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Una plática sincera

NOTA 1: Los derechos de la serie Ranma 1/2 no me pertenecen. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.

NOTA 2: Durante el transcurso de esta historia se hace mención a algunos lugares de la serie de TV norteamericana "Going to Extremes", cuyos derechos no me pertenecen.

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— ¿Entonces estarán bien? — preguntó Mousse a Ranma.

— Descuida. Sabíamos que solo hay un avión al día y que deberíamos quedarnos una noche acá. Nabiki se encargó de hacer unas reservaciones. Ya sabes como es ella, es de esas que siempre lo tiene todo planificado. Nos iremos en el vuelo de mañana — dijo Ranma, despidiéndose de Mousse, en la puerta de su casa.

— Bien, entonces nos veremos mañana en el aeropuerto. Llegaremos a tiempo, así que no se preocupen — se despidió Mousse, con una sonrisa.

— Mousse.

— Dime Akane — respondió a la mujer que se había acercado.

— Sobre Shampoo... entiendo todo lo que dijiste, comprendo tu postura y por qué decidiste hacer creer que seguías muerto, pero... trata de entenderla. Shampoo ha sufrido mucho estos años, y ahora con lo que dijiste...

— Por eso me oculté todos estos años y no quería decirle la verdad. No quería lastimarla más de lo que ya estaba, pero... descuida, hablaré con ella — dijo Mousse, con algo de pesar.

— Por favor. Ella es mi mejor amiga. No me gustaría verla sufrir otra vez — dijo Akane, con verdadera preocupación por esa antigua rival, que sin querer pasó a ser su mejor amiga. 

Mousse asintió y observó como el grupo subía al baqueteado furgón Volkswagen Kombi del amigo de Benny. El mismo que había llevado al grupo a la Universidad Croft y que ahora llevaba al grupo al lugar que había conseguido Nabiki para hospedarse. Una vez los vio alejarse por el camino, entró a la casa y fue por una botella del mejor whisky que tenía, tres vasos y hielo, lo puso todo en una bandeja y fue hasta donde estaba la matriarca de las Amazonas.

La anciana estaba de pie sobre la baranda de la terraza, observando la puesta de sol, o al menos eso le pareció a Mousse en un primer momento. Al observarla más de cerca se percató que la vista de la anciana estaba puesta en su bisnieta, que estaba sentada en la playa rodeando las piernas con los brazos, mientras observaba como el sol comenzaba a esconderse tras el mar.

Mousse no pudo evitar sentirse culpable. No esperaba que sus palabras afectaran tanto a Shampoo, aunque fue ella la que lo incitó a hablar y decir toda la verdad. Se quedó de pie unos momentos hasta que finalmente negó con la cabeza y sirvió un par de tragos, le acercó uno a la matriarca Amazona y se paró junto a ella a contemplar el paisaje y a Shampoo.

— ¿Cómo sigue? — pregunto el dueño de casa a la anciana.

— Tal como la última vez. No se ha movido desde se sentó en ese lugar — respondió Cologne tomando un trago de whisky, sin apartar la vista de su bisnieta, que estaba sentada mas adelante casi donde rompían las olas.

Mousse se paró junto a la anciana y en un primer momento su vista se posó en Shampoo, pero no pudo dejar de sentirse culpable. Finalmente apartó la vista de la mujer y contempló la puesta de sol. El observar como el sol se iba ocultando lentamente tras el mar, dando una gran variedad de tonalidades en el cielo y reflejándose en el agua, era algo que lo había maravillado desde la primera vez que pudo contemplar ese hermoso espectáculo en esta isla. Desde ese día, Mousse trataba de observar la puesta de sol todas las tardes para extasiarse con ese bellísimo espectáculo, pero en esta ocasión esa visión tenía un sabor muy amargo.

El ex-amazón y la matriarca se quedaron de pie uno junto al otro por largo rato sin decir nada, cada uno perdido en sus pensamientos, hasta que finalmente Cologne rompió el largo silencio.

— Fue algo muy cruel lo que le dijiste a mi bisnieta — dijo la anciana, en forma acusadora.

— Lo sé. Por eso mi intención era dejar las cosas como estaban. Quería evitarle a Shampoo el pasar por esto — respondió Mousse con seriedad, sin apartar la vista del sol que se ocultaba tras el mar.

— ¿Entonces debo creer que todo lo que dijiste es verdad? — preguntó la anciana, dándole una mirada escrutadora al hombre junto a ella.

— ¿Qué está insinuando anciana? ¿Que inventé toda esa historia? — preguntó Mousse, un tanto molesto por la desconfianza de la anciana.

— Sé que mi bisnieta no fue precisamente buena contigo en el pasado. Esta puede ser una forma de tomar revancha contra ella.

Mousse observó fijamente a la anciana por unos momentos antes de responder.

— En primer lugar, no tenía como saber que ustedes aparecerían acá en Jantique. En segundo lugar, si hubiera querido tomar revancha contra Shampoo, pude hacerlo hace cinco años cuando fui a Nerima — dijo Mousse, molesto.

— Eso es verdad — dijo la anciana bajando la vista y luego tomando otro trago de Whisky.

Se produjo otro largo silencio entre ambos. Mousse había apoyado los brazos en la baranda de la terraza y observaba absorto el contenido de su vaso, donde los hielos se derretían lentamente en el Whisky. Por su parte Cologne aún tenía la vista en la arena de la playa que estaba un poco más adelante perdida en sus pensamientos. Fue en ese momento que Mousse se animó a hacer la pregunta que hace años rondaba por su cabeza y que pese todos sus esfuerzos, aún no podía responder.

— Anciana... ¿Por qué?... ¿Por qué soporté por tantos años los maltratos y humillaciones de Shampoo?

Cologne se sorprendió un poco por la pregunta y levantó la vista para observar fijamente al hombre que estaba de pie junto a ella esperando una respuesta. Solo pudo ver sinceridad en sus ojos.

— Si me estás preguntando eso... entonces significa que en verdad olvidaste todo lo que sentías por ella — respondió la anciana con cierto pesar, pensando en los sentimientos de su bisnieta.

— Sí... olvidé todo eso... y mucho más — dijo Mousse, con cierta resignación y pesar en sus palabras, ya que según su médico, lo más probable es que nunca recuperé por completo su memoria.

— Si gustas... te puedo ayudar a recordar.

Cologne y Mousse se sorprendieron al escuchar esa voz tan cerca de ellos y con sorpresa vieron que Shampoo estaba de pie a poca distancia de ellos. Ambos estaban tan concentrados en su conversación, y tan perdidos en sus reflexiones, que ninguno notó que Shampoo había dejado su posición en la playa y había caminado hasta la terraza de la casa. 

— ¿Te sientes mejor, bisnieta? — preguntó Cologne luego de salir de su sorpresa, regañándose mentalmente por descuidarse de tal forma.

— Si bisabuela, ya estoy mejor. Descuida — respondió la mujer, dándole una pequeña sonrisa a la vieja matriarca, para hacerle entender que en verdad se encontraba mejor, luego observó a Mousse fijamente por unos segundos. 

Por su parte Mousse sintió el peso de la mirada de Shampoo, pero lejos de encontrar resentimiento o enojo en su mirada, había tranquilidad. En verdad la mujer se veía muy calmada, quizás, demasiado calmada teniendo en cuenta todo lo que él le había dicho esa tarde. 

— Shampoo, yo... — intentó decir Mousse, pero la verdad no sabía que decir.

— Vaya, es una sorpresa verte quedar sin palabras, luego de todo lo que dijiste esta tarde — dijo Shampoo, esbozando una pequeñísima sonrisa.

— Bueno, yo...

— Veo que ya se hizo de noche. ¿Qué hora es? — preguntó Shampoo, cortando a Mousse.

— Eeehh... son cerca de las 10 de la noche. Acá se oscurece tarde en estas fechas — respondió Mousse, luego de chequear su reloj de pulsera, agradeciendo mentalmente a la mujer por el cambio de tema.

— Ya veo... ¿Y los demás? — preguntó Shampoo, al notar la falta de la familia Tendo.

— Se retiraron al lugar que Nabiki había reservado para pasarla noche. Nosotras nos quedamos acá. Consideré que era prudente darte algo de tiempo para que pienses y aclares tus ideas con calma — respondió Cologne. 

— Lamento haber causado tantas molestias — se excusó la mujer, un tanto apenada.

— Soy yo el que debería excusarse, Shampoo. Debí medir mis palabras. Fui muy cruel. Lo lamento en verdad — dijo Mousse con arrepentimiento.

— No hay nada que perdonar. Tú solo respondiste a mis preguntas, además, yo he sido mucho más cruel contigo — respondió Shampoo con pesar.

— Shampoo, yo...

— Está bien. No hay necesidad de decir nada — respondió la mujer con una triste sonrisa, que se fue diluyendo para dar paso a un incomodo silencio, que se asentó en esa terraza durante algunos instantes que llegaron a parecer eternos.

— Aún no respondes a mi propuesta — señaló la mujer, reanudando la conversación luego de esos tensos instantes.

— ¿Tu propuesta? — preguntó Mousse sin entender de qué estaba hablando.

— Sí. Mi propuesta de ayudarte a recordar.

— Shampoo — dijo Cologne, llamando su atención.

— Está bien bisabuela. Sé lo que estoy haciendo — respondió la mujer.

— Shampoo, no creo que... — comenzó a decir Mouse sin éxito, ya que fue interrumpido por Shampoo.

— Yo escuché todo lo que tenías que decir; creo que es justo que ahora tú escuches lo que yo tengo que decir. ¿Quién sabe? Tal vez eso te ayude a recordar algo de ese pasado que desconoces — dijo Shampoo, cortando a Mousse y mirándolo directo a los ojos. 

Mousse miró a la mujer por unos segundos, indeciso de si debía o no aceptar su propuesta. La verdad tenía más razones para rechazarla que para aceptarla. El ya había decidido dejar atrás ese pasado perdido y prefería que se quedara así. Aún así, no podía negar que sentía un gran vacío por esas memorias que nunca habían regresado. La oferta de Shampoo no dejaba de ser tentadora. Ella supuestamente lo conocía desde niño y sabía todo lo que había pasado durante aquellos años perdidos que se negaban a retornar a su memoria.

Finalmente Mousse decidió arriesgarse y aceptó escuchar lo que la mujer tenía que decir. No tanto por la oferta de conocer algo de su pasado perdido, sino por al actitud de la mujer, que se veía segura de sí misma, pero al ver sus ojos, podía ver la duda, el temor y el dolor que la embargaban. 

— ¿Te parece que caminemos un poco por la playa mientras platicamos? Es muy agradable a estas horas — dijo Mousse, señalando hacia la playa con un ligero movimiento de cabeza, a lo que Shampoo asintió con una leve inclinación de cabeza y una tímida sonrisa. 

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La pareja caminaba lentamente por la playa, disfrutando de la suave brisa marina que refrescaba la calurosa noche de Jantique, con una enorme luna llena que iluminada la noche, dándole una sensación mucho más agradable a esa hermosa noche veraniega. Aún así la pareja que caminaba uno al lado del otro no dejaba de sentirse nerviosa por la proximidad del otro.

Mousse iba caminando con las manos en los bolsillos del pantalón y Shampoo junto a él con las manos tomadas en la espalda. Ambos iban con la cabeza gacha, como buscando una forma de iniciar una conversación.

— Es una linda noche — dijo finalmente Shampoo, sin saber qué más decir.

— Sí, las noches aquí son muy agradables para caminar por la playa. La brisa es fresca y el agua está excelente para nadar a estas horas.

— En verdad este es un lindo lugar para vivir — comentó Shampoo, mirando las olas barriendo la orilla de la playa, a solo unos metros de sus pues.

— Sí, es verdad. Cuando venía para acá en el avión hace dos años, no sabía qué esperar al llegar, pero me sorprendí gratamente. El paisaje es hermoso, tiene playas paradisíacas, la gente es amable y cariñosa. Todo aquí me gusta, me alegra vivir aquí — dijo Mousse, con una sonrisa.

— ¿No extrañas el circo, o ese templo en el que estuviste? — preguntó la mujer.

— No puedo negar que extraño el circo. Fueron tres años en que crecí mucho en lo personal. Trabajábamos muy duro, pero valía la pena. El estar en el escenario, sentir el calor de las luces y los aplausos del público era algo increíble, además, ganábamos buen dinero y pudimos conocer gran parte del mundo dando presentaciones. Fueron unos muy buenos años de mi vida — dijo Mousse con una sonrisa, recordando sus años en el espectáculo.

— ¿Por qué no volviste después de tu último control con el oftalmólogo?

— Bien, ese retiro forzado del escenario me dio mucho tiempo para pensar y la idea de volver al templo Shaolín volvió a tomar fuerza. Por eso no tenía las cosas muy claras cuando mi oftalmólogo me preguntó qué iba a hacer. Entonces cuando me contó sobre este trabajo enseñando artes marciales en una pequeña isla tropical, más que trabajo me sonó a vacaciones pagadas y... bien, aquí estoy.

— Y por lo que veo no te ha ido mal. Tienes una linda casa, un jeep y muchos amigos.

— No voy a decir que me estoy forrando en dinero, de hecho, la economía es bastante precaria por acá, pero mal no me va. Además tengo unos buenos ahorros gracias a aquellos años en el circo. 

Shampoo guardó silenció otro momento, hasta que se animó a formular la pregunta que hacía ya largo rato daba vueltas en su cabeza.

— ¿Qué hay de tu vida privada? ¿Tienes... tienes novia? ¿Esposa? — preguntó con algo de timidez.

— No... no hay nadie. Estoy soltero y sin compromisos — respondió Mousse, con una pequeña sonrisa — No voy a negar que he tenido algunas aventuras en el pasado, después de todo, ya no soy un monje Shaolín, pero nunca nada serio. Actualmente no tengo a nadie y estoy bien así por el momento.

Shampoo asintió y guardó silencio, agradeciendo que Mousse no pareció molestarse por esa pregunta tan personal, pero aún había cosas que quería saber y estaba tratando de buscar las palabras adecuadas, pero fue Mousse el que sin querer llevo la conversación al rumbo donde ella quería.

— Por lo que pude ver, Akane y tú son ahora muy buenas amigas — comentó Mousse.

— Así es. Akane es mi mejor amiga — afirmó Shampoo.

— ¡Vaya! Realmente me sorprende. Nunca creí que ustedes dos se pudieran llevar bien después de... bueno... perdón. Creo que hablé de más — se disculpó Mousse, recordando el motivo por qué esas dos se llevaban tan mal hace siete años.

— Está bien. Tienes razón después de todo. Akane y yo nunca nos llevamos bien. Nunca creí que podría considerarla como una amiga; mucho menos mi mejor amiga. Pero ya sin Ranma de por medio, no había razón para seguir siendo enemigas.

— Entiendo — dijo Mousse, comprendiendo el razonamiento de Shampoo.

— Tal parece que recuerdas muy bien esa parte de tu pasado — comentó la mujer.

— Sí, pero aún hay muchas lagunas en mi mente. Ese tiempo es lo que más recuerdo de mi pasado. Lo demás solo son fragmentos sueltos... de mi infancia no recuerdo nada más que un par de cosas, nada trascendente –- dijo Mousse con algo de pesar. 

— Bien, yo puedo ayudarte con eso. Te conozco desde que tengo memoria y lo sé todo sobre su infancia — dijo Shampoo observando a Mousse — ¿Quieres que cuente sobre ello?

Mousse observó a la mujer unos momentos. Se sentía todo tan extraño. Hace solo unas horas le estaba contado la verdad de su vida a esta mujer, lastimándola en el proceso y ahora ella estaba aquí, dispuesta a contarle sobre su pasado perdido. ¿Qué era lo que pretendía? 

— Shampoo... ¿Por qué tú...?

— Guarda tus preguntas para después que te cuente la historia de tu vida — dijo Shampoo, interrumpiendo las interrogantes de Mousse y sentándose en la arena, invitándolo a sentarse junto a ella. Mousse dudó por unos segundos pero finalmente se sentó junto a la mujer y ella comenzó con el relato.

Ninguno de los dos supo cuanto tiempo estuvieron conversando, solo sabían que había sido mucho tiempo, en que Shampoo fue relatando a Mousse sobre su infancia, desde que ella lo conoció, hasta que ella emprendió viaje a Japón tras Ranma. Mousse escuchó con atención el relato de la mujer, haciendo preguntas de tanto en tanto, hasta que ella terminó, entonces Mousse guardó silenció por largo rato, hasta que se puso de pie contemplando el mar. Shampoo se puso de pie también y se quedó junto a él, dándole tiempo para que pudiera procesar lo que había escuchado.

— Nunca creí que mi infancia fuera así... no recuerdo nada de eso — dijo Mousse luego de un rato — Durante años he intentado recordar mi pasado, mi infancia, pero nunca llegó ningún recuerdo... gracias por contarme esto.

— De nada. Me alegra haber hecho algo por ti — dijo Shampoo mirando hacia el mar, con una leve sonrisa en los labios.

— ¿Aún después de todo lo que te he dicho? — la cuestionó Mousse.

— Solo me has dicho tu verdad... me has dicho tus motivos y no puedo culparte — dijo Shampoo con tristeza.

Mousse no pudo responder nada ante esas palabras de la mujer. Por su parte, Shampoo guardó silencio por un momento hasta que finalmente junto el valor para hacer la pregunta que rondaba por su cabeza.

— Mousse... ¿En verdad lo olvidaste? ¿En verdad olvidaste lo que sentías por mí? ¿Estás seguro que no puedes recordar nada? ¿Ni una pizca de ese amor que sentías por mí? — preguntó Shampoo, mirándole a los ojos. 

— Es la verdad Shampoo. No lo recuerdo, ni siento nada de eso... nada. Lo lamento — respondió Mousse, apenas en un susurro.

Shampoo bajó la cabeza y cerró fuertemente los ojos digiriendo esas duras palabras, hasta que levantó la vista observando a Mousse.

— Que irónica es la vida... hace siete años que olvidaste ese sentimiento, mientras que yo llevo siete años sintiéndolo en mi corazón.

Mousse quedó congelado al escuchar esas palabras de boca de la mujer, hasta que ella se le acercó tomándole el rostro entre las manos, observando fijamente a sus ojos, buscando algo que sabía no encontraría. Esa certeza la hería profundamente, pero aún así... 

Los ojos de Mousse casi se salen de sus orbitas cuando sintió los labios de la mujer presionando contra los suyos. Este acto lo tomó totalmente desprevenido. Nunca esperó que ella hiciera algo como esto, por lo que estaba congelado y no fue capaz de devolver la caricia. Finalmente ella se separó de él y al verla, para su sorpresa, por las mejillas de Shampoo corrían dos ríos de lágrimas. 

— Shampoo... — intentó decir Mousse, pero su voz se negó a salir.

— Hace tantos años que deseaba hacer esto — dijo Shampoo, acariciando una mejilla de Mousse, mirándolo con una pequeña sonrisa, mientras sus lágrimas seguían cayendo por sus mejillas — Ese primer y último beso que me diste en esa isla hace ya siete años, es algo que atesoro en lo más profundo de mi corazón.

— Shampoo... por favor, no te hagas esto. Yo... — intentó decir Mousse, pero la mujer lo cortó a media frase.

— Durante estos siete años, Akane siempre ha tratado de buscarme un novio. Ranma también la ha ayudado y entre ambos me han presentado a un montó de candidatos, pero sabes, siempre los rechacé. Nunca les dije el por qué de esos rechazos. Si se los hubiera dicho de seguro creerían que estaba loca o que era una ilusa esperando un milagro, pero la razón es que siempre... siempre creí que algún día aparecerías frente a mí diciendo "Shampoo, te amo" y luego correrías a abrazar a un poste de luz, como siempre lo hacías — dijo la mujer sonriendo ante esa visión, mientras sus lágrimas seguían saliendo sin parar.

Mousse no sabía qué decir, solo pudo quedarse ahí de pie, observando a esa hermosa mujer echando fuera de si aquello que había mantenido guardado dentro de su corazón por tantos años. De pronto Shampoo se arrojó a los brazos de Mousse y se aferró a su pecho mientras que este lo único que pudo hacer fue devolverle el abrazo.

— Te amo... te amo Mousse — dijo Shampoo, observándolo a los ojos con emoción — Ese beso y esa última mirada que me diste ese fatídico día, pudieron quitarme finalmente la venda de los ojos y descubrir cuales eran mis verdaderos sentimientos hacia ti. Sentimientos que no han cambiado pese a haber pasado ya siete largos años... Te amo. Nunca he dejado de amarte... si solo no me hubiera dado cuenta tan tarde.

— Shampoo, yo...

— No tienes nada que decir Mousse, ni pedir disculpas. Este es mi castigo por todos esos años en que te hice sufrir — dijo la mujer, con su rostro anegado en lágrimas, mirándolo a los ojos, sin soltarse de él.

— No Shampoo, no digas eso. Tú no...

Mousse fue nuevamente acallado, ahora por el dedo índice que Shampoo, que se posó suavemente sobre sus labios para detener sus palabras. Ella lo seguía observando fijamente, sus lágrimas aún caían por sus mejillas, pero aún así, esbozaba una hermosa sonrisa. 

— Te dije que no tenías que decir nada... pero si quieres hacer algo por mí, entonces... déjame quemar la última carta que me queda — dijo Shampoo, alejándose un poco de Mousse, para quitarse la blusa que cayó a sus pies, seguida poco después por su sujetador. 

— Shampoo... ¿qué...? ¿Qué estás haciendo? — dijo Mousse impactado, observando boquiabierto a esa bellísima mujer parada frente a él, desnuda desde la cintura hacia arriba, exhibiendo un hermoso y turgente par de senos. 

— Déjame intentarlo... déjame intentar traer tus recuerdos de regreso — dijo Shampoo acercándose otra vez, para atraparlo en un nuevo abrazo.

— Shampoo, tú... no sabes lo que haces — dijo Mousse, intentando separarse de ella.

— Sé exactamente lo que hago — dijo la mujer, atrapándole el rostro entre sus manos.

— No puedo hacer esto. No está bien... no es justo para ti.

— No te preocupes... quiero hacer esto... porque eres tú.

— Ya no soy el hombre que conociste — dijo Mousse, con el dolor de su alma. 

— Lo sigues siendo en el fondo de tu corazón. Puedo sentirlo — dijo ella casi en su susurro.

— Shampoo...

— Por favor, permíteme... permíteme este capricho... por favor.

Mousse observó fijamente los ojos de la mujer que tenía entre sus brazos, ojos que estaban anegados en lágrimas y que lo miraban expectantes, pero pudo ver algo más. Pudo ver añoranza, deseo, amor... y miedo... miedo al rechazo.

Mousse nunca supo el por qué. Tal vez la intensidad de esa mirada, la brisa marina, la luz de la luna, los tragos que traía en el cuerpo, o el miedo a tener que decirle que no a esa mirada; solo supo que de pronto se encontró besando a Shampoo con una pasión totalmente desconocida para él, beso que ella respondió con la misma intensidad.

La pareja se separó una vez que se quedaron sin aire y se observaron a los ojos por unos instantes mientras recuperaban el aliento, momento en que volvieron a fundirse en un nuevo beso, tan intenso como el anterior, mientras caían sobre la arena de esa paradisíaca playa tropical, fundidos en un fuerte abrazo, iluminados por la luz de la luna, con las olas del mar rompiendo a sus pies.

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El jeep rojo descapotable transitaba rumbo al aeropuerto de Jantique, conducido por Mousse, que iba vestido con otra camisa hawaiana, pero ahora de distinto color y con sus inseparables gafas para el sol. A su lado Shampoo iba vestida con un vestido blanco de una pieza y un sombrero para protegerse el sol. En el asiento de atrás iba la anciana matriarca de las amazonas, observando a la pareja que estaba ante ella con ojo crítico.

Esos dos habían llegado cerca de las 3:00 de la madrugada de su caminata por la playa. Si bien sabía que ambos tenían muchas cosas de que hablar, cinco horas le parecía un tiempo demasiado excesivo. Como ella no era ninguna tonta, con solo verlos llegar pudo intuir que algo más que una sincera conversación había acontecido en esa caminata. Intentó sacarle los detalles a Shampoo, pero esta se negó a hablar y estaba segura de que Mousse tampoco le dirán nada, aunque lo amenazara de muerte. Un tanto frustrada, la antigua guerrera solo podía intentar suponer lo que había pasado con esos dos la noche anterior.

Finalmente el jeep llegó al rupestre aeropuerto de Jantique, donde Ranma y compañía ya estaban esperando por ellos.

La despedida fue un tanto emotiva, más de lo que Mousse hubiera esperado y de paso, quedando comprometido a no volver a desaparecer y permanecer en contacto de tanto en tanto. También dejó en pie las primeras conversaciones para un futuro torneo donde se medirían sus discípulos y los de Ramna, torneo que también los incluiría a ellos.

Finalmente y después de todas las despedidas, llegó el turno de Shampoo. Todos se alejaron un poco para darles algo más de intimidad, pero estaban pendientes de cada movimiento que hacían. Shampoo se acercó a Mousse y quedó de pie a escasos centímetros de él. Se miraron a los ojos por un momento sin saber qué decir, hasta que Shampoo rompió el silencio.

— Yo... no tenía muchas ganas de venir a este viaje. Consideraba que no tenía nada que hacer aquí, pero... me alegro de haber venido.

Mousse no supo qué responder. Shampoo sonrió.

— Está bien. No tienes que decir nada. Sé que esto no fue fácil para ti — añadió Shampoo, comprensiva.

— Tampoco lo fue para ti.

Ahora fue el turno de Shampoo, de no saber qué responder a esas palabras. 

— Shampoo... sobre lo de anoche... yo... bien...

— Está bien Mousse. No tienes nada que decir. Lo que pasó anoche... fue mi decisión.

— Aún así, no fue algo que hayas hecho tú sola... yo...

— Mousse... ¿lo disfrutaste? — preguntó Shampoo, mirándolo a los ojos.

Ante esta intempestiva pregunta y es fija mirada por parte de la mujer frente a él, Mousse se puso tan rojo como una señal de tráfico. "¿Pero qué clase de pregunta era esa?". Se preguntó para sus adentros.

— ¿Lo disfrutaste? — insistió Shampoo, interrumpiendo los pensamientos del hombre.

— Yo... sí... claro que sí — respondió con nerviosismo.

— Yo también lo disfruté — dijo Shampoo con una sonrisa — No pudiste recuperar tu memoria, pero a cambio me diste un hermoso recuerdo para llevar conmigo.

Mousse nuevamente se quedó sin palabras. Solo se quedó de pie, observando a esa hermosa mujer que la noche anterior había sido suya, sintiendo que le había fallado de alguna forma. Fue en ese momento que sintió como la mujer lo estrechaba en un abrazo. Dudó por unos segundos, pero finalmente le devolvió un tímido abrazo.

— No sabes lo feliz que me hace saber que estás vivo. Ese solo hecho hace que este viaje haya valido la pena — dijo la mujer con emoción en su voz.

— Lamento tanto el que las cosas terminen de esta forma... yo... lo lamento — respondió Mousse.

— Está bien. La vida es equilibrio. La última vez fuiste tú el que se fue, ahora soy yo la que debe marcharse. No hay nada que reclamar, nada que disculpar — dijo Shampoo, observándolo con los ojos anegados en lágrimas.

— Quisiera hacer algo por ti, pero... no sé qué — dijo Mousse, compungido.

— Tonto... tú ya hiciste algo por mí — dijo Shampoo con una sonrisa — Me quitaste el dolor de creerte muerto por mi culpa. Además... hicimos el amor bajo la luz de la luna. Ese es un recuerdo que atesoraré en mi corazón por el resto de mi vida. 

— Yo... también atesoraré ese recuerdo — dijo Mousse, observando a la mujer — No sabría decirte por qué, pero lo de anoche... fue especial... muy especial.

— Me alegra escuchar eso — dijo la mujer con emoción, acercándose a Mousse para poder hablarle al oído — Puede sonar como una locura, pero estuve guardándome por todos estos años para este momento, para darte a ti mi tesoro más preciado, porque eres el único hombre digno de el.

Mousse apartó a Shampoo para observarla directo a los ojos con la sorpresa pintada en el rostro. ¿Acaso ella...?

— Fuiste el primero... mi primer y único hombre. Ese es... mi regalo de despedida — respondió Shampoo a esa implícita pregunta, con las lágrimas corriendo libres por sus mejillas.

Mousse nuevamente estaba petrificado. ¿Ella era virgen? ¿Y le había dado su más preciado tesoro a él, un hombre que prácticamente la había despreciado el mismo día anterior? Mousse no tuvo más tiempo para seguir pensando, ya que repentinamente sintió como sus labios eran atrapados por los labios de la mujer que estaba ante él. Al separarse, observó a la mujer, que le sonreía pese a las lágrimas que anegaban sus ojos.

— Adiós Mousse... adiós — se despidió Shampoo, dándole una última caricia en la mejilla, para luego encaminarse al baqueteado avión bimotor, ante la sorprendida mirada de sus amigos.

Mousse se quedó de pie nuevamente sin saber qué pensar, hacer o decir, solo salió de ese estado cuando vio al avión avanzando por la pista del aeropuerto, momento en que algo dentro de él lo impulsó a correr por la pista detrás de ese avión, gritando el nombre de esa mujer que tanto daño le había causado en su pasado, esa mujer por la que estuvo dispuesto a morir, esa mujer le había dado su más preciado tesoro, esa mujer que nuevamente estaba saliendo de su vida, para no regresar.

En el avión, Shampoo miraba por la ventanilla sin ver el paisaje, Su mente era un torbellino de sentimientos encontrados. Alegría, frustración, dolor... eran tantas las emociones revueltas que se estaban sucediendo que la verdad no sabía qué sentir en ese momento. Lo único que tenía claro, es que estaba perdiendo a Mousse por segunda vez, solo que esta vez había sido su decisión. A su lado, Cologne observaba a su bisnieta con ojos estrechos. Si antes intuía que algo había pasado entre esos dos, ahora estaba totalmente segura después de ver ese beso que le dio Shampoo. Eso era lo que tenía realmente preocupada a la anciana, ya que según las leyes de su tribu, eso significaba...

— Desde hace un rato que pareces querer decir algo, bisabuela — dijo Shampoo, sin apartar la vista de la ventanilla.

— Bisnieta... ¿Estás conciente de lo que acabas de hacer? — preguntó la anciana, con seriedad.

— ¿A qué te refieres, bisabuela? 

— Al beso que le diste a Mousse — dijo la anciana de forma acusadora.

— ¿Qué hay con eso?

— ¿Y aún lo preguntas? De acuerdo a nuestras leyes, compartir un beso con un hombre, automáticamente te... 

— ¿Compromete con él? — finalizó Shampoo, mirando a su bisabuela, secándose las lágrimas de sus ojos — Bisabuela, soy una exiliada de la aldea de las Amazonas Chinas, por lo que ya no estoy obligada a seguir sus tradiciones.

— ¡¡Shampoo!! — exclamó Cologne sorprendida, ya que pese a estar exiliada, Shampoo siempre había mantenido sus tradiciones.

— No voy a cometer el mismo error que con Ranma. Deja las cosas como están, bisabuela, solo... deja las cosas como están.

— Pero...

— Dijiste que aceptarías mi decisión, sea cual fuera... cumple tu palabra — demandó Shampoo, observando fijamente a su bisabuela.

— Cumpliré mi palabra — dijo Cologne luego de unos segundos, lamentando profundamente que la aldea de las Amazonas hubiera perdido a una gran guerrera como Shampoo, y porque no decirlo, a un gran guerrero como Mousse, pero las cosas no siempre son como uno quiere.

Cologne volvió a mirar a su bisnieta, que volvió a observar por la ventanilla, pero sabía que ni siquiera estaba pendiente del paisaje. Pudo ver ciertos temblores en ella, por lo que estaba segura de que Shampoo estaba llorando otra vez, pero no hizo ningún comentario y le dio espació para que se pudiera desahogar. Le había dado su palabra y respetaría su decisión.

Atrás en la isla, parado aun lado de pista de aterrizaje, Mousse observaba como el avión se perdía en la distancia pasando a ser solo un punto en el horizonte. Estuvo ahí hasta que el avión se perdió de su vista, momento en que caminó lentamente de regresó a su jeep.

Aún no comprendía qué lo había impulsado a correr detrás del avión, pero sea lo que fuere, debía ser lo mismo que lo hacía sentía un vacío en el corazón, como si hubiera perdido algo muy importante. En ese momento sintió algo en su mejilla y al pasar su mano la sintió mojada. Se extraño por esto y pasó su mano otra vez, constatando que por sus mejillas corrían dos ríos de lágrimas. 

"¿Lágrimas? ¿Estoy llorando?" se preguntó, observando fijamente los dedos de sus manos, con los que había limpiado las lagrimas de sus mejillas y efectivamente, estaba llorando.

Mousse se quedó por largo rato observando su mano, donde los restos de sus lágrimas se secaban en la piel de sus dedos, sin notar que las lágrimas seguían saliendo de sus ojos. Apuñó su mano y cerró los ojos mientras respiraba profundamente. Al abrir sus ojos estos dirigieron una última mirada hacia donde se había perdido el avión, limpió las lágrimas que corrían por su cara, se puso sus gafas de sol y subió a su jeep rojo descapotado.

Finalmente había comprendido porque sentía ese vacío en el corazón. Había perdido algo importante... algo importante relacionado con esa mujer que abandonaba Jantique en ese momento, pero no lo había perdido ahora, sino hace muchos años atrás y él había decidido dejar las cosas así. Con eso en mente, Mousse echo a andar el motor de su jeep y salió del aeropuerto rumbo a la Universidad... de regreso a su vida.

FIN

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Notas del Autor: Acá estoy finalmente con el último capitulo de este fic. Esta ha sido una historia poco común sobre Ranma, ya que es una serie que nos tiene acostumbrado a una locura tras otra, pero acá nos encontramos con algo mucho más serio y el hecho de transcurrir siete años después de lo que se ve en la serie, con personajes ya mucho más maduros, ayuda mucho en ese aspecto.

La historia en si, pese a estar completa en mi mente, se me complicó mucho al pasarla al notebook, sobre todo en la parte donde Mousse cuenta sus pasados siete años en que lo creyeron muerto. La otra parte difícil fue este capitulo, donde Shampoo y Mousse tiene esa "Platica Sincera". No saben todo lo que sufría para poder escribirla, pero la música me ayudó a traer las ideas a mi mente y me sirvió de inspiración.

Sin nada más que decir, me despido esperando que esta historia haya sido de su agrado.

Nos leemos.

P.D.: Aun falta un epilogo, así que estén atentos.