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—Oh... Su esposa está aquí.
Athena levantó la ceja, mirando significativamente a Dominique —¿Qué vas a hacer ahora, señor Infidelidad?
Las comisuras de sus labios se curveaban hacia arriba mientras esperaba la reacción de Dominique. Para su sorpresa, Dominique ni siquiera entró en pánico.
—Vamos, su esposa está justo afuera. ¿Por qué se ve tan tranquilo? —Athena se preguntó a sí misma.
—¿Qué debo hacer? ¿Dónde me escondo? —Athena consultó a Dominique—. Tu esposa está aquí. No podemos permitirnos ser atrapados así.
—Pero no has terminado tu trabajo —replicó Dominique—. Continúa. No me dejes a medias —añadió en su tono autoritario.
—¿En serio? ¿Quieres que continúe? Tu esposa está esperando afuera —se quejó Athena exasperada.
—Es tan sinvergüenza. ¡Tipo infiel! —Athena frunció los labios.
Ser atrapada hoy no era parte de su plan. Todavía estaba lejos de lograr su objetivo. No podía permitir que Sasha los atrapara así.
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