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Sombras Divididas

El destino es confuso. A veces pasa sin ser percibido, otras puede volver del revés la vida de alguien. Un chico normal, con problemas normales, viviendo una vida normal, justo como cualquier humano común... con la diferencia que el destino tenía otros planes para él. Un día, después de un extraño evento, se topó con dos chicas aladas y su vida se volvió mucho menos... normal. Fue arrastrado fuera de su planeta, probando la existencia de otros mundos y de extraños poderes como la magia misma. Desgraciadamente, el camino de regreso a su casa fue cerrado tras de si, dejando como única opción para regresar a su casa vagar a través de diversos mundos desconocidos . Al mismo tiempo, descubrió que no era capaz de usar magia, pero en su lugar obtuvo un extraño poder que le permitía tomar la energía del propio mundo, junto a otro extraño poder acompañado por una misteriosa y tenebrosa existencia despertando dentro suyo, sin la menor idea de si se trataba de un amigo o enemigo.

Gascart · Fantasia
Classificações insuficientes
67 Chs

La niña que no sabía volar

Típico, estás tan tranquilo encima de las nubes tras que tu fénix cocine a un cuervo gigante terriblemente feo y te cae encima de la cara algo que resulta ser una niña. Algo completamente normal al empezar el día.

—¡Buaaaaaaa! ¡Me duele la cabeza!

—Eso lo tendría que decir yo…

Todos estábamos mirando a la pequeña niña que había caído de vete a saber tú dónde y había estampado su maldita cabeza en medio de mi cara.

Era una niña de aproximadamente unos diez años de edad, con el pelo completamente azul y vestida con una especie de toga blanca. La imagen normal de una niña humana claramente… si no fuera por lo que parecían ser plumas que le crecían en algunas partes de su cabeza… Solo en su cabeza.

—¿Eso son plumas de verdad? —comenté mientras acercaba mi mano a su cabeza.

La niña enseguida se cubrió la cabeza y retrocedió en pánico.

—¿Qué quieres hacer con mis plumas?

—No, nada… simplemente quería ver si eran reales…

—Woah, realmente tienes un problema con las plumas, incluso una niña… no me digas que también quieres robárselas —me criticó Raidha.

—¡Tú calla!

—Mejor déjame a mí. Hey pequeña, ¿quién eres tú y de dónde has salido?

Raidha se acercó a la pequeña, pero en el momento que le tendió la mano la niña, esta se puso a llorar desesperadamente y se fue corriendo como alma que persigue el diablo a esconderse detrás de Calitia.

—Será posible. ¡No asustes a la pobre niña! —Calitia dijo mientras ponía su mano en su cabeza.

— ¡¿Ehhhhhhhhhhhhh?!

—¡Nooooo, no te me acerques!

Y ese estúpido grito de Raidha no ayudó mucho a solucionar la situación. La niña se escondió incluso más detrás de Calitia, quien se agachó y la abrazó.

—Pero… ¡¿Qué he hecho?!

—Vamos, vamos, no tengas miedo. Ladra mucho, pero no hace nada —Calitia intentó calmar a la niña.

Tímidamente sacó un poco la cabeza para mirar a Raidha.

—¡¡¡No me trates como a un perro!!!

Y otra vez la niña se abrazó con fuerza a Calitia, tras lo que ella empezó a acariciarle la cabeza en un intento de calmarla.

—Venga, no te preocupes. Mira, no hace nada.

Se acercó a Raidha y empezó a chincharla en la mejilla.

—Ves, no pasa absolutamente nada. Es completamente inofensiva, no muerde. No tengas miedo, no hay nada de lo que… ¡AAAAAAAAA! ¡ME HA MORIDO!

Tanto chinchar Raidha, esta terminó pegándole un bocado en el dedo.

«Creo que... ¡Te lo mereces!»

Me cansé de las tonterías de ambas, así que me acerqué directamente a hablar con la cría.

—Ya, calmaros las dos de una vez. A ver niña, ¿puedes por lo menos decirnos tu nombre?

La niña se me quedó mirando un poco con miedo, hasta que vio a Pyro en mi hombro.

— ¿Qué pasa? ¿Te interesa Pyro?

—¿Py..ro?

—Ve con ella, quizás la calmes.

[Está bien.]

Pyro voló a las manos de la niña, quien enseguida se calmó y se puso a reír tontamente.

«Lo que hacen los animales con los niños…»

Mientras tanto, las otras dos seguían literalmente mordiéndose tras haberme ignorado completamente.

—Bien, ahora que ya pareces tranquila, ¿puedes respondernos?

—Noné.

—¿Noné?

—M…me llamo... Noné —dijo la niña con la cabeza agachada y un tono bastante difícil de escuchar.

—Bien, Noné, ¿por qué tienes miedo de Raidha? Si quitas su mal humor, sus gritos y su prepotencia… Es buena chica, muy buena chica.

—¡Lo he oído!

Esas dos por fin se calmaron y volvieron con nosotros. Aunque la niña parecía haberse calmado bastante, volvió a pegarse a Calitia mientras miraba a Raidha con precaución.

—No entiendo por qué te doy miedo —se adelantó Raidha.

—Es que… tu ropa y aspecto… pensé que podrías ser un demonio —le respondió la niña apartando la mirada.

—¡¿Ehhhhhhh?!

Raidha volvió a gritar, y como era de esperar, Noné volvió a esconderse detrás de Calitia otra vez. Por lo visto ella le transmitía seguridad.

«Se nota que no la conoce... No sabe el grandísimo error que comete… No lo sabe…Si a alguien se le tiene que llamar demonio es esta…»

—No te preocupes, no dejaré que este demonio malvado te haga nada. Te juro por mi honor, que la mantendré atada. Y si hace falta, le pondré un bozal para que no pueda gritar ni morder.

—¡Serás zorra!

—Ya parad de una maldita vez con las tonterías… Mi salud mental está en juego ahora mismo… —terminé metiéndome entre ambas.

[Esta niña estaba encima del pájaro.]

—¿Cómo dices? Pero si lo asaste entero…

[Pyro vio una cosa blanca encima de él, así que no quemó ese lugar.]

— ¿En serio estabas encima del cuervo? —preguntó sorprendida Raidha.

—Ah, s...sí.

La niña no terminaba de entender lo que estaba pasando al vernos a mí y a Raidha hablando con Pyro y…

—¿Acaso tú no lo entiendes? —le preguntó Calitia a la niña al ver su extraña expresión.

—No…

—¿Entonces cómo es qué…?

Esta vez fue Calitia quien nos preguntó a nosotros, quienes únicamente pudimos negar con la cabeza.

—Nosotros tampoco sabemos cómo es que lo entendemos. Y por lo visto, parece que es contagioso... Lo siento, te lo pegamos.

—¿Cómo dices?

«No tengo ganas de intentar explicarle a esta cabeza de paja algo que ni siquiera yo entiendo.»

—Bien, como sea. Bueno, Noné, qué hacías subida en ese animal. Eso es peligroso, podrías haber tenido un accidente horrible.

La niña se encogió y desvió la mirada de Calitia antes de ponerse a hablar.

—Yo es que… no puedo volar. Mientras jugaba vi ese pájaro durmiendo en el suelo así que me acerqué sigilosamente y subí en él, pero entonces se despertó y salió volando a toda velocidad… y no supe como hacer para detenerlo. Yo.. yo… ¡Únicamente quería volar!

Tanto Raidha como yo intercambiamos miradas que claramente estaban preguntando: ¿Y no se te ocurre otra cosa que subirte encima de un enorme animal salvaje?

«¡Otra idiota! Últimamente solo encuentro cabezas de pájaro…»

Pero en fin, solo era una pequeña niña… los críos siempre hacen locuras. Supongo que se podía considerar afortunada de que nosotros pasáramos por ahí.

—Eres una especie de amante de los pájaros, ¿o algo por el estilo? —le preguntó Raidha.

—Ah, sí. Me gustan mucho.

—Eso explica por qué te pegas a Calitia —se me escapó sin pensar.

—¿Eh? ¿Yo? ¿Por qué?

—Bueno… tienes alas… Lo más seguro es que sea por eso ¿verdad?

Noné miró a Calitia y se puso un poco colorada.

—Ja, ja, ja, te ves como un pájaro —se burló Raidha.

—¡No te rías! Es mejor ser un pájaro que un demonio ¡Yo por lo menos tengo alas!

En la cara de Calitia se mostró una sonrisa prepotente mientras meneaba sus alas provocativamente delante de Raidha. Esta se calló de golpe y cambió su risa por un temblor de furia.

«A eso se le llama echar sal en la herida… Mejor volver al tema de la niña antes de que estas dos entren en guerra de nuevo.»

—Bueno, bueno, pero ¿no viste que es peligroso subirse a un pájaro? ¿Acaso tus padres no te han dicho que las alturas son peligrosas? —me dirigí a la niña.

—Pero acabo de cumplir los once...

—¿Y?

—Ya tengo once… las alturas no deberían ser peligrosas…

—No, no importa la edad, las alturas siguen siendo peligrosas… más desde encima de un pajarraco…

—Todos… todos… ¡todos los de mi edad ya pueden volar! — dijo levantando su cabeza con lágrimas en sus ojos.

—¿Ah?

«"Las alturas son peligrosas" Buena frase solté sin acordarme que estamos encima de las nubes… Tendría que haberme dado cuenta. Vive encima de las nubes y le salen plumas de la cabeza… Lo más probable es que su raza pueda volar…»

—Bueno, si te sirve de consuelo… Yo tengo dieciocho, y nunca en mi vida he volado.

Su rostro lloroso se suavizó un poco y sus ojos se quedaron fijos mirando los míos mientras se hacía el silencio. No sé si la había conseguido calmar un poco diciéndole eso, pero las lágrimas dejaron de salir y su boca se entreabrió. Probablemente la emocioné un poco y no sabía qué decir.

—Pfffff ja, ja, ja ¡Tan mayor y no puedes volar! ¡Eso sí que es triste! Eres patético.

«¡Maldita cría… La voy a...!»

Durante un instante su timidez y expresión triste desaparecieron y empezó a reír. A pesar de eso no tardó en volver a su semblante tímido y a avergonzarse exageradamente de su reacción. Por lo menos pareció reconfortable ver a alguien mayor que tampoco puede volar.

—Nosotras tampoco podemos volar —agregó Raidha.

—Habla por ti, yo sí que puedo.

[Pyro puede volar.]

—Tu eres un pájaro, lo raro sería que no pudieras… Bueno, los otros de tu especie no cuentan… Y tú, no te rías tanto ¡No somos ni de tu misma especie para empezar! —cambié del pájaro a la cabeza de pájaro.

Noné nos empezó a mirar a todos. Tardó un poco, pero por fin pareció darse cuenta de que no éramos como ella. Entonces abrió muchísimo la boca de sorpresa.

—¿Qué sois?

—Humano.

—Silphen.

—Katryde.

[¡Pyro!]

—¿De verdad no sois celestiales? ¿No sois infernales?

—No... ¿Qué son los infernales?

—Son los demonios que viven debajo del cielo. Nunca los he visto en persona, pero siempre me han contado que comen niños y no debería acercarse a ellos. Son unos seres que hemos de evitar a cualquier coste. Por suerte ellos están desterrados ahí abajo y no pueden subir.

Nos miramos entre nosotros extrañados. Dijo celestiales, los que viven en el cielo ¿Ángeles? E infernales… La tierra volcánica que vi ¿El infierno? ¿Demonios?

Por lo visto estamos en un mundo donde cielo e infierno son lugares físicos. Lo que teníamos delante es una pequeña ángel que no tiene nada que ver con divinidades, una simple habitante del cielo.

—Parece que los silphen y los katryde no son los únicos ángeles y demonios que existen.

—¡No somos ángeles ni demonios! —gritaron ambas chicas a la vez.

—Para vosotros no será así, pero para los que crean que sois ángeles seréis ángeles, y si os llaman demonios seréis demonios. Lo único que cambia es la perspectiva de quien lo mira.

—¡Pero no somos demonios! —insistió Raidha.

—Los silphen podrían ser perfectamente ángeles también, ángeles con alas negras —le contesté.

—Eso es estúpido. Las alas negras las tienen los demonios —me interrumpió la rubia.

—Eso es solo porque los katryde lo han decidido así...

—¡Los demonios sois vosotros!

—¿Veis? Es estúpido pelear por eso... Lo que tenemos que hacer ahora es ver qué hacemos con el angelito que tenemos delante.

—¿Yo? —preguntó tontamente la niña.

—Tendremos que llevarte con tus padres, ¿verdad? —se le acercó Calitia.

Noné bajó la cabeza mientras parecía reflexionar profundamente en algo. Cuando por fin la levantó pude notar una extraña determinación en su rostro.

—¡Sí! Pero… No sé dónde está mi ciudad. Creo que volé muy lejos.

—No sé por qué, pero me lo veía venir…

Y así, nos ha tocado cuidar a una niña de once años. Por lo menos tengo pollo… Bueno, cuervo…