Lina fingió no escucharlo. Caminó hasta la cocina, sacó un vaso y se sirvió agua helada. Lo necesitaba para enfriar su sangre hirviente. Estaba furiosa con él por haberse ido. Por no volver. Por ignorarla. Se quedó junto a la encimera de mármol y tragó el agua helada, aunque le picaba los pulmones.
De repente, algo se estrelló junto a ella. Al mirar, era un frasco de pastillas. Todas sus venas se congelaron.
—¿Qué es esto? —exigió Lina—. ¿Veneno?
Kaden arrastró su mirada feroz de su rostro a su estómago.
—Píldoras anticonceptivas —gruñó Kaden.
Lina se detuvo. ¿Qué?
—Cómo
—Por tu peso y altura —apretó los dientes Kaden—. Detendrán tu periodo mensual.
Algunos métodos anticonceptivos permiten ciclos mensuales mientras que otros ofrecen la opción de detener el sangrado. Le sorprendió que él lo hubiera pensado tanto.
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