"Mamá ¿Es verdad que el novio de onee-chan vendrá a la casas?" – Una pequeña muchacha de rasgos infantiles, con su cabello castaño atado a dos coletas y unos grandes y vivaces ojos azules, exclamó con un tono curios.
Estaba sentada en uno de los banquillos frente a una pequeña mesita que separaba la cocina de la sala, mientras veía como su madre preparaba unos bocadillos.
"Shhh, tu hermana te va a escuchar" – Una hermosa mujer madura, quien tenía el mismo color de cabello y de ojos que la pequeña muchacha con la que hablaba, murmuró mientras sonreía – "Pero si, parece que tu hermana por fin se hizo de un novio"
Estas dos mujeres llamadas Inoue y Yuka, madre e hija respectivamente, eran tan similares no solo por tener el mismo tipo y color de cabello o el color de sus ojos, sino porque había algo que las hacia destacar demasiado.
¡Y eso era el tamaño de sus bustos!
"¡Que aún no es mi novio!" – desde una de las habitaciones, la voz de Arada Ayane. Conocida como Ai-chan, se escuchó a manera de reclamo.
Tanto la madre como la hija soltaron unas risitas entre ellas mientras cuchicheaban entre ellas en voz baja.
"Bueno, aunque entiendo a Onee-chan, no sé qué le ven de interesante a un chico como para salir, la mayoría de ellos se comportan como niños y lo único que saben hacer es actuar tan tontamente" – Yuka exclamó con un suspiro.
"Bueno Yuka, cuando crezcas te darás cuenta que no todos los hombres son así" – Inoue sonrió en respuesta mientras le acariciaba el cabello.
Desde hace un mes aproximadamente, Inoue se dio cuenta de que su hija mayor había tenido algunos cambios sutiles en su forma de ser y comportarse. Había comenzado a ir todos los días en tren a la escuela, aun cuando esta le quedaba un poco cerca.
Había comenzado a usar un poco más de perfume, a ponerse brillo en los labios y a usar algunos accesorios como pulseras y aretes, algo que ella no usaba anteriormente. Se distraía fácilmente y andaba pegada a su celular escribiendo y recibiendo mensajes.
Esto era algo que ella conocía muy bien, no había que ser adivino para darse cuenta de ello.
Hablando e indagando con su hija mayor, ella puedo enterarse de que había un chico que le gustaba a Ai-chan.
Inoue había sentido mucha alegría al saber que su hija mayor había encontrado a alguien que le gustaba, pues sabía cuál era la forma de pensar de Ai-chan y lo selectiva que era.
No obstante, también sabía que algunos hombres pueden ser una mala influencia para cualquier chica que no conociera nada sobre la vida de los adultos.
Por ello es que le dijo a Ai-chan que la dejaría salir con el chico que le gustaba siempre y cuando lo llevara a almorzar a la casa para conocerlo mejor, sino no le daría permiso.
Aunque Ai-chan protestó mucho al inicio, al final aceptó y le dijo que la cita se llevaría el día de hoy, que él vendría al medio día y que se lo presentaría.
Como su esposo y el padre de sus dos hijas ya no estaba con ellas en este mundo, era su trabajo el cuidar a sus pequeñas Ayane y Yuka de cualquier cosa y guiarlas en el correcto camino.
Además, la verdadera razón para invitar a su casa al posible novio de su hija era para conocerlo, quería saber qué tipo de joven había logrado capturar el difícil corazón de Ayane.
"¡Dejen de estar hablando a mis espaldas!" – desde el cuarto, se escuchó una voz poco nerviosa de la hija mayor – "¡Mamá! Te dije que esto no sería una buena idea"
Saliendo desde una de las habitaciones, Ai-chan tenía el rostro un poco sonrojado en estos momentos.
Si hubiera sido en otro momento, el rostro avergonzado de Ai-chan hubiera sido suficiente para hacer que su madre y su hermana menor las molestaran más. No obstante, cuando vieron la ropa que Ayane tenía puesta, reaccionaron de diferente manera.
"¡O-Onee chan!¡Que atrevida!" – Yuka exclamó con gran sorpresa.
"Ayane… ¿no crees que eso es un poco… revelador?" – Inoue, la madre de las dos chicas, alzó una ceja la ver la forma en como estaba vestida su hija.
La tranquila Ai-chan, quien normalmente vestía de manera simple y sin tantos diseños, en este momento tenía puesta una falda morada muy corta, la cual le daba por la parte media de los muslos. Asi mismo llevaba una blusa blanca muy escotada, la cual solo estaba sujeta a su cuello por unos delgados tirantes.
¡Esto era algo que iba más allá de lo revelador!
Esto era algo que Inoue, la madre de Ai-chan, no se esperaba, en lo absoluto.
"¿Se me ve mal? Lo escogí porque pensé que sería bonito tenerlo puesto… ah diablos, mejor me lo quito, sino pensará que soy una cualquiera"
Ayane comenzó a balbucear con más nerviosismo mientras veía el rostro de su hermana menor y su madre.
Si, ella había comprado dos conjuntos de ropas para esta ocasión, y creyó que esta sería mucho más apropiada para su primera cita, aunque fuera algo revelador, creía que le gustaría bastante a Yuuma.
Sin embargo, por los comentarios y las expresiones de su familia se dio cuenta que quizás había exagerado un poco.
"¡Claro que sí onee-chan, eso es más que revelador!" – Yuka exclamó.
"No es que te quede mal hija, solo es que… creo que es mucho para una primera cita. Mejor déjalo para otras citas posteriores" – Inoue habló mientras recobraba la compostura.
La madre sabía que su hija no era una muchacha que no tendría el sentido común para saber que esa ropa no era la adecuada para su primera cita, por lo que el gusto que Ayane tenía por ese chico debía ser mayor a lo que ella creía, por lo que ahora era más necesario conocerlo para saber cómo es que había logrado enamorar a su hija hasta este grado.
*Ding, dong*
De repente, el timbre de la puerta sonó, llamando la atención de las tres mujeres.
"¿Eh? ¡Ehhh! Seguro que es él" – Ayane se fuer corriendo a su cuarto – "¡Mamá, Yuka, distráiganlo un poco mientras mie cambio de ropa!"
"Mi hermana parece que enloqueció un poco ¿No lo crees mamá?" – Yuka sacudió la cabeza.
"Bueno, cuando te enamores entenderás su comportamiento" – Inoue sonrió – "Anda abre la puerta"
"Hai, hai"
Yuka caminó a la puerta mientras pensaba que su hermana mayor se había vuelto un poco loca en estos momentos, pues comenzaba a comportarse tan extrañamente.
Ella no entendía como es que un chico podía hacer que su onee-chan, quien era un ejemplo de serenidad y calma, se pusiera nerviosa e incluso intentara usar ropa tan reveladora.
Para Yuka, los hombres de su edad no eran nada más que unos sujetos que solo sabían hacer estupideces, que lo único que les interesaba en una mujer eran sus atributos y que sus mentes estaban llenadas de cosas obscenas.
A sus casi quince años, ella se había dado cuenta de la belleza y el cuerpo tenía, y de lo que eso despertaba en los hombres a su alrededor. Tanto sus compañeros de clases, como la mayoría de sus profesores varones, lo uno que hacían era mirarla con esas horribles miradas.
Por ello es que Yuka no le interesaba intentar formar una relación con los chicos. Para ella, la única persona que le llamaba su atención debido a lo genial que se comportaba y actuaba, era la amiga de su hermana, Shizuka Ishigami.
Para la pequeña Yuka, no había persona que fuera mejor que la voleibolista, pues su forma genial de comportarse era lo que la atraía mucho, a tal punto de hacer que su juvenil corazón latiera con fuerza.
*Puerta abriéndose*
"Oh hola, perdón por la molestia ¿este es el hogar de Arada Ayane?"
Los ojos de la pequeña Yuka se abrieron ampliamente al ver al hombre parado a fuera de la puerta, pues no se parecía en nada a lo que habia visto en el pasado.
Los chicos de su edad eran todos unos flacuchos, los profesores de su escuela eran unos hombres mayores a quienes les faltaba cabello o tenían unas barrigas prominentes.
Es por ello que se había hecho una idea de que el supuesto novio de su hermana sería un tipo normal, sin nada rescatable para mencionar.
¡Sin embargo, la persona que estaba frente suyo era alguien que era diametralmente opuesto a lo que se había maginado!
"Bueno… ¿tú eres Yuka-chan?" – el muchacho habló luego de un momento en silencio en el que Yuka se quedó en silencio sin decir una sola palabra – "Mi nombre es Miyamoto Yuuma, encantado de conocerte"
"¿Eh? ¡Ah! S-Si, perdón! Mi nombre es Arada Yuka" – Yuka se puso un poco nerviosa ante la mirada del hombre que estaba frente suyo – "Pasa, mi hermana vendrá en un momento"
"Perdón por la intromisión"
Yuuma ingresó, se quitó los zapatos, y siguió a la pequeña Yuka quien lo guio hasta la sala, sentándose tranquilamente en uno de los muebles.
"Ara, parece que el invitado ya llegó" – de repente, Inoue salió de la cocina mientras se quitaba el delantal que tenía puesto.
Yuuma, al verla, se puso de pie y caminó hacia ella.
"Mi nombre es Miyamoto Yuuma, es un placer estar aquí" – el muchacho sonrió le entregó una caja que contenía un pequeño pastel que compró como un presente – "Ahora entiendo de dónde sacó su belleza Ayane"
"Fufufu, eres muy adulador Yuuma-kun" – Inoue exclamó graciosamente mientras recibía el regalo.
No obstante, al igual que su pequeña hija Yuka, quien estaba parada a su lado sin decir nada, Inoue también estaba un poco sorprendida.
Ella pensaba que el chico que había logrado captar el corazón de Ai-chan sería alguien de su escuela, o quizás un muchacho de otra preparatoria.
¡Sin embargo, el tipo frete suyo era alguien mucho mayor a lo que creía!
Si, se veía joven, pero fácilmente estaba en sus veinticinco años, más o menos. Su altura era algo que llamaba mucho la atención, pues fácilmente sobrepasaba el metro con noventa centímetros.
De la misma forma, su cuerpo también era algo que destaca mucho. Era musculoso, pero no exagerado, tenía la contextura de esos grandes nadadores olímpicos.
Y su rostro bonito, si bien era la de un muchacho de más de veinte años, tenía algo que lo hacía sentir más maduro, más varonil de lo que ya se veía a primera vista. En especial esos ojos azules, los cuales parecían mirar a través de todo.
Y por si fuera poco, su actitud y su lenguaje corporal le decían a la madre que este tipo no era alguien simple.
No es que fuera una egocéntrica o narcisista, pero Inoue sabía que a pesar de tener casi 35 años, ella contaba con una buena figura y un hermoso rostro.
Durante los diez años que ha estado viuda un montón de hombres intentaron acercarse a su lado y conquistarla, tratando de actuar caballerosamente, pero en el fondo ella se daba cuenta de cuáles eran sus verdaderas intenciones.
Incluso sus hijas no se habían salvado de las miradas lascivas que esos hombres le daban en secreto, por ello es que ella no aceptó nada y prefirió estar sola.
Durante una década, ella se había vuelto una experta en leer la mirada que recibía de cualquier sujeto. No obstante, cuando vio los serenos ojos azules del hombre frente suyo, no pudo ver lo que ella esperaba.
Si, Yuuma le dio una mirada a todo su cuerpo, pero no fue algo lascivo, sino que fue una mirada serena, como si estuviera analizándola. Además, no sabía por qué, pero la madre poco a poco comenzó a sentirse como su pequeña hija al estar bajo la mirada de este hombre
¡Este tipo era alguien para nada normal!
"Esto… ¿Acaso estoy incomodando al haber venido?" - de repente, luego de que Inoue se quedara callada por un buen rato, Yuuma habló con un tono de pregunta en la voz.
"Ah, no, perdón, es que comencé a pensar en otras cosas" – Inoue se disculpó y dejó la caja con el postre sobre la mesa – "Sentémonos, Ayane vendrá en un momento"
Las tres personas se sentaron en los mueble.
"Bueno, Yuuma- kun, mi nombres es Ayane Inoue, soy la madre de Ayane, y ella es Yuka, mu hija menor" – la madre habló con un tono calmado mientras trataba de sonreír.
"Un gusto en conocerte Inoue-san, Yuka-chan" – Yuuma sonrió y saludo.
"Un gusto conocerte…" – Yuka parecía estar un poco perdida en sus pensamientos.
Inoue se sorprendió por la forma tan rápida en como el tipo frente suyo las llamó por sus nombres. No obstante, y para sus sorpresa, no era algo que le molestara.
"Ahora, mientras Ayane termina de alistarse ¿Por qué no me cuentas como es que los dos se conocieron?