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Prólogo: Sueño sin fin

Era una noche de tormenta, fuertes vientos azotaban la ciudad de Lugursberg, una ciudad todavía retrasada para la época, con solo un alcaide en toda su historia el cual poseía la mansión más grande que la gente de la ciudad alguna vez haya visto, del resto todas las casas de los habitantes no eran más que simples chozas atrasadas en el tiempo.

Los hermanos Doil -el mayor, con cuerpo delgado para sus veinticinco años de edad- y Evans -el menor, un niño de apenas unos diez años el cual su cuerpo se negaba a crecer por lo tanto era muy bajo para su edad- se encontraban corriendo con un cofre al parecer muy pesado en su posesión, Doil lo tomaba por los bordes y Evans al ser tan bajo lo sostenía con su cabeza para que su hermano no perdiera el equilibrio; estos jóvenes iban rumbo a la colina más alejada de la ciudad para enterrar ese cofre que tenía un mal que les hacía recorrer el terror por todo su cuerpo.

De esta manera a través de la lluvia y con una presencia a sus espaldas iban corriendo hacia la colina; una vez allí empezaron a conversar mientras habrían un agujero en el cual enterrar el cofre:

- empecemos Evans - dijo Doil con la voz quebradiza y con la mirada perdida -, no podemos perder tiempo, recuerda que esa cosa nos persigue.

- herma...no... *Traga saliva* - expresó evans mientras cogía la pala- no... Ayúdame aquí, la tierra está dura a pesar de la llu.. lluvia.

Mientras ambos hacían su mayor esfuerzo, sentían como esa presencia se acercaba a ellos, sabían que algo terrible les pasaría. Pasado un par de horas habían logrado hacer un agujero lo suficientemente profundo para enterrar el cofre, tomando el objeto con sus fuerzas casi agotadas lo colocaron en el fondo y comenzaron a enterrarlo.

- hermano... - expreso Doil con lágrimas en el rostro- se fuerte...

De la nada una sombra enorme apareció a sus espaldas, de dicha sombra salió un niño con ojos dorados que se encontraba sonriendo.

- Ta da - expreso el niño que apareció de la sombra-, ji,ji,ji - rio de tal manera que Doil y Evans quedaron congelados del miedo que tenían- llevan huyendo mucho tiempo, me gusta cazar a mis presas ya que es aburrido solo comerlos, pero... Enterrar el cofre dónde están mis hermanos... No, no, no... Eso no está bien, saben que no puedo desenterrarlo de dónde lo entierran - al terminar sus palabras le dió un par de palmadas en la espalda a Doil y a cuando este reaccionó, solo miraba horrorizado su corazón fuera de su pecho y el rostro lleno de lágrimas de su hermano-.

- *Uhm* -expresó el niño demonio, mientras sacaba la mano del cuerpo de doil- que jugoso está su corazón, a pesar de parecer una persona enferma, en realidad tiene un buen corazón, ¿No es así? Niño - miro directo a los ojos a Evans mientras devoraba el corazón de Doil - *uff* hace mucho que no comía corazones humanos, gracias, - desapareció y apareció detrás de Evans cercenando su cabeza - tb me gustan los cesos de infante, Ji,Ji,Ji...

El niño demonio se sentó sobre el sitio donde se encontraba enterrado el cofre, mientras devoraba ahora los cuerpos de ambos hermanos. Una vez terminó escuchó una voz de una mujer que gritaba el nombre de dos personas, "al parecer es alguien que busca a estos dos" pensó.

- lástima que mi poder no esté completamente liberado, sino, me quedaría a jugar un rato más... - expresó mientras desaparecía de la misma manera que apareció.