—Song Ning soltó una risita antes de empujar suavemente a Mu Chen—. ¡Apúrate y respóndele!
—¡Sube aquí! —Mu Chen rugió con enojo.
Song Ning bajó la cabeza y sonrió. Era raro ver a Mu Chen tan frustrado y exasperado.
—Cuando Cheng Che subió, estaba confundido por la expresión oscura en el rostro de Mu Chen—. ¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? ¡No te debo dinero!
—¡Déjate de tonterías! —dijo Mu Chen impacientemente.
Los ojos de Cheng Che iban de Mu Chen a Song Ning mientras se daba cuenta de la situación—. Ah, ¿interrumpí un momento? ¿Por qué no continúan con lo que estaban haciendo y regreso más tarde?
—El rostro de Song Ning se puso rojo.
—¡No digas tonterías! —Mu Chen levantó la pierna para patear a Cheng Che.
Cheng Che se apartó rápidamente mientras decía—. Cuñada, tú tienes que controlarlo. Me molesta tan seguido que se ha vuelto costumbre.
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