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Soy una madre jefa que quiere holgazanear.

Todo el mundo sabía que después de que la joven señorita Shen fue abandonada por un hombre salvaje, se volvió indulgente y quedó embarazada sin casarse. Después de ser expulsada de su casa, cayó en un estado de desesperación. Sin embargo, la infame Shen Ruojing apareció en el banquete de cumpleaños de la anciana señora de la familia Chu. Todos se burlaron de ella. —Los que envían millones en dinero de regalo se sientan en una mesa, mientras que los que envían decenas de millones en dinero de regalo se sientan en la otra. —Señorita Shen, ¿cuánto dio? La multitud esperaba que hiciera el ridículo, pero Shen Ruojing sacó de detrás de ella a un adorable niño pequeño y dijo: —Perdón, señora, ¿en qué mesa se sentará su nieto mayor? *** Tanto la madre como el hijo fueron llevados a la familia Chu, y Shen Ruojing quería pasar sus días holgazaneando, pero se encontró con el rechazo de la familia de diversas formas. —Tenemos hackers de primera clase, maestros de música, expertos en tecnología... Todos son conocidos en esta familia. ¿Qué aportas? Shen Ruojing se frotó la barbilla. —Bueno, todas esas cosas que mencionaron... Sé un poco de todo». Sus tres adorables bebés estaban a su lado y asintieron al unísono: —¡Podemos testificar que mamá sí sabe un poco de todo!

Mr. Yan · Geral
Classificações insuficientes
879 Chs
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Pensando En Ti

—Ahora Yun Yiheng se dio cuenta de que había revelado algo que no debía —dijo el narrador—. Su padre Yun Zhengyang le había advertido repetidamente cuando estaba en casa de que nunca debía revelar la identidad familiar de Shen Qianhui a los extraños.

—Rápidamente cambió sus palabras —dijo él—. Quiero decir que mi primo y mi prima política.

—Shen Yuansong entrecerró los ojos y parecía un viejo zorro astuto —dijo el narrador—. No expuso la mentira y sonrió. Oh, ¿qué pasa con ellos?

—Yun Yiheng recordó lo que Chu Cichen le había dicho, por lo que decidió no hablar tanto y respondió con calma —dijo él—. No mucho.

—Después de eso, se levantó —narró el autor—. Viejo señor, ¿dónde está tu partitura de cítara fragmentada? ¿Puedo llevarla a casa para restaurarla?

—Claro —respondió el viejo.