Las habitaciones de evaluación de la guild, son lugares en donde las asesoras altamente calificadas, revisan todo tipo de objetos extraídos del calabozo. El ochenta por ciento de las veces en que un novato pide una evaluación resulta ser un esfuerzo inútil. No obstante, de vez en cuando, no se sabe si por suerte o intuición, los aventureros traen cosas sorprendentes. Por otro lado, estas mismas cosas al ser objetos de alto valor, los hacen objetivos de algunos aventureros con malos hábitos, así que cualquier inspección se lleva a cabo en total secreto y confidencialidad.
Por su parte, la habitación en sí, es un piso de cerámica con murallas de cemento revestidas e insonorizadas, todo con el afán de mantener el secretismo. Solo hay una mesa rectangular y cuatro sillas. En la pared derecha que es donde por lo usual se gana la asesora, hay un largo estante lleno de libros con referencias.
Por su parte, Kain estaba mirando la estantería, pero al percatarse de que su aliento se convertía en una blanca bruma, pensó en temperar la habitación. Así que lanzo su magia "luz solar dadivosa" y elevo la temperatura a un clima casi primaveral. Asintió con gusto y después siguió revisando los títulos de los libros en busca de alguno que no haya leído.
Mientras tanto, había pasado media hora desde que Riveria se había ido. Kain tuvo que esperar otros diez minutos más antes de que Aina volviera. Ella venía con una gran caja de herramienta que tenía que cargar con ambas manos. Tenía unos ojos tristes y enrojecidos, además de unos parpados hinchados de haber llorado. Kain mostro una pequeña sonrisa, ya que la encontró linda. No obstante, ella percibió la mirada y miró hacia otro lado. Después camino hasta la mesa y dejo la caja.
-La piedra, señor- dijo Aina con indiferencia
Kain se dio la vuelta para mirarla de frente y estiro su mano con la palma hacia arriba mientras hacía aparecer la piedra desde su anillo. Aina tomo la piedra y después se volteo para mirar a la mesa y empezar a sacar una a una las herramientas; una pinza para medir el diámetro, un serie de lupas con aumento alineadas en un soporte, un juego de pocillos y botellas con reactivos químicos. Todo lo coloco en orden mientras sacaba una libreta y una pluma para tomar anotaciones. Después se movió nerviosa a la biblioteca y paso por al lado de Kain sin mirarlo a la cara. Saco un par de libros y los llevo a la mesa. Después puso la piedra debajo de las lupas de aumento y en total silencio, empezó a analizar la piedra.
-¿Cómo te ha ido últimamente?- pregunto Kain con un tono afectuoso mientras se sentaba al otro lado de la mesa, frente a ella.
-Bien, señor Dragonroad- respondió Aina tratando de mostrarse fría y distante
-¿Te ha tratado bien la guild?-
-No es su asunto, dudo que me pueda ayudar-
Kain sonrió y le dijo con total confianza -¿desafíame?-
Aina aparto sus ojos de la lupa y lo miró a los ojos -odio esa parte de ti que cree qué lo puede solucionar todo- dijo
Kain levanto los hombros con indiferencia y sonrió -tu eres la que me subestima- respondió
-Fanfarrón-
Kain soltó una risita y Aina se enfocó de nuevo en la lupa, estaba mirando los maravillosos colores y luces que tenía la piedra en su interior. Era como si fueran pirigüines moviéndose en una charca.
-Nunca había visto algo parecido- murmuro Aina, después tomo su libreta y comenzó a describir lo que vio. Después tomo las pinzas que parecían tener colmillos de acero en sus puntas y midió el diametro. Después dejo la piedra en la mesa y siguió anotando. Mientras tanto dijo -he estado saliendo con otros chicos-
-¿Y?¿Qué tal te fue?- pregunto Kain con una sonrisa
-Bien- respondió con una voz enfadada al ver esa molesta sonrisa -algunos han sido agradables y otros idiotas, pero ha sido divertido-
-Me alegro por ti, puede que sea un buen cambió de aire, por decirlo de alguna manera-
-Sí, puede ser- respondió Aina mientras cargaba la pluma sobre el papel, si no hubiera estado Kain en frente, hubiera tirado todas las cosas de la mesa al suelo -fue bueno, incluso algunos chicos fueron buenos en la cama-
Kain puso una cara incomoda y su boca dibujo una línea, pero aparte de eso no hizo nada más que levantar las manos mientras mostraba las palmas en un gesto "eso no tiene nada que ver conmigo", cosa que hizo enfurecer a Aina.
-Eres un imbécil ¿lo sabias?- le pregunto Aina enfadada
Kain sonrió y le respondió -no eres la primera que me lo dice-
Aina puso una sonrisa burlesca y le dijo -que bueno que lo tengas asumido-. Después tomo varias botellas con las manos temblorosas, las abrió y vertió el contenido en uno de los pocillos. Lo mesclo de manera torpe, como si quisiera machacar la formula en vez de revolverla. Después tomo la piedra con la derecha y por un momento la quiso lanzar con fuerza dentro del pocillo, pero calmo su arrebato, agitando su mano varias veces y solo al final soltó la piedra. Después la embetuno de una pasta verde y espero a ver su reacción. La pasta empezó a emitir un gas blanco, pero aparte de eso no le paso nada a la piedra. Aina la dejo reposar en el pocillo y tomo una vez más su libreta para seguir anotando datos.
-He salido con diez chicos- dijo mientras sus ojos se ponían acuosos -todos eran lindos y solo uno se puso tonto- añadió mientras empezaba a derramar lágrimas, se pasó el dorso de la derecha por los ojos -pero con ninguno funciono-. Entonces comenzó a derramar grandes lágrimas una tras otra mientras dejaba de lado la libreta y la pluma. Se tapo la cara y continuo llorando durante cinco minutos.
Kain se levantó, bordeo la mesa y la envolvió con sus brazos. Ella se volteó y siguió llorando en su pecho otro rato más. Después ella se separó y miró hacia otro lado -te odio ¿sabes?- pregunto
Kain asintió y con una rostro triste le dijo -lo sé, al final todo fue mi culpa-
-Así es- dijo Aina -tomaste todo de mí, te espere durante dos largos años y me dejaste fuera de tu vida antes de que pudiera entrar-
-Jamás he dicho eso- respondió Kain mirándola a los ojos -te dije que podíamos ser amigos y ver si las cosas funcionaban-
-Pero ya no queda espacio para mí- dijo Aina en un tono fuerte mientras las lágrimas caían -ya no hay lugar para mí, tienes otras mujeres, tienes hijos. Por dios, tienes una de las grandes diosas de Orario en tu casa ¿Qué hago yo ahí?-
Kain la envolvió entre sus brazos y ella se movió tratando de zafarse, pero él no la dejo. Al final, Aina reposo su cabeza en el pecho de Kain mientras sollozaba.
-Puedes acompañarme, puedes estar ahí conmigo- dijo Kain en un tono suave -en realidad, no puedo estar mucho, solo unos cuarenta años. Después de eso me iré y puede que no vuelva más a Orario. No creo que estés equivocado al buscar a otro hombre, ya que por lo menos, yo no puedo estar contigo hasta el final. Así que no importa lo que decidas, está bien-
-Eres un idiota ¿lo sabes?- le dijo Aina con voz compungida y lo abrazo con fuerza mientras lloraba.
Por su parte, lo único que pudo hacer Kain fue abrazarla y acariciarle la espalda mientras la escuchaba llorar.
Para cuando Aina dejo de llorar, el efecto de "luz solar dadivosa" ya había pasado. Bueno, para empezar ni siquiera lo había notado de lo enojada que estaba. Era una gran esfera de luz en una esquina de la habitación que se había desvanecido. Solo cuando volvió a hacer frio, extraño el cálido sentimiento.
-Kain- dijo Aina con una voz triste y suave -hace frio-
-Mm, déjamelo a mi- respondió Kain, movió su mano derecha y volvió a lanzar la magia.
Estuvieron parados por más de media hora y cuando se cansaron, Aina levanto su rostro y lo miró a los ojos -quiero hacerlo ¿quieres?-
-No creo que sea buena idea- dijo Kain -tu estado mental no es el óptimo, son muchas emociones-
-Estoy caliente, quiero hacerlo, tú eres el único que sabe cómo me gusta-
Kain hizo una mueca que disimulo una sonrisa, asintió con suavidad y se agacho para besarla. Sus labios se unieron mientras las ropas rosaban unas con otras. Por su parte, Aina quería comerle la boca, era como si estuviera sedienta y por fin hubiera encontrado agua. Lo añoraba hace tanto tiempo, no sabía ni porque se había enojado, solo recordaba que añoraba este sentimiento.
Por otro lado, Kain le beso la cara mientras bajaba y se dirigía al cuello.
-Espera- le dijo Aina con una voz débil, se desabrocho el corbata de moño, después la blusa y se la abrió hasta el estómago. Después estiro sus manos como si le pidiera un abrazo y Kain la complació. Este último le continuo besando el terso cuello, la clavícula. Le abrió la blusa y le beso los hombros. Con su mano izquierda le acaricio los pequeños senos y con la derecha le iba quitando la ropa.
Por su parte, Aina le desabrocho el pantalón y le abrió la cremallera del pantalón. Introdujo sus delicados dedos y le tomo el miembro. Se lo acaricio mientras añoraba un sentimiento dentro de ella, se sentía agitada y excitada. Movió su mano de arriba abajo mientras sentía como crecía, como se expandía -Sí- susurro con el delirio del momento -esto era lo que necesitaba, dámelo ¿quieres?-
-¿Ya?- le pregunto Kain y Aina asintió. Entonces Kain la levantó del trasero y la sentó en una esquina vacía de la mesa. Se cayeron los pocillos y las botellas, pero eso no les importo y siguieron con lo suyo. Kain le quito los pantalones dejando unas largas y esbeltas piernas a la vista. Después saco su miembro y Aina sonrió coqueta al verlo erecto. Esta última se relamió los labios y movió la tela de su ropa interior para que quedara visible su vagina. Una línea rosada carente de cabello.
Por su parte, Kain se acercó y la roso varias veces por encima de clítoris, cosa que la hizo gemir. La beso sin parar y al mismo tiempo que jugaba con los pequeños senos. Un rato después, ella lo condujo a dentro y cuando por fin entro la punta, ella tiro su cabeza hacia atrás mientras se apoyaba con ambas manos sobre la mesa.
-Esto, sí- susurro Aina con una voz caliente -esto era lo que quería, esto era lo que necesita, no sabes cómo lo necesitaba-
Kain asintió y la tomo por las caderas para entrar más en ella. Cada centímetro que él entraba, ella dejaba salir un gemido largo y extasiado, hasta que llego al fondo y ella tirito mientras acababa. En ese momento ella se abrazó a Kain con todas sus fuerzas para que no la dejara y le lamio el cuello.
Kain levantó la ceja izquierda en confusión. Si supuestamente había tenido tantos pretendientes esto no hubiera pasado. Al final, no especulo en el asuntó y se movió en el interior.
-No, por favor, no lo hagas- dijo Aina con una voz angustiada -todavía estoy débil-
-Yo no he acabado- le susurro Kain al oído, le mordió el lóbulo y ella tirito -realmente lo necesitabas-
-Sí, querido, sí lo necesitaba- confeso Aina -mis dedos nunca fueron suficiente, ahora ámame-
Durante el lapsus de una hora, se escucharon los gemidos de Aina que acababa una y otra vez. Por otro lado, Kain la hallaba tan sensual que perdió la cuenta de cuantas veces lo hicieron, pero lo que importa es que la habitación quedo clausurada por el día. Estaba inhabitable.