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Sin Título

Parte IV

Una vez dentro del enorme galpón industrial, me imaginé innecesariamente como una hormiga ante el poder de las máquinas gigantes de acero.

Pero debo concentrarme a lo que incumbe...

Aproximadamente, también incluyéndome, 10 miembros son los presentes para trasladar un total de 2.880 kilos de heroína hacia el puerto detrás de este galpón de unos 20.000 metros cuadrados.

Todos están expectantes y silenciosos, tal como dijo Guffy.

Algunos sentados en el suelo con mirada perdida; otros mirando el galpón a cualquier dirección y los de pié, cruzados de brazos.

Lo único en común entre nosotros son los pares de guantes que cada uno trajo consigo. Porque la vestimenta varía desde la más sucia y rota, hasta la cotidiana.

Algunos estaban enérgicos y de inusual inquietud, quizás drogados por seguramente introducción en la fosa nasal; debido al constante toqueteo en la nariz.

Igualmente los de extraña relajación facial con relación a sus expresiones, muy seguro por efecto de las metanfetaminas.

Talvez soy el único sano civil dentro de este lugar...

El silencio suspensivo duró veinte minutos donde sólo el respiro y bostezo de los miembros era la orquesta sinfónica.

Mayor ruido hay en un funeral por los llantos de la personas.

El sueño incrementaba implacablemente, pero desapareció en el momento cuando escuché el sonido de camionetas en movimiento hacia acá.

¿Serán ellos?.

Todos los demás se sacudían el polvo de sus rodillas y traseros mientras se levantaban del suelo.

Después de escuchar murmullos externos, las puertas se abrieron dando paso a las seis camionetas.

Con prisa nos dividimos equitativamente entre los dos primeros carros.

Uno de los conductores abrió la puerta trasera y una vez dentro comenzó a entregar a cada uno un costal.

Como soy el quinto de la fila recibí 120 kilos de heroína sobre mi hombro derecho.

Al principio no hay inconvenientes, ya que no siento el peso como un impedimento.

Pero tomando en cuenta el considerable trayecto de ida y vuelta constantemente, puede provocar cansancio muscular. Y la fuerza disminuirá gradualmente al igual que los periodos de descanso.

Pero también depende mucho la resistencia del individuo y su capacidad.

Los demás conductores se acercaron apresuradamente a los dos carros que están dentro para también ayudar.

Parece que mientras más rápido mejor.

Y la paga debería ser igual...

Al salir en la parte trasera del galpón, visualicé el mar del puerto a cierta lejanía y seis yates en orden de espera con la luces apagadas.

A penas visibles entre tanta oscuridad.

No era clara la imagen, pero los miembros delante de mí parecían entregar sus costales y regresaban inmediatamente.

Al menos el camino de regreso puede servir como descanso.

Minutos después le entregué mi costal al hombre del yate y este lo colocó en una especie de compartimiento secreto entre los asientos laterales izquierdo y derecho; y así como debajo y los espaldares reforzados.

Parecía un pequeño burro de carga marino.

...: ¿Qué estás mirando hermano?.

...: ¿Tienes algún problema?.

¿...?

Qué descuidado soy, me dejé llevar.

Si el tipo del yate lo malinterpreta podría ser un verdadero problema.

Mikael: D-disculpa.

Mostrando fingida timidez, me apresuré a seguir mi camino.

El tipo no parecía reparar seriamente en ello y siguió haciendo lo suyo.

Levantar sospechas de manera innecesaria es un acto de imprudentes; hasta que los preparativos se consumen en el momento a suceder.

Aunque tengo otras dos semanas para pensar en distintos preparativos...

Seguiré observando el aneblado panorama.