webnovel

Suerte y perseverancia

Pequeña aclaración: Cada volumen es independiente del otro. Sigue su propia línea de historia y no se ve afectado por los volúmenes anteriores. Bueno, salvo por algún poder o habilidad que se viene arrastrando por el conocimiento y la personalidad del protagonista que va evolucionando. Volumen 1 Cross over entre nasuverso y Madam ou no Vanadis Volumen 2 viaje por Juego de Tronos, Señor de los anillos y Dark Soul 3 Volumen 3 Mushoku Tensei y Danmachi. Volumen 4 Naruto y muchos otros. -o- Kain, antiguo vástago del equilibrio. Renació en el mundo de Fate y vivió durante varios siglos. Sin embargo, al encontrarse con su viejo enemigo, el dios Hilden, lucho y perdió. Ahora su alma viaja a través del multiverso buscando el poder y la forma de volver a aquel mundo por la venganza. -o- Reglas del juego: 1.- No hay power up indiscriminados 2.- Todo se estudia y se gana hasta dominarlo 3.- El alma influye sobre el cuerpo, por ende, el cabello y los ojos siempre serán los mismo (ojos color lazuli y pelo blanco). 4.-La fuerza es proporcional al conocimiento adquirido, la técnica y la fuerza del alma. 5.- El nivel del mundo es proporcional al alma. Eso quiere decir que si el alma del protagonista es fuerte, irá a un mundo de mayor nivel.

AOoBeligerante · Anime e quadrinhos
Classificações insuficientes
935 Chs

Interludio - Madam Purplehorse 2.1

Cristina estaba feliz después de que su ataque fue exitoso. Lord Dragonroad la había tomado en consideración, no obstante, estaba un poco desilusionada de ella misma. Puede decir que el firme y suave toque del elfo fue maravilloso. Al momento de llegar al orgasmo, fue uno de los momentos más intoxicantes de su vida. Mejor que el vino, mejor que el sexo previo, mejor que muchas ostentosas comidas. Sin embargo, le falto concretar. Ella esperaba seducirlo, hacerlo su esclavo y llevarlo al delirio. Ya había estudiado mucho con las doncellas prostitutas de la casa Purplehorse, así que esperaba concretar. Amarrarlo a su entrepierna y que él quisiera pasar todo el día acabando en su interior. No obstante, se encuentra aquí, en su cama, pensando y delirando, preguntándose ¿Qué hizo mal?. Solo recuerda que el lord, la beso, la acaricio, condujo sus dedos de manera rítmica, lenta en un principio y frenética al final. Lo cual la llevo a un increíble momento de éxtasis, el cual le hizo perder la conciencia. Ahora, hace unos diez minutos, ella despertó y se encontró aquí, en su cama, de vuelta en su apartamento. Seguramente, por el estado del sol, ella se desmayó y la trajeron de regreso. ¡Qué vergüenza!¡Qué humillación!. No obstante, es su falta de aguante, sus delirios y su actitud demasiado optimista. No ha probado hombre desde que dejo de dormir con su marido. Su aguante era inexistente.

Girando en su cama, puso una de sus almohadas sobre su cabeza, como si quisiera esconderse. Después se siguió retorciendo, buscando la posición más cómoda, revolcándose entre las sabanas. Hasta que harta de las sabanas, se destapo dándole una patada y solo quedo ella sobre el colchón. Vestida con un pijama revelador, pero que hasta el día de hoy, no ha seducido a ningún hombre. Quedo mirando el blanco techo y se tapó los ojos con el dorso de su mano. Recordó ese momento de lujuria, de desenfreno. El elfo sonreía pero sus ojos la miraban con soberbia. Él se acercó un poco, casi tocando sus labios, pero la obligo a dar el último paso. Como si la invitara a un gentil paseo en carruaje, pero ella debería atenerse a las consecuencias. Por supuesto, ella acepto el paseo. Acerco sus labios a los del elfo y lo beso. Tan súbito, tan espontaneo. Ella sentía como el elfo le pasaba las manos por las caderas, bajando a las nalgas. Con un tacto, firme y a la vez suave. Le hizo sentir que algo fluía en su interior, algo que no había salido desde hace mucho tiempo. Como una agua sucia y estancada que necesitaba liberar. El suave toque del elfo, hizo que poco a poco sus compuertas se abrieran y el agua estancada fluyera una vez más.

Cuando Cristina salió de su ensoñación, se dio cuenta que se estaba dando placer a sí misma. Con su diestra abría sus labios y con su izquierda, jugaba con el pequeño grano de arroz que se erigía como una corona sobre su vagina. Golpeaba con suaves golpes espasmódicos, como generando una aplauso entre su mano y su vulva. De forma incesante, mantuvo el ritmo. Se volvió más áspera consigo misma, tratando de imitar el áspero toque del elfo. Sin embargo, no fue lo mismo, pero cumplió su función. Una vez más acabo. Siguió moviendo sus manos, siendo áspera con su clítoris, pero alcanzando una vez más el sentimiento embriagador. Hasta que ya no pudo más y quedo tendida sobre la cama como un títere al que le cortan las cuerdas. Su respiración era errática, sus pulmones subían y bajaban, sus pezones apuntaban al techo y después de recobrar su cordura, un sentimiento de soledad la embargo.

-o-

Los días siguiente fueron normales para Cristina. Se levanto, vistió a su hija, le dio desayuno, la dejo con los Dragonroad y se fue a trabajar. Al parecer, nadie se enteró de su bochornoso espectáculo. Todo fue normal, nadie le dio miradas suspicaces ni extrañas. Por otro lado, la directora de la compañía, Madame Victoria, le empezó a confiar algunas cosas confidenciales que aun nadie sabía en la compañía. La pequeña mujer de negocios, con un metro sesenta de estatura y un palmo más baja que ella. Vestida siempre con los mejores atuendos de la temporada y luciendo ese hermoso collar de Millis, con una esmeralda en su centro. Le conto que iban a comprar una parte del puerto de Millishion. Por supuesto, la aduana y la fiscalización seguirían corriendo por parte de Millis, pero ahora, ese pedazo del puerto y los galpones, serían de su uso exclusivo. Todavía estaba negociando con los actuales propietarios, pero conociendo a la señora, ella solo lanzaría el nombre de su marido y las cosas fluirían con normalidad.

Algo que no fue normal, fue la repentina desaparición de lord Dragonroad. Al parecer había pasado algo grande en Asura que había afectado al elfo. Así que él dejo de asistir a la empresa y en su remplazo, llego Madame Dragonroad. Haciéndole la competencia a Madame Victoria. Madame Lilia vestía con los más finos vestidos. No obstante, ella utilizaba la moda de Asura. Mas cargada a los colores sobrios como el azul o el burdeos. Por otro lado, Madame Victoria le gustaban los colores más claros, como el amarillo y verde claro. Ambas damas eran amigables entre sí, pero cuando se venía la hora de ver la documentación y la información, discutían vigorosamente. Madame Dragonroad es una mujer muy meticulosa. En un contrato cuestiona punto por punto y palabra por palabra. Según ella "todo puede ser malinterpretado sin la palabra adecuada y puede ser utilizado en nuestra contra" Así que está regañaba a los administrativos a cada momento. Ni Victoria, ni Cristina se escapan.

-o-

Varios meses después de que Cristina hubiera probado la mano del elfo. Lilia había llegado igual que todos los días a trabajar. A ella le encanto utilizar la oficina de su marido desde un principio. Puede que Victoria tuviera una oficina más grande, pero esta era la de su esposo. Incluso si él no hubiera venido en meses, aún tenía esa aura especial. La del hombre al que amo desde la primera vez que lo vio. Hoy en día es una sombra de lo que fue hace medio año, pero Lilia sigue esperando a que él recapacite. Después de todo, perdió a su hermano, alguien que era muy importante para él. Así que Lilia entiende; entiende que este triste, entiende que se sienta desalentado. No obstante, ella es la que se ha empezado a sentir mal. Él solo hace el amor como quien cumple con lavarse la cara. Es algo involuntario y de rutina. Algo que le molesta a Lilia, pero hay que creer, hay que ser pacientes, hay que esperar que se recupere.

En medio de sus pensamientos, Lilia dejo unos documentos que estaba revisando sobre el escritorio. Soltó un suspiro, se paró de su silla y camino hasta la ventana que daba a las calles de Millishion. Hoy hacia un día precioso. El cielo estaba despejado y el clima agradable. Ni muy caluroso ni frio. Se pregunto si podrían salir con Kain a algún lado, a lo mejor él se despeja y pueden hacer el amor como dios manda. En medio de sus ensoñaciones, escucho que alguien golpeo la puerta. Lilia tomo una gran respiración y coloco su rostro de negocios, uno firme, digno y frio. Una vez preparada, dijo en un tono neutro -pase-

La que abrió la puerta, no fue otra que la secretaria de Victoria, Cristina. Una mujer que su marido salvo por un capricho y ahora parece que se quiere unir a su sequito. Lilia fue indiferente, la muchacha, de unos veintiséis años tenía un cuerpo de princesa. No tenía lo que le gustaba a su marido, al menos así lo vio Lilia. Cristina es delgada, con una rostro tierno y un cabello fino que cae como si fuera un velo y se le apega a la cara. Por supuesto, era una dama noble, así que algo de caderas y tetas tenía. Pero nada que le gustara a su marido. Si toma como ejemplo a ella misma, a Victoria y Catalina, diría que su marido va por las tetas grandes, carnosas y bien puestas. No obstante, esta el caso de Reida, cuyo cuerpo atlético es bastante firme, pero con casi nada de tetas. Lilia negó con su cabeza y volvió a su asiento. Miró con un aire indiferente a Cristina y le pregunto -¿en qué te puedo ayudar?-

Cristina entro, cerró la puerta y camino manteniendo una sonrisa amiguera. Se gano al frente del escritorio cargando una carpeta de papeles y Lilia le tendió la mano, como ofreciéndole asiento. Cristina tomo asiento y dejo la carpeta sobre su lado del escritorio. Nunca perdió la sonrisa y una vez que se acomodó, le dijo -Madame Dragonroad, me gustaría conversar con usted sobre algo en especial-

-Dime- dijo Lilia componiendo una sonrisa de negocios -te estoy escuchando-

-Bueno, es un asunto personal. Es algo que no está relacionado con el trabajo-

Lilia se apoyó por completo en el respaldo de la silla y levantando la pierna izquierda, la cruzo sobre la derecha. Nunca perdió su sonrisa de negocios y le señalo con el dedo -ve y cierra la puerta con seguro-

-Sí- respondió Cristina, se dio la vuelta y fue hasta la puerta. Giro la perilla del seguro y dio un nítido clic. Ahora, segura de que nadie las molestaría, volvió a su asiento y continuo -Madame Dragonroad, ¿yo quisiera preguntarle por el estado del señor?-

Lilia asintió, comenzó a balancear su pie izquierdo y recordó la promesa que le hizo a su marido. Coloco las manos sobre su regazo y entrelazo sus dedos. Pensó en esta mujer y en sus intenciones. Después pensó en su marido y en la niña, Tristina, la cual se había convertido en la compañera de juegos de sus hijos. Asintió una vez más y le dijo -mi marido está bien, ayer ya dio algunos indicios de mejora. Pronto lo podrás ver-

-Eso es bueno. Ahora, yo, como lo digo- Cristina puso una sonrisa incomoda -creo que sería una buena terapia, cambiar de gustos-

Lilia nunca perdió su sonrisa, pero levanto sus cejas en un acto de confusión. -¿A qué te refieres?- pregunto

-Bueno, creo, humildemente, que dormir con las señoras todo el tiempo, puede haber empalagado al señor. Así que, no lo sé, un cambio de sabor, ¿podría devolverle el gusto?-

-Una analogía bastante confusa, pero entiendo a donde te diriges. Sin embargo, no creo que sea tu lugar para proponer semejante cosa-

-Lo siento- dijo Cristina algo avergonzada

Lilia retomo su postura normal, bajo su pierna izquierda, acerco su silla y coloco sus dos manos sobre el escritorio. Entrelazo sus manos, acercó su cara y le dijo -sé que mi marido te dio alivio. Sé cuáles son tus intensiones. Créeme, no tengo ningún problema, pero no te hagas la inteligente conmigo-

Cristina atemorizada agacho la mirada. Lilia no fue violenta, ni descortés, pero sus ojos emitían el brillo de una filosa espada.

No obstante, al ver la reacción de Cristina, Lilia sonrió con superioridad, y le dijo -pero creo que tienes razón. Puede que mi marido se haya empalagado durmiendo con nosotras. Así que ¿Qué me sugieres?. Tu casa Purplehorse, al parecer, sabe mucho de estas cosas-

-Sí- dijo Cristina con una sonrisa, como si hubiera encontrado un punto de apoyo -como sabrá, no queda nadie de mi casa que nos pueda ayudar. Pero yo estudie con las mejores prostitutas de Asura-

-¿Eso quiere decir que tienes una increíble técnica?- pregunto Lilia con un rostro asombrado, mientras que por dentro recordaba la estúpida cara que tenía Cristina después de haberse corrido en los brazos de su marido.

Cristina sintió el sarcasmo en la pregunta, pero no se inmuto. Trato de mantener una sonrisa de negocios y le dijo -así es, mi técnica es impecable. Yo misma puedo atender al señor-

-Aunque tu propuesta es tentadora, no lo puedo aprobar. Ya somos varias las que llevábamos el apellido Dragonroad. No puedo aprobar una esposa, mucho menos sin la opinión de mis hermanas-

Cristina se congelo ante tales palabras. Eso sería el ideal. Si ella se pudiera convertir en la esposa de lord Dragonroad, podría tener acceso a muchas cosas, pero ella era realista y no cree que pueda llegar a tanto. Así que su meta estaba en ser una amante. Cuantos nobles no complacían los pequeños deseos de sus amantes. Ella quería matar al viejo cerdo del primer ministro Darius, cosa que no era pequeña, pero con la rumorada fuerza del lord, podría ser posible.

-Madame Dragonroad- dijo Cristina con una voz de disculpa -nunca en mi mente se me paso por la cabeza tal cosa. Solo, solo seré una pequeña amante. Una mujer que esta para el darle placer al lord. Un, un, un agujero de carne-

Lilia tuvo varios impulsos al escucharla. El primero fue reír. Cristina se veía tan ridícula refiriéndose a sí misma de esa forma. El segundo fue reventarle la cara a golpes. Si su hija la escuchara hablar ¿Qué pensaría de ella?. Recordó a la tierna niña que no tenía más de diez años y sintió pena. No obstante, no demostró nada de esto. Poco a poco borro su sonrisa y puso un rostro más serió, como cuando hace negocios, y dijo -está bien, me parece correcto. Pero antes de llegar a un acuerdo, quiero que sepas algo. Yo amo mucho a mi marido-

-Lo sé, señora- dijo Cristina asintiendo, como si fuera lo más lógico del mundo.

-Y no tolerare que juegues con él o que andes durmiendo con otros hombres. Como tú dijiste, serás un agujero de carne que le dará placer. Pero será solo a él. Si descubro que traicionaste mi confianza, te hare desaparecer-. Cristina trago saliva y Lilia continuo -además, tenemos que ver si serás compatible con el resto de mis hermanas. Así que estarás a prueba. Ahora dime ¿Qué quieres a cambio?-

Cristina puso un rostro serio, tomo su vestido entre sus manos y lo apretó con rabia. Con una mirada fría y llena de determinación, dijo -quiero que muera el primer ministro Darius-