótica, candelabros y adornos de oro; todo de primera clase. Sin embargo, para ella se veía como una prisión, un lugar bonito en donde exhibir su belleza. Sentía que sus manos y pies estaban atados y no podía llegar a mayores alturas. Todo por la culpa de esos dos vejestorios. En estos momentos, eran las seis de la tarde, ya llevaba más de cinco horas dándole vuelta a estos pensamientos, sin encontrar una respuesta.

Con una mirada llena de aburrimiento, una copa vacía en su mano derecha y una mirada perdida, ella murmuro -si tan solo él pudiera ser uno de mis niños-

A unos dos metros atrás, un aventurero de la raza lobo, escucho esas palabras. Sus orejas reaccionaron poniéndose en estado de alerta. Freya notando la tensión en uno de sus "niños", sonrió y le dijo sin apartar la vista del vidrio -no es necesario que te estreses. No es como si él nos vaya a hacer caso. Después de todo, es fuerte y mi encanto no funciona en él-

El aventurero de la raza lobo, empezó a mecer su cola igual que un perro al que le muestran amor. Por otro lado, Freya solo pudo soltar un suspiro. Este aventurero era su más fiel y más fuerte, un nivel 5…solo un nivel 5. Con eso no puede hacer mucho, pensó. Por otro lado sus otros niños eran nivel 4. Pero ¿Qué puede hacer una familia de cinco personas?. Al menos no puede tomar el control de la ciudad. No puede tomar a los aventureros que le gustan. Mucho menos, tomar las misiones que la guild ofrece. Esas pertenecen al par de ancianos. Los tiranos locales de Orario.

De repente se escuchó un gran estruendo en la plaza de Orario. Era como si cientos de personas dieran un grito cargado de felicidad. Freya miró hacia abajo y fue viendo como poco a poco, la plaza se iba llenando. Todos los aventureros iban saliendo desde el calabozo. Algunos fueron recibidos por amigos, otros por sus familias y también estaban los dos viejos antipáticos y la perdedora que los secunda. Freya piensa que está bien pensar que es solo un negocio, pero cuando tus propios clientes te perjudican, al menos debes conservar la dignidad. Claro, no es como si Hephaestus estuviera feliz. Ella estaba por lo menos a cincuenta metros de ellos, pero aun así, seguía trabajando para Zeus y Hera.

Freya miró de soslayo y pregunto con su melodiosa voz -¿pasa algo en especial?-

El aventurero se adelanto, se arrodillo a un metro de ella y le respondió -hoy vuelven las familias Zeus y Hera de su expedición-

-¿No es un poco pronto? Debería haber sido en dos semanas mas-

-Según cuentan los informantes, la capitana de la familia Hera sufrió un accidente-

-Oh, y porque Rómulo no tiene las facultades, retrocedieron. Interesante. Habría que ver cuantos preciosos aventureros perdieron este año. El año pasado murieron diez de los que me gustaban-

-No se le puede hacer nada, lady Freya. Los dioses Zeus y Hera controlan la ciudad. Si hiciéramos algo para tomar a esos aventureros, nos matarían y usted sería devuelta al cielo-

Freya como nunca antes, hizo algo feo. Frunció su delicado ceño y bufo con indignación -algún día les devolveré el favor- dijo -pero no los mandare al cielo, los echare de la ciudad. Entonces verán si son los grandes dioses que se creen ser-

-o-

Mientras la diosa Freya luchaba contra su sentimiento de impotencia. La plaza de Orario estaba siendo llenada de aventureros. Gritos y carcajadas se escuchaban por todos lados. Los primeros en salir fueron familia Zeus y Hera. Solo con su presencia sacaron muchos aplausos y elogios. Después de todo, habían llegado a donde los pequeños aventureros solo podían soñar con llegar. De forma rápida, los aventureros saludaron a sus dioses y se dispersaron para ir a celebrar. Los capitanes y sub capitanes no tuvieron la misma suerte. Rómulo por su parte, ignoro a su dios y se fue con sus más cercanos a la guild. Zeus rabiaba por dentro, quería reprenderlo, pero debería guardar las apariencias frente a los demás. Por otro lado, Irene se disculpó con su diosa. Le explico hasta donde habían llegado y que sucedió.

La diosa Hera, a diferencia de su esposo, parecía estar en sus veintitantos. Sus cabellos dorados estaban arreglados en una coleta, de mirada seductora y labios ardientes, era una mujer hermosa en todo el sentido de la palabra. Con un par de iris celestiales que captaban la atención de todo el mundo. De contextura esbelta, rostro ovalado y envuelta en una túnica blanca que dejaba ver solo sus brazos y delicado cuello. Un tiara de oro la coronaba como reina de los olímpicos, un título que regalaría con gusto, pero su orgullo y divinidad le impedían renegar. Por otro lado, emitía un aura estricta que no daba cabida para el enamoramiento.

-No hay problema- dijo Hera en un tono neutral -espero un mejor desempeño el próximo año-

Irene hizo una gran reverencia y respondió -como sea su comando-

La diosa Hera asintió y le pregunto -¿Cómo les fue a Jason, Odiseo y Aquiles?-

Irene retomo su postura y respondió feliz -muy bien, ellos pudieron vencer a un bloodsaurus-

-Les hice la ultima actualización antes de salir. Recién habían llegado a nivel 4 ¿estas segura de lo que me dices?-

-Así es, no hay error. Ese hombre, el elfo los instruyo a medida que avanzábamos por el calabozo-

Hera asintió varias veces y añadió -debemos presentar nuestros respetos. Ha sido una gran contribución-

-Es verdad- asintió Irene y mientras hacían su camino hasta las esposas de Kain. Le fue relatando lo acontecido. No obstante, alguien más noto este movimiento. Zeus miro en la dirección a la que se dirigían y sus ojos brillaron. Era un buena oportunidad para "sociabilizar", pensó. Ya lo había pensado con anterioridad, pero estaba su esposa. Sería un gran escándalo si él se acercaba por su propia cuenta.

-o-

En otra esquina de la plaza, estaban Lilia, Victoria, Catalina, Maaya y Reida, cada una con su hijo. Por supuesto, el hijo de Reida aún estaba en su vientre, que ahora destacaba por su volumen. Las cinco mujeres esperaban expectantes a su marido. Lilia como la administrativa de Hephaestus fue la primera en enterarse del retorno de la expedición. Les conto a sus amigas y ahora están aquí. Por otro lado, Hephaestus esperaba a sus herreros, pero mientras tanto, disfrutaba molestando a los cuatro bebés. Todos estaban lindos y pequeños. Sobre todo Sakura, que siendo la más joven, era la más tranquila y hermosa.

Después de que salieron las familias Zeus y Hera, llego el turno de los herreros. Sin embargo, antes de que las seis pudieran decir algo. Tuvieron una visita. Ni siquiera Hephaestus espero que la diosa fría y cortante, se les acercara. Sus tratos casi siempre eran a través Irene.

Hephaestus puso su mejor cara y le dijo -buenas tardes, Hera-

Hera por su parte le respondió con un tono estricto -buenas tardes Hephaestus. Hoy no tengo negocios contigo- y siguió hasta pararse frente a Lilia. Esta última se puso algo nerviosa. Corrían rumores de que la diosa Hera es alguien difícil de carácter. No obstante, a diferencia de su caótico marido, ella era muy justa.

Lilia, mientras mantenía a su hijo entre sus brazos, dijo -buenas tardes diosa Hera ¿En que le pudo ayudar?-

La diosa Hera le respondió -en nada. Solo voy a esperar a tu marido por aquí-

-¿Hizo algo?-

La diosa Hera negó y añadió -no hizo nada negativo. Solo quiero expresar mi agradecimiento-

-//////¡¿Eh?!//////- dijeron las seis mujeres que esperaban al mismo hombre. No obstante, la diosa Hera las ignoro y se paro con su capitana a unos dos metros mas allá. Después de eso, le ordeno a Irene que fuera a hacer sus diligencias a la guild y se llevara a alguien para que la ayudara.

Unos segundos después llego alguien desagradable, Lilia misma lo sabe, porque cuando el dios fue a solicitar los servicios de la familia, no la dejo tranquila. Tenía ese encanto maduro, de un hombre en sus cincuenta. Parecía un dandi, pero sus ojos lascivos y sus insinuaciones, eran de lo más molestas. Lilia frunció el rostro y le pregunto en un tono cortante -¿Qué quiere dios Zeus?-

El hombre que aparenta estar en la madures de su vida, miró a Lilia y a sus enormes senos, y le dijo con una gran sonrisa -solo conversar, muchacha-

Hephaestus se interpuso y le dijo -a menos que vengas a pagar por los servicios de mi familia, no hay nada que discutir-

-Oh, Hephaestus ¿estabas aquí?- pregunto Zeus -no te reconocí con ese bebé entre tus brazos. Pero hacen un buen cuadro, déjame cargarla-

-¡Aléjate!- grito Hephaestus y Sakura en sus brazos se asustó.

Maaya se acercó de inmediato y le pidió a la bebé -préstemela, lady Hephaestus-

-Sí, lo siento. Este viejo asqueroso me pone de malas-

-No te preocupes. Si quieres, le puedes pedir a nuestro esposo que le haga una visita-

-Lo tendré en cuenta- respondió la diosa. Miró una vez más a Zeus y con un rostro lleno de desagrado, le dijo -vete a menos que tengas que hablar de negocios-

Zeus quedo pensando en las palabras de la mujer asiática. Con un rostro lleno de dudas e ignorando la advertencia, le pregunto -¿Quién es el padre de esa criatura?-

-Yo soy el padre- se escucho una voz firme desde la espalda.

Zeus se dio la vuelta y vio al endemoniado elfo. Con su gran estatura y sus putas orejas largas. Zeus asintió y dijo -por eso tenía las orejas un poco puntiagudas. ¿Un cuarto de elfo? Pensé que eras cien por ciento elfo- comento como si no pasara nada -solo eres una mitad-

Kain se paró frente al dios y le pregunto en un tono frio -¿eso te importa?-

-No, para nada-

Ninguno le quito los ojos de encima al otro, pero antes de que la situación escalara, alguien los interrumpió.

-Zeus- dijo la diosa Hera en un tono estricto -si no vas a decir nada, déjame conversar con él-

Zeus le dio una mirada llena de reproche. No obstante, se hizo a un lado y Hera se paró frente a Kain. Ella no vacilo y no se inmuto frente a la áspera mirada que le daba el elfo. Ya lo había escuchado. El gran incidente que tuvo hace años con su estúpido marido. Así que no se le hacía extraño que la mirara así, como si ella fuera de la misma calaña. Ella tuvo que levantar su vista para que sus ojos coincidieran, habían por lo menos, treinta centímetros de diferencia en la estatura.

-Mucho gusto, joven. Mi nombre es Hera y te agradezco por guiar a los niños de mi familia-

Kain levanto la ceja lleno de extrañeza -no necesitas agradecerme nada, solo siento aprecio por ellos-

-Independiente de tus sentimientos, mi familia cosecha los beneficios de tu guía. Así que como mínimo debo darte las gracias-

Kain sonrió ante esta inusual diosa, demasiado estricta y demasiado justa. Él respondió con un rostro más relajado -en los próximos días voy a entrenarlos, siempre por las mañanas. Trata de darles tiempo para que descansen y se preparen. Con eso será suficiente-

Hera asintió y agrego -esta bien, no habrá problemas con eso. Además, Irene me dijo que te debíamos algo. Le diré a esos niños que te lo lleven-

-Gracias- respondió Kain

La diosa asintió y se fue de lo más tranquila. Todo en ella denotaba la elegancia de una emperatriz. Su delicado mentón elevado. Su espalda recta como una lanza y el suave contoneo de sus caderas. Un espectáculo hipnótico. Si Kain tuviera que colocarle una etiqueta, sería la de interesante. A diferencia de Freya, que era una belleza desproporcionada, pero tímida. Hera tenía la belleza de una mujer segura de sí misma. Kain soltó un suspiro y miró a Zeus. Levanto la ceja y se preguntó ¿Por qué estaba con semejante dios?. Deben haber habido mejores prospectos en el cielo.

-¿Qué haces aun aquí?- le pregunto Kain en un tono cortante

Zeus sintiendo la mirada del elfo, dio un bufido y se fue.

Kain lo quedo mirando y tratando de encontrar una respuesta a ese matrimonio. De repente sintió un pellizco y miró a su lado. Pudo ver dos rostros. Uno era Ars que le daba una mirada llena de anhelo, y el otro era de Lilia, que ponía un rostro lleno de reproche.

-¿Qué pasa amor?- pregunto Kain

Lilia le apretó mas fuerte y le dijo -no mires así a la diosa Hera-

-¿Así como?-

-No te hagas el tonto-

Kain torno los ojos al cielo, la tomo entre sus brazos y le dio un beso, uno largo y apasionado. De repente empezó a sentir unos pequeños manotazos -papá, papá, papá- decía alguien. Kain miro hacia abajo y se separó de Lilia. Tomo a Ars y le pregunto con una gran sonrisa -¿Qué pasa, muchacho?-

-//Papá, papá//- empezaron a llamarlo Kain jr y Elías. Kain camino hasta sus esposas, las beso y tomo a los tres grandes en sus brazos. A los pocos minutos ya lo tenían todo despeinado, pero Kain reía como un idiota. -¿Vamos a casa?- le pregunto y los tres respondieron que sí.