ZUMBIDO
Dorian soltó una respiración profunda mientras despertaba de su meditación, la energía bullía sobre él.
—Ahh —parpadeó mientras miraba a su alrededor. Su habitación estaba en el segundo piso y se ubicaba cerca de la pared exterior de la mansión, con una ventana que dejaba filtrarse la luz del sol. Dorian se acercó y miró hacia afuera. La luz del amanecer apenas entraba temprano por la mañana.
Dorian la miró, inhalando un poco más. Era una vista refrescante y pacífica, algo que no veía a menudo en su agitada y acelerada aventura.
—Es muy bonito —una voz femenina llamó la atención de Dorian cuando se dio vuelta.
Él sonrió, saludando a Helena. La vampira seguía descansando sobre la gran cama dorada. Su rostro aún estaba pálido, pero había un toque de tez rosada oculta dentro de su apariencia marchita. El descanso que había recibido en los últimos días parecía estar funcionando.
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