—Ya es suficiente —Noah la atrajo para rodearla con su gran brazo. Anna también lo abrazó mientras lloraba. Ahora entendía por qué había terminado con este hombre.
Noah casi pensaba que ella no recordaría nada de antes, como había dicho el doctor, por eso nunca intentó forzarla, quería que fuera natural. Quería que ella recuperara su memoria de la manera normal.
—Vamos a bañarnos juntos —Anna se asustó con sus palabras, antes de que pudiera discutir, Noah ya la estaba llevando envuelta en mantas al baño.
La puso en el suelo pero aún la sostenía protectoramente entre sus brazos. Noah estaba a punto de quitarle la manta cuando ella la sostuvo firmemente en su cuerpo. Lo miró con cautela, sus oídos alerta.
Le encantaba esta cara de ella, porque ahora, parecía un pequeño ratón huyendo del gran gato salvaje. Podía abalanzarse sobre ella, pero no lo haría. Esta es su esposa, no alguna mujerzuela en la calle.
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