Eso sí que era un auténtico dragón, no como los pequeños de antes. Su altura alcanzaba a la de un edificio de tres plantas. Su piel estaba cubierta por unas escamas de un rosa pálido, cuyo tamaño era mayor al de mi cabeza. Le crecían dos inmensos cuernos rectos terminados en punta y cada una de sus cuatro patas poseía cinco garras desproporcionadas. Al lado de estas, yo me veía como un enano. Superaban mi altura con facilidad. Y sobre la cola ni quiero hablar… Pero era casi tan larga como su propio cuerpo, con un "adorno" en la punta parecido a una estrella del alba. Todo él junto, y también separado, parecía ser exageradamente peligroso.
En el momento en que se levantó, abrió las alas tanto como pudo, cosa que le hacía parecer muchísimo más grande de lo que era. Y por si no asustara lo suficiente con su aspecto, nos rugió en la cara. No pude evitar mirar a mis pantalones para comprobar si me había meado encima… Por suerte no… Pero creo que Noné sí.
—Chicas… ¿Alguna tiene un huevo sin yema?
—¡No es momento para tus idioteces! —me gritó Raidha.
—Noné, no te apartes de mí, es muy peligroso.
-No creo que este sea como los anteriores. Dudo que lo puedas ganar con un poco de electricidad. Idiota, más te vale ser capaz de hacer algo útil esta vez.
—¡Entonces haz algo tú! ¡Venga sal! —me quejé ante mi mismo.
-... Dedependes demasiado de mí. Si sigo haciéndolo todo yo nunca aprenderás nada. Y si no aprendes nada, dependerás de mí. Y si sigues dependiendo de mí….
—En serio… ¿Qué mierda te pasa últimamente? —murmuré.
Por mala suerte no había tiempo ni para andar peleándome conmigo mismo, ya que el lagarto empezó a moverse perezosamente. La opción más inteligente…
—¡CORREEEEEEEEEEEEEEEDDDDDDDDD! —grité a todo pulmón.
Nadie se lo pensó dos veces. Corrimos con todas nuestras fuerzas por las calles de la ciudad mientras el lagarto nos perseguía rompiendo edificios a su paso.
—¡¿Por qué nos persigue?! ¡¿Qué le hemos hecho?!
—Pues probablemente… ¡Matar a todos sus amigos!
—No podremos escapar de eso todo el rato. Tampoco hay lugar seguro en el que escondernos. No podemos hacer nada más, tenemos que enfrentarlo.
—¡¿Pero tu viste eso loca?! ¡Es enorme!
—El tamaño no importa.
—¡El tamaño SÍ importa!
—Vosotras dos, no vale la pena discutir sobre eso… Pyro, ¿puedes distraerlo un poco?
[Entendido.]
Pyro se lanzó al ataque y empezó a lanzar llamaradas por todos lados. Parecía una mosca pesada revoloteando alrededor del lagarto y, como se podía suponer, no le hacía absolutamente nada. Por lo menos era capaz de molestarle y, como yo quería, le hizo centrar la atención en él.
Pyro hábilmente esquivaba los ataques, dándonos tiempo a preparar una estrategia.
—Bien, hora de pensar que hacer… Raidha, mantén las distancias. Lanza lo más fuerte que tengas, y si no puedes dañar sus escamas, ataca a los ojos o… No creo que tenga escamas en el culo… Yo atraigo la atención tu dale por detrás. Metele una lanza por el ojal o algo así.
—Entendí.... ¡¿EEEEEEHHHHHH?!
—Calitia, tú ayúdame en la vanguardia.
—No puedo dejar sola a Noné.
—No os preocupéis por mí… Me las apañaré… De… ¡de verdad! No quiero ser... una carga.
—¡No digas tonterías! ¡Te digo que es peligroso! ¡No puedo dejarte sola!
—¡No hay tiempo que perder! En fin… Haz lo que quieras... Apoya a distancia o lo que se te ocurra ¡Vamos!
Nuestro actual grupo parecía relativamente equilibrado. Calitia era la más especializada en el cuerpo a cuerpo, Raidha era nuestra artillería a distancia y Pyro nuestro poder de Fuego. Yo… Bueno, supongo que yo podría llamarme el comodín. Sin embargo, nuestra vanguardia decidió quedarse en la retaguardia y nuestro atacante más poderoso era inútil contra este enemigo. Eso nos dejaba a solo dos peleando en serio, y probablemente Raidha tampoco sea capaz de dañarlo.
Intenté acercarme sigilosamente al dragón y descargarle toda mi potencia en el primer ataque, pero me vio. Se olvidó del molesto Pyro y me atacó con su pata. Gracias a mi alta velocidad pude apartarme de su garra por escasos centímetros. Toda la nube se sacudió con la fuerza del impacto.
«Para ser tan grande es muy rápido…»
Otra garra vino siguiendo a la anterior y luego un mordisco. Cada ataque sacudía y arrancaba trozos de la nube.
—¡Cuerpo a cuerpo abortado, abortado!
Retrocedí e intenté ponerlo de espaldas a las chicas. De esta manera sería imposible alcanzarle… Los ataques de Raidha y Calitia empezaron a llegar desde atrás del dragón. Estos tampoco parecían hacerle mucho daño, pero alguno que otro pareció sentirlo y se giró enfadado a ver de donde salían los golpes.
«Bien, mi oportunidad.»
Salté tan alto como pude, por encima del lagartijo, y con algo de dificultad, volé hasta ponerme justo encima suyo.
—¡Hey lagartija! ¡Mira a cámara!
Con mi grito, el dragón levantó la cabeza para mirarme. En ese momento dejé caer el relámpago más potente que pude crear. La electricidad recorrió su enorme cuerpo mientras dejaba escapar rugidos de dolor. Me apresuré en retirarme y tomar distancia.
—¿Lo mataste? —se me acercó Raidha.
—Pues… ¡Creo que no!
Aunque quedó bastante afectado y dolorido, no estaba muerto. Claro, se trataba de un dragón de verdad, no podía ser tan fácil. Sacudió un poco la cabeza para quitarse el aturdimiento y en pocos segundos había recuperado la compostura. Volvió a enfrentarnos, y esta vez, ¡cabreado!
Meneando la cola como un loco, empezó a romper todo a su alrededor. Las piedras volaban por todas direcciones. Por si no fuera poco el enfrentarlo a él, nos tocó evitar la lluvia de escombros.
«¿Acaso mis rayos no le hacen apenas daño? ¿Será que los pequeños simplemente eran unos debiluchos? Lo único bueno que me queda contra esta cosa es la velocidad... Me falta poder de ataque y defensa… En las películas dan a entender que el viento es un arma afilada, ¡pero no puedo crear cuchillas de aire! O quizás sí…»
—Chicas, si podéis, inmovilizadle.
Había una pequeña posibilidad… No obstante, no era algo que podría hacer fácilmente. Para crear una cuchilla de viento necesitaba lanzar aire a una enorme presión. También necesitaría hacerlo con la menor superficie posible para que fuera lo más afilada posible. En otras palabras, tenía que lanzar una ráfaga de viento del tamaño de un hilo a una presión exagerada sin que se disipara por el camino…
«Siquiera sé si podré hacerlo… De lo que no hay duda es de que no lo podré hacer mientras peleo de frente contra un enemigo tan peligroso.»
—Calitia… Nos cambiamos.
—¿Qué?
—Yo me quedo con Noné. No te preocupes, la cuidaré bien. Tú ve a pelear al frente. Necesito prepararme, no dejes que me moleste. ¿Podéis inmovilizarlo de alguna forma?
—Esta bien ¡Más te vale que no le pase nada a Noné!
—No, no… ¡Ve de una vez!
Me llevé a Noné lo más lejos que pude mientras mantenía una buena visión de la pelea.
—Bien, aquí será suficiente… Hora de ponerse serio.
—¿Qué vas a hacer? —me preguntó la niña.
—Algo... que no sé si podré hacer.
—Pero… pero entonces ¿Para qué?
—Porque si no lo intento no sabré si puedo o no. Ahora mismo es la mejor opción que tengo.
—¿Y si falla?
—Entonces… ¡Buscaré otra cosa! Pero confío en que no fallará… Si no lo hiciera ni lo intentaría.
—Tanta confianza… ¿De dónde la sacas?
—Pues… Si no confío en mí mismo… ¿Quién lo hará?
No tenía tiempo para perder con la cría, con lo que me preparé para lanzar mi ataque.
«Volvamos a lo de siempre… Concentración, concentración… No pienses que lo que vas a hacer es imposible porque no lo es…»
Estiré mi mano a un lado. Tenía que alejar el aire de nosotros tanto como fuera posible, ya que era algo peligroso. Un simple fallo y podría cortarme a mí mismo en dos.
«Soy uno con el aire… El aire es una extensión de mi mano…»
Agarré una parte del aire que nos rodeaba. Lo justo, ni más ni menos. Necesitaba hacer una diferencia clara entre el aire que me rodeaba y el que sería mi "espada". Este paso era el fácil… Noné me miraba con expectación sin entender lo que estaba haciendo.
Formé algo parecido a un círculo. Crear la presión necesaria para hacer una hoja de viento podría no ser posible, ¡pero hacer una sierra de aire si! El aire concentrado en mi mano empezó a girar violentamente. Como resultado, un silbido empezó a sonar y el viento a su alrededor empezó a arremolinarse creando una fuerte ráfaga de viento a mi alrededor. Giraba y giraba, cada vez más rápido. Para ver si podía hacer algo, lo acerque a una pared cercana. El aire golpeó la roca y dejó un corte, pero ni de cerca sería suficiente para hacer daño serio al dragón.
—Esto no servirá…
Me quedé por un momento observando el aire girando en mi mano. Una simple sierra no sería suficiente, pero entonces se me ocurrió que si una era suficiente, muchas quizás harían la diferencia.
Empezé a amasar capa de viento girando a alta velocidad encima de otra, e incluso lo hice de tal modo que las diferentes capas giraran en sentidos opuestos. En el momento que acerqué esa masa de viento a la pared, esta vez si que hizo rápidamente mella en ella. No la cortó limpiamente, pero arrancó piezas como si se tratara de una radial echando chispas al rojo vivo.
—Creo que está listo… Le toca al dragón.
—I… ¡Impresionante!
—Una sierra giratoria. Una cuchilla que golpea la misma zona miles de veces por segundo… Puede que un corte directo no sea capaz de dañar sus escamas, pero si golpeas el mismo punto miles de veces seguidas, al final tiene que dejar mella.
«Esto no es exactamente lo que normalmente se consideraría una cuchilla de aire… Pero el efecto tiene que ser el mismo o mejor incluso… No parece un ataque que pueda repetir muchas veces… ¡Más me vale acertar!»
—¡Chicas! ¡Ahora! ¡Immobilizadlo de alguna forma!
Ambas estaban haciendo un buen trabajo manteniendo a raya al lagartijo. Calitia en la vanguardia era mucha mejor opción que yo.
—¡Yo me encargo!
Tan pronto Raidha desató su magia un grupo de sombras empezaron a subir por las patas del dragón envolviéndolas y, poco a poco, extendiéndose por su cuerpo. Su movimiento fue parcialmente bloqueado, pero no parecían ser capaz de aguantar mucho.
—Eso no será suficiente. Déjame enseñarte.
Al igual que con el hechizo de Raidha, unas cadenas blancas se formaron alrededor del dragón y lo ataron al suelo.
Lancé la sierra, que voló directamente a la cabeza del enorme lagarto. La sangre voló… Pero no murió. Antes de que le diera de lleno consiguió romper sus ataduras y, por escaso margen, evitó un golpe fatal… A costa de su ala y pata delantera derechas. El rugido de Rabia y dolor se sintió como si un terremoto sacudiera la nueve a nuestros pies. No pude evitar dejar salir una sonrisa irónica.
—Ves Noné… Pude cortarlo… Pude... ¡Chicas retiraros!
Noné también dejó salir una pequeña risilla. No lo maté, pero fue una herida importante. Con una pata menos no podría correr bien y sin un ala no volaría. Conseguimos la ventaja. Si eviatábamos su aliento y peleábamos a la defensiva, probablemente terminaría cayendo por pérdida de sangre.
[Ha sido impresionante.]
—¡Buena Drayd! ¡Seguro que la próxima no podrá evitarla!
—Yo no habría fallado.
—Pues haberlo atado mejor… —me quejé ante el comentario de Calitia—. Y no habrá próxima… No puedo repetir un ataque como este muchas veces seguidas... De todos modos, probablemente morirá solo. La herida es seria… El problema ahora será aguantar hasta que eso ocurra… Estoy agotado, tanto física como mentalmente.
Realmente estaba muy cansado… Y no solo estaba cansado físicamente, mis reservas de energía también estaban agotándose.
—Yo… yo… ¡Yo también quiero hacer algo!
Los tres nos giramos hacia Noné quien acababa de decir algo muy raro.
—¿Qué quieres decir Noné? Ya te he dicho muchas veces que es peligroso. No voy a dejar que te lances a pelear.
—¡Solo una vez! ¡Déjame intentarlo!
Entendía perfectamente cómo se sentía Noné en estos momentos. Todos peleábamos con todo lo que teníamos mientras ella solo miraba, pero no era momento de caprichos de una niña.
—¡Se me ocurrió algo, dejadme intentarlo!
—No intentes cosas que no puedes hacer ¡Solo eres una Niña pequeña! —le replicó Calitia.
—Si no lo intento… ¡Nunca sabré si puedo hacerlo o no! Si yo no confío en mí… ¡¿Quién más lo hará?!
«Solo repite lo que yo dije…»
Aún así, la niña dio un par de pasos hacia el dragón que se nos acercaba y se puso a recitar lo que parecía ser un hechizo.
—Viento, relámpago, tormenta, escuchad mi súplica. Prestadme vuestro poder…
Podía escuchar débilmente a Noné recitar su magia… pero algo no se sentía normal. Incluso la energía del cielo empezó a resonar con sus palabras. El cielo empezó a oscurecerse y llenarse de nubes negras por encima de las mismas nubes.
—Tengo un mal presentimiento… No, no no es un presentimiento, lo noto claramente… ¡Raidhaaaaaaa! ¡Retirada! ¡Retirada! Pyro, Calitia ¡juntaros! ¡¡¡¡¡Que nadie se aleje de mí!!!!
Enormes truenos empezaron a sonar por encima de nosotros. Llegué a tiempo de reunir a todo el grupo antes de que los rayos empezarán a caer por todos lados. Una furiosa y terrible tormenta había sido desatada por la inconsciente Noné.
«La que ha liado la niña…»
Era aterrador. Se podía ver la electricidad moverse entre las ennegrecidas nubes que flotaban bajo las nubes de la capa superior. Uno tras otro, como si de una bestia enfurecida se tratara, caían sin descanso sobre las ruinas. El rugido de la tormenta era más aterrador que el del propio dragón, quien no tenía donde esconderse. Uno tras otro, los rayos impactaban sobre él y… ¡Sobre nosotros también! Por suerte, yo podía hacer de pararrayos y evitar que el grupo quedara frito.
—Sobre todo, pase lo que pase, no os alejéis de mí… Si alguno de estos os golpea no terminaréis bien.
Y no solo eran los rayos, el viento empezó a acelerar sin parar. Si seguía subiendo su velocidad, terminaríamos en una tormenta de la misma magnitud que la de los cuervos.
—¡Drayd! ¡Mira por ahí!
Miré por donde señalaba Raidha y mi sangre abandonó mi rostro. El continuo azote de los rayos y el viento estaba causando que la nube a nuestros pies se rompiera, y poco a poco, todo estaba desmoronándose.
—¡¿Qué demonios estás haciendo?! —le grité a la niña.
—Lolololo… ¡Lo sientoooooo!
—No hay más remedio… Debemos saltar.
—¡¿Es una broma?! ¡Yo no puedo volar!
—Lo sé… Calitia, ¿puedes planear?
—Probablemente.
—Bien… Calitia, coge a Noné. Pyro… Tú... Simplemente vuela como siempre.
[Entendido.]
—Lo tengo.
Ambos asintieron al momento. La única que no contestó fue…
—Raidha, ¿confías en mí? —le extendí la mano.
—¿Eh?
Raidha solo se la quedó mirando sin entender nada.
—Y si no… ¡Te aguantas!
Agarre a la confusa Raidha mientras Calitia sujetaba a Noné y saltamos por uno de los agujeros abiertos por la tormenta.
—¡WAAAAAAAAAAA!
—¡No grites tanto y sujetate normal! ¡Me estás ahogando! No os preocupéis, me aseguraré de que el viento nos ayude a bajar con seguridad.
Con Raidha abrazada desesperadamente a mi cuello con las manos y al abdomen con los pies, me aseguré de crear las corrientes necesarias para planear y bajar lo más seguro posible. Calitia parecía ser capaz de apañarse sola. Mientras bajábamos, vimos caer al dragón a nuestro lado... Aún con vida…
«Tremendo golpe se va a dar... Ahora me da algo de pena…»
Y así, tras un buen rato de caída, conseguimos llegar a tierra con vida… Al tocar el suelo no tardé ni dos segundos en sentir que me podría convertir en pollo al horno en pocos segundos. Aguantando el calor me destransformé e intenté dejarme caer en el suelo a descansar un poco.
—Llegamos al suelo… Raidha… Raidha… ¡Quítate de encima de una maldita vez! ¡Que te bajes te digo!
Ni reaccionó a mis palabras. Me dolían los brazos, hombros, y demás músculos de la parte superior del cuerpo por culpa del esfuerzo para bajar de esa gran altura.Tampoco tenía energías para sacármela de encima a la fuerza… Simplemente quería descansar un rato, así que al final me quedé ahí tirado encima una roca con Raidha aún pegada a mi espalda.
Nuestra aventura en el cielo parecía haber terminado de una manera bastante diferente a lo planeado. Como siguiente destino, un desagradable y caluroso infierno nos daba la bienvenida.