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Incluso Xu Yang y Hu De se habían posicionado ahora en contra de Chen Xuan.
—¡Y pensar que casi me creí que tenías algún talento real, pero resulta que solo eres un estafador de poca monta!
Xu Yang se burló repetidamente —Es lógico. ¿Cómo podría alguien como tú, un don nadie, tener la capacidad de encontrar un tesoro que vale cientos de millones? Simplemente es imposible.
Hu De también lo miró con desprecio —Señor Chen, ¿intentar ganar haciendo trampa? ¡Eso es completamente desvergonzado de su parte! ¡Estás arrastrando la reputación de nuestra Tienda de Antigüedades Qiantang por el lodo! ¡Ahora pide disculpas a todos inmediatamente!
—¡Eso es, pide disculpas ahora! —Zhou Quan hizo eco en acuerdo.
—¡Pide disculpas! ¡Pide disculpas!
La gente en la sala también coreó al unísono.
Chen Xuan de repente se había convertido en el blanco de la condena pública.
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