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PROLOGO

Hoy me dispongo a contar una historia, una que necesita ser revelada. Búsquenme, si así lo desean. Ejecútenme incluso, si necesitan guardar ese horrible secreto entre manos mientras se desvanece entre la oscuridad que reina el espacio. Pero no voy a contarles más de lo que les voy a narrar. No me voy a guardar nada, ni tampoco alterar nada. Voy a plasmar todo y cada una de las cosas que han pasado.

No voy a divagar en disquisiciones innecesarias. Cierto es que necesita un desarrollo, pues me veo obligado a no saltar entre partes y más bien demanda ser contada con coherencia y precisión. Vuelvo a repetir que es una historia reciente y que, aun contándola no estoy resguardado ni seguro. No tolerare discusiones ni debates sobre mis experiencias, ya que solo yo y justamente yo las he vivido en carne propia, Entonces por dónde debería comenzar. ¿Por el primer día o igual antes del conflicto? Varias ideas surgen en mi todavía caótica mente. Sin embargo casi creo, o diría que es más oportuno presentarme a mí mismo y aportar una breve introducción de aquel lugar.

Una vez más, mi nombre es Dante Valehart y actualmente soy un huérfano, proveniente del planeta Arcadia. No negaré que he cometido atrocidades en contra de mi código de honor, pero cada acción por muy cuestionable que parezca, ha sido motivada por la necesidad de sobrevivir y preservar esta verdad que ahora ansío compartir.

En mi infancia y eterna juventud he sentido la llamada del vacío inconmensurable, razón que dio como consecuencia, mis ganas de salir al espacio. No como un viajero ni un mercader incluso si fuera de especias. Mi ambición, es más profunda y significativa. Aun así les insisto que todo llegará en el momento que vea adecuado. Entonces situémonos aquel día lejano al conflicto. Un recuerdo que atesoro y que todavía me estremezco al acordarme.

Era un día especial debido a que en ese lugar todos los días eran meticulosamente planificados. Aquel lugar, era una ciudad bajo tierra, de hecho estaba prohibido salir al aire libre con la premisa de que en caso de que exhalaras aquel oxígeno, tus órganos y entrañas acabarían podridos. Hipótesis que por supuesto rechazo y más les juro por mi vida, ya que mi padre y yo cada cinco media lunas subíamos a la superficie en secreto por un pasadizo construido por mi difunto padre.

Aquella noche la brisa de aquel páramo desolado rugía con fuerza. Nada ni nadie molestaba ni interfería. Incluso la Corporación Garbich-Vanlith. La cual reina sobre el planeta, incluso en este momento atrocidades deben estar cometiéndose. Como bien he dicho, aquel páramo desolado no presentaba rastros de vida, incluso de vegetación. Solo tierra infértil y malograda.

Estaba impregnado de un vago hedor industrial, razón de más que usáramos mascarillas. El primer recuerdo que guardo de mi presencia en aquel lugar, aun me aterra: La suave brisa aparentemente inofensiva susurraba al oído de manera monótona:

Cosmos... Ishtan... Desciende 

Un susurro apenas perceptible envuelto en galimatías que acariciaba mis sentidos con un canto tenue pero embelesador. Era como un cuchicheo seductor y bien es sabido, o mejor dicho rumoreado por las calles de la ciudad que esas voces eran en realidad portavoces del planeta.

Mi falta de experiencia, y debilidad me convertían en un blanco fácil, Por suerte mi padre, todo lo opuesto a mí estaba de acompañante. Su barba afeitada torpemente y la mirada serena que transmitía aportaban una gran tranquilidad en los momentos más oportunos.

Sus pasos resonaron suavemente por la superficie estéril. De manera natural sin palabras superfluas, deslizó su brazo como una rama de sauce cediendo a la brisa y lo posó con gracia sobre mi hombro. Un gesto silencioso de los que necesitaba de vez en cuando.

– Alza la mirada – Comentó. No iba a tolerar un no por respuesta, su objetivo era ponerme a prueba y valorar si estaba preparado.

Sin más demora, obedecí sus palabras y con ojos ansiosos me atreví a levantar la mirada. La brisa rugió una vez más, esta vez como si fuera un león invisible. Y los susurros comenzaron a desesperarse sobre mis oídos, entrando y retumbando mis entrañas.

¡Cosmos... Ishtan... Desciende!

¡Cosmos... Ishtan... Desciende!

A partir de ahí; un silencio sepulcral. Mis ojos se perdieron en la vastedad del universo. Las estrellas como destellos de luz eterna se expandían por todo el panorama. Una, dos y tres lunas danzaban con lentitud por el cosmos. Cada luna parecía llevar consigo su propia historia; una estaba en perfecto estado y déjenme decirles que era completamente redonda y sin fisuras, una obra de arte. Otra por el contrario estaba surcada por viejas cicatrices, cráteres y hendiduras todas debido a impactos o colisiones. La última era terriblemente llamativa, aquella luna conservaba marcas como de mordeduras... Me dio escalofríos, daba la impresión de haber sido un alimento para algo tenebroso.

No obstante, a pesar de la gran presencia de esas tres lunas. Una masa se alzaba majestuosamente como un titán solitario entre las estrellas. Su presencia opacó a cada una de las tres lunas sin ningún tipo de esfuerzo. Yo por mi parte afirmó no dejar de observar ese planeta, el cual es bien conocido como: Ungoliant

Sin embargo durante un cuarto de hora estuve observando al milímetro cada uno de los detalles; el tamaño ya daba mucho de qué hablar pues parecía abalanzarse sobre nosotros y en cualquier momento colisionar. La oscuridad se desplegaba sobre Ungoliant y bajo mi criterio aquel planeta no conservaba vida. Y hubo algo que me consternó más allá de una mera inquietud. A lo largo del planeta, sobre él yacía una nebulosa. No es nada extraño pero algo no tenia sentido. Las nebulosas tienen patrones de movimiento y pocas veces duran más de unas semanas en un mismo lugar.

La razón, más que justificada es que aquella no se había movido en todos estos años. Cubría la parte central de Ungoliant lo suficiente para no ser vista con claridad. Nada más verla supe que algo no cuadraba, pero no poseía más información. Y una sensación de incomodidad surgió de entre mis venas, recorriendo mi sangre y desencadenando en un par de escalofríos sobre mi espalda.

Quiero recordar, que tras eso traté de descifrar si algo de gran importancia acechaba tras la nebulosa. Y en ese mismo momento en el que mis oscuros ojos penetraron tras la nebulosa, los susurros resonaron con más fuerza que nunca como agitados adentrándose en mi mente.

¡Desciende! ¡Desciende! ¡Desciende!

Y entonces acudió a mí el momento de la verdad; esos susurros, seductores, misteriosos e insufribles consiguieron desmayarme. Tendría que haber tenido más cuidado. Intenté desafiarles y me adentré en unas extrañas visiones si no me equivoco.

Pues al abrir los ojos me encontraba en otro lugar, por supuesto ajeno a mí en ese momento. Estaba oscuro y un ruido familiar se hacía notar: Las gotas de agua estampándose contra el suelo. Debía estar bajo tierra probablemente en una cueva. Sin darme cuenta y sin tiempo para pensar la imagen cambio; de repente llegué a un lugar ensombrecido con una puerta gigantesca que solo ella parecía deslumbrar entre la negrura del entorno. Cada centímetro de ella estaba grabada en símbolos antiguos y desconocidos, por desgracia fuera del alcance de mi conocimiento actual.

Mi padre con su sabiduría y firmeza no cedió a los susurros y logró librarme sacarme de aquel trance con un intenso pellizco en mi mejilla. Sus palabras entonadas de manera similar a cuando me da lecciones, resonaron en mi mente como un eco ominoso: "Has dejado que te seduzcan... Debes tener cuidado, Dante".

Resopló algo irritado. A su parecer era un novato y por consiguiente un estorbo. En el solitario silencio producido por mi falta de experiencia intenté recomponerme.

– Perdóneme padre. Te aseguró que no volverá a pasar – Respondí con pesar. Por su parte él demostró una fortaleza inquebrantable al ser capaz de mantener la cordura e incluso deslizar la mirada sobre la nebulosa y no sufrir ningún cambio negativo. No exhibía señales de esfuerzo ni mostraba indicio alguno de debilidad. Solo fijo la mirada en aquel lejano punto.

– Dante – Comenzó solemnemente.– Nuestra estirpe es excepcionalmente singular incluso podría decirse que legendaria si así lo prefieres. No es necesario apresurarse, solo tienes que progresar a tu ritmo de manera lógica y eficiente – Dijo con un tono serio de los que pocas veces he visto en él y más en esa situación donde la sonrisa y admiración eran sus únicas expresiones visibles, propias de un admirador el cual siente un profundo respeto por el universo.

En ese momento asentí confuso y poco después, media hora exacta. Decidió volver a casa.

Niego rotundamente sus palabras, no pretendo engañarles realmente todavía no he descubierto el significado detrás de ellas y así creo que todavía queda mucho para descifrarlas. Podría recalcar varios hechos más, mejor que no ya que no interesan. Lo único importante surgió que tras ese día no volví a ver a mi padre.