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01 | La Taza de Café

La batalla de miradas era intensa entre ambos hombres. Loid, quien disimulaba su ira interna al presentir fallos en su entrevista de trabajo y Yuri, el cual no tenía intenciones de calmarse para resolver las cosas con profesionalidad.

── Bien, Forger. Seré sincero contigo ── Comenzó a hablar con un tono arrogante, como si las palabras se arrastraran. ── , las compañías grandes como nosotros no tenemos tiempo para escribir cartas a un don nadie para avisar que fue rechazado. No eres parte del equipo, eso es todo. Puedes retirarte. ── Tiró bruscamente el currículum del rubio sobre la mesa, dando por terminada la conversación.

¿Cómo era eso siquiera posible? Estuvo allí encerrado con aquél tipo alrededor de tres horas, respondiendo todo a la perfección de una manera única y carismática, 100% planeada pero bien ejecutada. Sin embargo, Loid fue descartado como un montón de basura.

Pensó que los rumores sobre el nuevo entrevistador de Black Rosé eran sólo eso: una cháchara que la gente o incluso empresas enemigas podrían exparcir para arruinar su reputación, pero terminó siendo todo verdad. Se sentía destruido y decepcionado de sí mismo, pero a la vez motivado. Los ciudadanos comentaban que no llegaban a la media hora de charla ya que eran literalmente echados del lugar por el pelinegro.

Sin quejas ni desubicaciones por su parte, estaba listo para retirarse del lugar, hasta que una mujer alta y elegante entró a la habitación con apuro, como si su vida dependiera de ello.

── ¿Yor? ¿Qué haces aquí? Se supone que estabas en una reunión. ── Exclamó enfadado.

Para el joven de 21 años, su hermana no debería molestarse por pequeñeses como entrevistas. Por otro lado, Loid trataba de no sudar del nerviosismo. La mujer no sólo se veía enojada, si no que era la grandiosa mente brillante de los Briar y su ex posible jefa.

── ¿Estás loco? No puedo asistir a una reunión yo sola sin un buen secretario a mi lado, me volvería demente entre tanto papeleo. Tuve que posponerla dentro de una semana por tu culpa.

── Ugh... ── Bufó el menor de la habitación. Odiaba cuando Yor se enojaba, sin importar por qué fuera. Lo destruía, pero sobretodo le disgustaba que no entendiera la situación: Nadie era lo suficientemente bueno para ser su secretario a excepción de él mismo.

Mientras Yuri hacía su berrinche, Yor prestó atención a la 3ra persona en la habitación. Un tipo apuesto, el estereotipo de hombre perfecto en el mundo de la estética; Incluso su ropa era increíblemente adecuada y formal para la situación.

Una brillante idea cruzó por la cabeza de la joven millonaria y no dudó en llevarla a cabo, pero primero debía cumplir el protocolo, así que arrebató los archivos y anotaciones que su hermano tenía en sus manos y empezó a leer con rápidez. Este muchacho era un posible trofeo.

── Así que Loid Forger, ¿Eh? Te quiero aquí, mañana mismo a las 07:00AM. Yo me encargaré de tu entrevista y de algunas más. ── Dirigió una mirada a su hermano por arriba de los hombros, aún con enojo. ── Después de todo, tendré tiempo libre gracias a alguien. ── Terminó de decir, haciendo énfasis en la última palabra.

Luego de eso, se retiro de la pequeña pero moderna oficina de paredes opacas, siguiéndola Loid a pocos pies de distancia para escapar de las garras del hermano menor de la gran estrella.

Afortunadamente, pronto tomaron caminos separados, por lo que ya no se sentía como un acosador. Era muy mal visto que un hombre tome el camino exacto de una mujer.

"Si logro entrar a Black Rosé, Anya no tendrá problemas para ingresar a una gran escuela. También podré darle premios si logra buenas calificaciones... Aunque no debería mimarla demasiado." Pensó para sí, pero la verdad es que estaba nervioso por el día de mañana. Nunca se esperó que la ejecutiva en jefe de la empresa más famosa del momento lo quiera a primera hora para una entrevista. Debía calcular todo a la perfección para hacer que absolutamente el más mínimo detalle sea perfecto.

[...]

Hora de la merienda. Por lo general, cuando había una buena noticia o esperanza de que sucediera algo positivo, la familia Forger iban a merendar a una cafetería acojedora. La costumbre empezó semanas después de que ambos padres se enteraron de la llegada de Anya, desde entonces, ellos y la pequeña niña llegaban deslumbrando con sus tres sonrisas y carcajadas. Eran la familia perfecta sin saberlo, sin forzarlo.

Lamentablemente, tras el entierro de la señora Forger, Loid ya no creía que podría volver a festejar algo de la misma manera que antes, incluso si su ex mujer hubiera deseado lo contrario. Pocos días después del funeral, el rubio empacó todas sus cosas y abandonó su vieja casa, llevándose a su pequeña hija de tres años con él. Por supuesto, Anya no tiene casi recuerdos de su madre biológica, sólo sabe que su padre la amaba muchísimo.

── ¡Esto es como un dejà vu! ── ¿Dejà vu? ¿De dónde su hija de ahora seis años había aprendido una palabra como esa? ── ¿Qué acaso no recuerdas, papá? Veníamos a lugares como este cada cierto tiempo con mamá. Ella me tenía en brazos y tú aparecías con comida.

Eso sin duda fue inesperado. No sólo estaba el hecho de que Anya parecía crecer y entender cada día un poquito más, si no que también tenía vagos recuerdos de su madre. Eso lo hacía feliz. Anya era una niña muy especial y afortunadamente, muy alegre.

── Anya, iré a pedir la comida. Por el amor de Dios, no te vayas a ningún lado con nadie que no sea yo, ¿Está bien? ── La miró con los ojos bien abiertos, cosa que hizo reír a la pequeña. Sin embargo, detrás de su risa inocente, salía un pequeño demonio con planes en su cabezilla.

Asintió con la cabeza y al segundo que su padre levantó la mirada, escapó hacia la cocina de la cafetería, preparándose para el show.

Con delicadeza, trató de llamar la atención de una de las tantas trabajadoras del local.

── ¿Qué ha pasado, pequeñita? ¿Te has perdido? ¿Necesitas ayuda para encontrar a tus padres? ── La mujer podía admirar los enormes ojos verdes de la niña, quien hacía cara de perrito mojado.

── Mi padre está muy enfermo y necesito ponerle esta medicina, ¿Puedo? ── Habló entre falsos llorosos y sacó un pequeño frasco de su bolsillo.

La mujer aceptó, ¿Cómo decirle que no a la dulce princesita? Parecía un ángelito lleno de pureza. Sin embargo, por dentro, una canción victoriosa resonaba dentro de su cabeza, junto a una sonrisa entre orgullosa y malvada.

Así se sentía, hasta que luego de volver a la pequeña mesa en la que estaba con su padre (que aún no terminaba de ordenar) leyó bien el frasco que tenía en sus manitos.

── Po-pócima de a-amor. ── Leyó con dificultad y lentamente. Quedó pensando unos segundos en qué significaba, pero tenía que ser rápida, esto no estaba en sus planes. Allí debía decir "gases", no "amor".

Estuvo cinco minutos pensando, hasta que finalmente llegó su padre.

── Pa, ¿Qué es el amor? ── Cuestionó al mayor, mientras se comía una media luna.

── Es cuando quieres mucho, pero mucho, a alguien. Tanto que quieres pasar el resto de tu vida con esa persona, ¿Por qué la pregun...?── No pudo terminar de preguntar, su hija había salido corriendo del lugar en busca de la taza de café en la que colocó aquél líquido de tonos rosa.

"¡Es como en las novelas de Becky! Quien sea que tome esa taza de café, ¡Querrá darse besitos con gente extraña e ir a lo oscurito!" Pensaba con terror la niña, siendo mal influenciada por su mejor amiga del colegio.

Debía concentrarse en el olor de esa pócima, la cual con razón era tan dulce, pero en una repostería ¡Todo olía dulce!

Fue allí cuando vio un humo con forma extraña salir de una pequeña taza de café. Había encontrado a la víctima y parecía aún estar intacta, así que fue corriendo hacia ella.

── ¡Señorita! Por favor, no beba de esa taza de café, ¡Se enamorará y querrá casarse! Es realmente peligroso que la casen. ── La mujer volteó a ver a Anya con una deslumbrante sonrisa, viendo que la niña estaba algo confundida respecto a los conceptos de casarse y ser casador. No pudo evitar reír levemente.

Antes de que pudiera siquiera calmar a la desconocida en miniatura, una voz masculina a lo lejos se escuchó.

── ¡Anya! ¿¡Qué demonios fue eso!? ¡Te podrían haber secuestrado! Pídele una disculpa a la señorita también por estorbarla. ── Fue entonces cuando el hombre levantó la mirada y entró en pánico. Sus piernas no dejaban de temblar. Yor Briar estaba frente a él, con una bella sonrisa, mirándolo directamente y un bigote de café que limpió al instante con una servilleta.

── ¿Te gustaría tener una cita algún día? ── Preguntó la de hebras negras a Loid.

"Oh, no." Fue el único pensamiento de los dos miembros de la familia Forger.

Este capítulo lo escribí 4 años atrás. Por supuesto, le hice unos ajustes, pero es una historia realmente vieja que tuve en mente por mucho tiempo. Espero les guste.

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