Realmente parecía como si él simplemente estuviera planeando dejarlos ir. No habría ningún problema si Regulus se iba por sí solo, pero—
_Subaru: ¡Detente, bastardo! ¡No huyas así sin más! ¡Suelta a Emilia! O si no…
_Regulus: Lo consideré, pero—
_Subaru: ¡¿—?!
Regulus se detuvo y sólo giró su cabeza para sonreír.
Bajo esa sonrisa, Subaru sintió como si una espada rozase su espina dorsal, poniendo rígido todo su cuerpo, y tragó saliva.
Era imposible prever el siguiente movimiento de Regulus.
_Regulus: —creo que, si mi futura esposa despierta y descubre que ha perdido a uno de sus ayudantes, se sentirá sola, y si no invito gente constantemente, se pondrá caprichosa. —Así que no te mataré.
Regulus tocó gentilmente el suelo con la punta de su zapato.
Aunque era un gesto similar a ajustarse el zapato para estar más cómodo, su pie claramente se clavó en la losa de piedra como si fuera una pala que se adentraba en un terreno blando.
Siguiendo la dirección hacia donde miraba la punta de su zapato, los restos del pavimento volaron hacia Subaru.
Sin puntería, sólo algunas balas de tierra rozaron el exterior del pie derecho de Subaru— y, en el siguiente instante, el pie de Subaru desapareció.
_Subaru: ¿—Eh?
La garra de una bestia le había desgarrado el pie. En su pie derecho, el blanco de los huesos, el rosa de la carne y el amarillo de la médula ósea fueron limpiamente expuestos en una sección transversal retorcida. Sus venas habían sido cortadas, y la sangre brotaba rápidamente.
Antes de que pudiera comprender qué acababa de suceder, el dolor lo atacó.
_Subaru: ¡¿—hk?! ¡Gah, ahk! ¡¿AAaahh?!
El mundo se volvió blanco puro, como si su cabeza estuviera siendo pinchada por incontables agujas filosas.
Con un grito atorado en su garganta, Subaru fue incapaz de soportar su propio peso a la vez que caía hacia el suelo. Sus estirados dedos desesperadamente sostuvieron su pierna derecha. La herida era tan grande que la palma de su mano derecha no podía cubrirla.
_Beatrice: ¡¿Subaru?! ¡Subaru! ¡Subaru, espera, supongo! ¡Ahora mismo!
Cayendo al suelo junto a Subaru, Beatrice se dio cuenta de la gravedad de la herida de Subaru y entró en pánico a la vez que conjuraba un hechizo curativo. Regulus asintió satisfecho ante la escena.
_Regulus: Esta es la represalia adecuada por tu comportamiento imprudente hasta ahora, así que lo dejaré pasar. Aunque consideré la posibilidad de que lo vuelvas a hacer de nuevo, creo que aun así quiero ver qué harás en el futuro. Este dolor te detendrá si piensas en dañar a otras personas de nuevo. No me lo agradezcas. En lugar de eso, ayuda a alguien más la próxima vez.
_Subaru: ¡Aaa—hk! Kah, guh, ¡¡ugoaAah!!
¡Dolordolordolordolordolordolordolordolordolor—!
Una neblina de agonía. Molares a punto de romperse por apretar los dientes. Un mundo brillante. La ausencia del arriba y del abajo. ¿Estaba durmiendo? ¿O estaba vivo? ¿O tal vez estaba muerto?
Ni idea. Ni idea ni idea. Ni idea, pero sí se algo.
_Subaru: ¡E-milia…hk! Wa, guh—hk, t—hk.
_Beatrice: ¡Subaru, no te muevas tanto! Si tienes que vomitar, voltéate a un lado. Si no lo haces, tu garganta...
Soportando dolor y locura, Subaru movió su cabeza. Su corazón latía como una campana de alarma, y empezó a atragantarse con algo que parecía ser sus propios órganos.
Mientras soportaba desesperadamente el cuerpo de Subaru, la pequeña Beatrice hizo todo lo que pudo para conjurar magia curativa. Sin embargo, alguien se burlaba de ella.
_Beatrice: …Esto es serio, supongo.
_Sirius: Lo siento. Pero, esto obviamente no es una broma. ¿No es obvio?
Detrás de Beatrice, con despreciables susurros, Sirius respondió en un tono oscuro.
Alrededor de ella, una multitud de personas rodaban a la vez que gritaban de dolor.
Todos ellos, con sus manos en la herida de sus piernas derechas, buscaban desesperadamente salvación. Al igual que Subaru, sus pies derechos habían sido desgarrados por una bestia.
_Sirius: Mi amado Petelgeuse diría que ese dolor es vivir, y que esos sentimientos permitirían que el Amor fuera expresado. Lo sé mejor que nadie. Pero creo que hay una mejor manera de representar esa forma de Amor. Gracias. Esa representación se estaría convirtiendo en uno. Después de todo, ¡el Amor es una plegaria para convertirse en uno! Ver los mismos paisajes, sentir las mismas emociones, vivir la misma vida, terminar con la misma muerte, ¡eso es Amor!
Tras abrir sus manos, éstas se chocaron una contra la otra en una ronda de aplausos atronadores.
La respiración de Sirius estaba muy agitada mientras fijaba su intensa y celosa mirada sobre Beatrice.
_Sirius: Independiente de quién se trate, todos deberían experimentar la misma sensación que él. Sin embargo, sólo a ti y a esa sucia semibruja les será denegada esa experiencia. ¿Quién les concedería semejante honor?
_Beatrice: …No hay nada más feo que una mujer celosa, de hecho. Hagas lo que hagas, hace mucho tiempo que Betty y Subaru están unidos, supongo. Betty es de Subaru, de hecho.
_Sirius: ¡—!
Beatrice se negaba a encogerse bajo las crueles palabras de Sirius.
La psicópata y la espíritu se miraron la una a la otra, hasta que Sirius se dio vuelta, rompiendo la interacción.
_Sirius: Ahora, sólo puedo dejarlo a tu cuidado. Después de todo, debo priorizar las instrucciones del Evangelio. Sí, a regañadientes. Lo siento. Lo siento. Tú sabes que no busco nada más que retornar a ti lo más pronto posible.
Hasta ahora, Sirius seguía actuando como una loca de amor por Subaru, cuyos ojos seguían expresando el intenso dolor que estaba sintiendo. Y entonces, la psicópata salió de la ensangrentada plaza.
Increíblemente, Beatrice no le dio caza. Ella entendía que negarse a permitirle escapar causaría más sacrificios.
_Beatrice: …Subaru.
Con agitados ojos, burbujas amarillas estallaban de la boca de Subaru.
Beatrice presionó su palma contra la herida, tratando de detener el flujo de sangre. La herida era tan mortífera, que cualquier flaqueo en su concentración resultaría en la muerte de Subaru.
Para Beatrice, salvar a Subaru era, naturalmente, su mayor prioridad. Aunque, había otra prioridad que Beatrice debía afrontar.
_Subaru: Si no tratas a las demás personas heridas…
Sin embargo, el número de personas rodando y gimiendo de dolor en la plaza era mayor a treinta.
Todos ellos habían sufrido la misma herida que Subaru; pero, cruelmente, la curación efectuada sobre Subaru no les afectaba. Ella debería curar cada herida individualmente.
Beatrice tenía que soportar la carga de pensar que, aunque agotase toda su reserva de maná, aun así, ella seguramente no tendría suficiente para todos.
_Beatrice: …Subaru, lo siento, de hecho.
Tratando de curar la herida de Subaru desesperadamente, decidida a mantener una fachada fuerte, Beatrice habló con una voz ronca.
Un torrente de lágrimas fluía por sus blancas mejillas.
_Beatrice: Lo siento. Lo siento...
Beatrice dio voz a una serie de disculpas.
Aunque ella era consciente de que su voz no podría alcanzar a Subaru, ya que él yacía inconsciente por el dolor.
Aunque ella sabía que ella no podría resolver nada.
_Beatrice: Lo siento, de hecho, Emilia.
Sirius había creado muchas víctimas y se fue de la plaza.
Y Regulus se llevó a Emilia con su abrumador poder.
— Los dos Arzobispos del Pecado andaban sueltos por Priestella, la ciudad de las compuertas.