—Justo ahora, todos sentían instintivamente que Meng Junchen era la persona más prestigiosa en todo el cuarto privado, y solo él tenía la suficiente cualificación para que la dueña del Banquete de la Ciudad Huai le ofreciera vino.
Pero ahora que lo pensaban, cuando el camarero entró por primera vez, ya había dejado claro que la botella de vino era para el señor Chen.
¡Señor Chen! En todo el cuarto privado, ¿no había solo una persona con el apellido Chen—Chen Xuan?
No obstante, tan pronto como Han Jingting habló, fue directamente contradicha por Ding Lijuan.
—¿De qué estás bromeando? ¡Ese bueno para nada ni siquiera es digno de llevar los zapatos de esa dueña! ¿Cómo podría él tener tal prestigio? —le interrumpió Ding Lijuan.
—¡Eso es cierto, nunca podría ser Chen Xuan! —Han Bowwen también negó con la cabeza.
Han Jingting suspiró.
La verdad era que solo lo había dicho por decir algo y ni ella misma creía que fuera probable.
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