—¡Gracias, señor!
—¡Muchas gracias!
Dijeron los dos jóvenes sombra, con nerviosismo y sin estar aterrorizados, cuando inclinaron sus cabezas hacia Dorian.
—No es nada. Perdón por el malentendido. Salgan de aquí.
Dorian los saludó con la mano y les agradeció, volviendo su atención hacia los muros de la ciudad frente a él. El dúo se escapó rápidamente, aun sosteniendo su presa de Ciervo de jardín solar.
—Así que estoy en el país de Platera —murmuró—. Eso no me ayuda mucho.
Después de que todos escaparan de él, Dorian finalmente logró dar con los dos jóvenes, mientras corría cuidadosamente con Helena. Le había costado algo convencerlos, pero había logrado ganárselos y explicarse.
Apoie seus autores e tradutores favoritos em webnovel.com