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Estresante, inicia el contrato.

El sabor de la soda es reconfortante. Después de un día agotador es lo mas accesible o similar a un antiestrés.

Una persona puede tenerlo todo por sus acciones y a la misma vez perderlo todo por ello.

Siempre hay consecuencias, tanto positivas cómo negativas.

Mi querido lector, serás testigo de mis tres acciones (errores), que arrastraron mi cuello hacia una escala de dolor mental y físico.

Acción 1: Color impregnado.

—Regreso por la tarde, no me esperen para cenar....es verdad, vivo solo.

Estudios, trabajo, recuperación de verano.

—De verdad requiero una bebida ahora.

Ser independiente no es como uno cree.

—Luz 40, agua 50, un total de 90 a pagar.

Los recibos solo provocan más estrés.

—Comida, hoy será pollo y verduras.

Profesores miserables, igual a estudios miserables. Jefe miserable, igual a trabajo miserable y sueldo miserable.

—No me alcanza para la bebida.

Aquellos privilegiados no sé preocupan por simples necesidades básicas, siempre son solucionados por otros.

—Pero aquellos sin privilegios, deben esforzarse por el pan del dia.

Luego de las clases, caminar por el oscuro camino y sin compañía es una sentencia.

Las probabilidades de ser secuestrado son altas.

—Pap, pap, pap, que ligeros pasos.

De repente los pasos se detienen. Se logra sentir un objeto frío en la nuca.

—Shh, cállate, dame la mochila.

La presencia me obliga a entregárselo, de lo contrario....

—No es posible, lo tengo abrochado.

—Levanta las manos y date la vuelta con cuidado.

Al voltear, encuentro la apariencia del hombre, crítico. Despeinado, sucio, con ojeras bastante visibles y comparables a él carbón.

—Rapido, de una vez.

Me exige la mochila inmediatamente.

Mientras me desprendo de la mochila, pienso en los objetos que yacen dentro de ella.

«Laptop, teléfono, dinero....vaya, de verdad son pocas, pero de gran valor»

—Aqui tienes.

—Perfecto.

De repente, escucho el crujir del gatillo.

—Pense que podía irme.

—Tu cuerpo también es un gran valor.

«Por favor, que no sea eso»

—Mucho dinero en esos órganos.

«Oh gracias, que alivio, no es un abusador»

Dejo salir un suspiro.

A punto de tirar del gatillo, presencio la noche por última vez.

Una noche tranquila y silenciosa. Una Luna radiante. Puedo irme sin ningún arrepentimiento, es lo quiero creer...

«Tengo sed»

—De verdad quiero una soda.

Antes de apretar del gatillo, el hombre empieza a sentir jaqueca e inmediatamente disparo directo a su rostro.

Casi nada de ruido, el silenciador amortiguo el sonido.

Como si fuera una pelicula, logro presenciar lentamente como la bala atraviesa la nariz del sujeto, cómo si se tratara de una perforación.

Finalmente cae al suelo e inmediatamente lo que fue un rostro, empieza a inundarse de sangre, cómo si fuera una fuente de los deseos.

—Un color, bastante familiar.

Una simple acción puede provocar el colapso de un simple sistema. En este caso, la vida de una persona.

Acción 2: Angustia.

Hogar, para nada dulce, pero igual es mi hogar.

Comienzo a freír el pollo y las verduras.

Hiervo el agua para tomar té.

Y dejo dos tazas en la mesa.

Siempre hay consecuencias, en este caso, la ley.

Luego de consumir mis alimentos, espero la llegada.

Y así paso 1 hora.

—El té se enfrió.

Pienso rotundamente sobre el cuerpo.

—¿Tan difícil es chequear un bote de basura?

«Practicamente me dejaron plantado>>

Inmediatamente mi decepción es descartada, el sonido del timbre provoca inquietud.

Abro la puerta y me encuentro con dos niños.

—Les puedo ayudar en algo?

—Buenas noches, soy el detective Haru y ella es mi hermana, la oficial Liz.

—....

—No me vea de ese modo, tengo 16.

«Que Joven»

—Puedo pasar, necesito hacerle unas preguntas.

Se escuchó más como una amenaza que una petición.

Decido dejarlo pasar.

—Espera aqui Liz.

—Entendido.

Decido calentar el agua.

—Denme unos minutos, el té estará listo.

—Desea un bocadillo...

—Se que tú lo mataste.

El silencio abunda por unos segundos.

—Matar?...

Y en ese instante.

—Intento robarte, terminaste arrebatando el arma, disparaste del gatillo para luego tírarlo al bote de basura más cercano e irte como si nada.

Saca su teléfono y muestra la grabación.

—No demostraste ni un sentimiento de culpa, solo un gesto de alivio.

«¡Porque finalmente tenía otra oportunidad para beber!»

—Tony Blodrens, queda arrestado por asesinato.

En ese instante, mi cabeza siente frio, al igual que mi cuerpo. Un sentimiento de angustia provoca el sudor de mis manos.

Pero especialmente, un sentimiento de huir, un sentimiento de ocultarse.....un sentimiento de miedo.