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Prólogo

Era una noche violenta y despiadada. Las translúcidas nubes se sobreponían sobre la luz lunar con el objetivo de sumir la Tierra en una inquietante oscuridad natural. Se escuchaban pasos, pasos frenéticos, pasos erráticos y desesperados, rogando a Dios por una oportunidad de escape. El silencio reinaba en aquella zona, a excepción del baile de las tristes hojas con el agresivo viento; mientras que el barro que era el cimiento de aquel incierto bosque era agredido por las botas de cierta mujer. Dejando huellas visibles, que eran rápidamente eliminadas por el agua que arrasaba aquel lugar. Impidiendo a los seres enfermizos proseguir con su objetivo de forma tan burda. Pese a que la situación podía parecer desfavorable a nivel individual para la pobre fémina, visto a nivel macro, podía resultar hasta beneficioso para cualquier individuo que se hallará por la zona. En vez de varias, solo una vida era la atentada a ser arrebatada en esta desesperante noche por una fuerza más allá del entendimiento humano.

Tal como se esperaría de una situación tan desafortunada como la vida en estos momentos; eventualmente un mal paso provocó que la ya muy agotada y maltrecha joven cayera rodando por una larga ladera, recibiendo múltiples golpes en el proceso a causa de las piedras que se ubicaban en su ruta de escape. Ahora adolorida y cansada se veía incapaz de ponerse de pie, la única opción que veía accesible en esos infernales momentos era gritar a todo pulmón por ayuda; su razonamiento se veía nublado por la desesperación y no la dejaba ver que no solo las posibilidades de que alguien la socorriera en medio de un bosque eran desesperanzadoras; si no que únicamente había logrado facilitar su propia búsqueda para aquellas criaturas de aberrante apariencia.

Era demasiado tarde cuándo notó que ya no quedaba salvación alguna para ella; rezaba con todas sus fuerzas para despertar de esta horrenda pesadilla en la que había tenido el infortunio de toparse con aquellos seres de formal y bien arreglado atuendo pero de aspecto inquietante. Aquello de lo que desesperadamente había intentado encontrar ahora se encontraba cara a cara con ella, no pasó mucho tiempo antes de que sus aterradores atacantes se abalanzaran encima de la pobre fémina, siendo las últimas cosas que se escucharon en la oscuridad del bosque el grito de horror de la chica; la lluvia y los árboles quedando como únicos testigos de aquel horripilante acto cometido por estos desalmados seres, quienes a pesar de todo no aparentaban estar satisfechos, fue por esta razón que uno de ellos soltó una tenebrosa frase con sus putrefactos labios

"Los zombies ya vienen"

El reluciente y ardiente sol se eleva una vez más sobre una pequeña ciudad, trayendo la luz a todas partes y anunciando el inicio del día para todos sus habitantes como consecuente. Mientras los ciudadanos comenzaban con sus actividades un vehículo se aproximaba por la interminable carretera, se trataba de una casa rodante de aspecto simple, con un decorado más bien pobre, este avanzaba a una velocidad moderada, el conductor le restaba importancia a los llamativos jardines y decoraciones de la ciudad en la que se estaba adentrando, su vista estaba completamente fija en la ruta que seguía, continuó así hasta finalmente llegar a su destino, dónde estacionó el vehículo. Finalmente la apariencia del individuo fue revelada al momento en el que esté abrió la puerta y salió al exterior, sintiendo como la suave y refrescante brisa jugaba con sus oscuros cabellos; su vestimenta consistía en una camiseta azul con una chaqueta roja a rayas con rayas negras dobles encima, unos pantalones de un verde realmente oscuro y unos zapatos café.

El sujeto de un tono de piel comparable a la de la canela contempló el escenario que se encontraba frente a sus ojos, una casa en condiciones aparentemente decentes, tal como las fotos que aquel vendedor extraño le había mostrado por internet, el patio tenía un curioso aspecto pues se asemejaba a un tablero de ajedrez debido al patrón que tenía este, aquello le resultó curioso de ver pero a su vez se le hacía un lindo detalle, se preguntaba el porque alguien querría vender este lugar y abandonarlo tan desesperadamente, sin embargo simplemente se alzó de hombros, restandole importancia al asunto.

Se acercó a la entrada de su nuevo hogar a paso relajado, la zona de bienvenida estaba un poco sucia debido al polvo, se notaba que el dueño anterior no era muy limpio y tenía algunas cosas tiradas por el suelo, a pesar de esto el lugar no llegaba a parecer abandonado, solo descuidado. Tomó la perilla y la giró, ensuciando un poco su mano con el polvo, al empujar la puerta vió una sala espaciosa, con diferentes zonas que explorar tales como unas escaleras que parecían llevar a un segundo piso y algunas puertas repartidas por ahí que seguramente llevaban a otros sitios de su nuevo hogar, pero antes de empezar con su exploración quiso asegurarse de que sus objetos y demás estuvieran bien, decidido salió nuevamente para comenzar a meter las cajas.

Pasadas algunas horas el joven adulto ya estaba a punto de meter su último caja, mientras lo hacía finalmente se percató de algo que ni siquiera él mismo sabía cómo no había visto eso antes; se trataba de un cementerio con tierra muerta y varias tumbas dispersas por el lugar, no podía ver mucho debido a una espesa niebla morada que llenaba todo el sitio, empezó a pensar que aquel lugar tan tétrico había sido la causa por la que el dueño anterior habia decidido vender su hogar, pero no estaba del todo seguro debido a que aunque el vivir en frente de un lugar tan tétrico podía ser una razón válida para querer marcharse no le parecía normal que de verdad estuviera tan desesperado por hacerlo, sin embargo para él esto no era la gran cosa, pensando que aquel asunto no era algo de lo que preocuparse mucho decidió tomar su última caja, solo para volver a distraer al esta vez notar a alguien parado frente su camioneta, soltando arañazos y golpes de forma bastante torpe hacia el vehículo, el primer pensamiento que vino a la mente del pelinegro fue que se trataba de algún tipo de mal vivir en estado de ebriedad, claramente no disfrutaba de lo que veía, por lo que dejó la caja en el suelo un momento y con una cara poca amistosa se acercó a aquella persona con la intención de hacer que se detenga.

-oye, no sé si está sea la forma en la que ustedes le dan la bienvenida a los nuevos vecinos, pero ¿me harías el favor de parar e irte antes de que te cobre lo de la pintura?- soltó en un tono malhumorado antes de acercarse lo suficiente como para visualizar por completo la extraña y perturbadora apariencia de aquel individuo- pero...¿que demonios?

Aquello que se encontraba frente a sus ojos poseía una piel de un color verdoso, una mirada perdida, un ojo que sobresalía más que el otro como si estuviera a punto de caerse en cualquier momento, carecía casi completamente de pelo, el lugar donde debería estar su nariz había sido reemplazado por unos simples agujeros y su mandíbula se veía mucho más resaltante a la de un humano normal, en cuanto a su vestimenta llevaba lo que parecía ser un traje formal café que rodeaba su camisa blanca y su corbata roja, además de unos azules pantalones seriamente rasgados y rotos, finalizando con unos zapatos que compartían color con el traje anteriormente mencionado. Mirándolo de cintura para abajo se podía notar con facilidad que una de piernas estaba casi completamente volteada, sin embargo aquella cosa seguía en pie sin problemas a pesar de eso.

Tan solo admirar aquella putrida apariencia idéntica a la de un cadáver reanimado era suficiente para atemorizar y consternar al joven adulto que aún miraba al sujeto mientras su cerebro estaba intentando procesar la información, pero lo realmente terrorífico empezó cuando aquella criatura comenzó a acercarse hacia él, su andar era torpe y lento pero el pelinegro no estaba preparado mentalmente para ver algo como esto, retrocedió unos cuantos pasos mientras sentía su cuerpo temblar con intensidad. Cuando su atacante por poco cae al suelo por un movimiento mal ejecutado finalmente el chico logró reaccionar y empezó a correr hacia la entrada de su nuevo hogar con todas sus fuerzas, su miedo hacia que su cuerpo ignorara el ligero dolor que provocaba el estar pisoteando su jardín de tal forma, la distancia entre él y la puerta principal de su nueva casa parecía que casi no se acortaba en lo absoluto, lo que solo ponía en incluso mayor pánico al de pelo negro.

En cosa de unos pocos minutos finalmente había llegado a la entrada de su casa, estaba a punto de abrir aquella puerta para poder ingresar y asegurar cada posible lugar por el cual aquella criatura pudiera entrar pero fue entonces que notó algunos objetos de jardinería tirados a unos cuantos pasos, entre ellos destacaba una pala de metal que se veía bastante sólida y resistente, analizó la situación por unos momentos antes de darse cuenta de que cabía la probabilidad de que esté fuera tan solo el primer "infectado" y que de acabarlo ahora, podría evitar que este problema creciera en algo incontrolable, no era ni se creía algún tipo de salvador, pero si tenía la chance de evitar que un apocalipsis zombie estallara en el pueblo al que recientemente había llegado entonces lo haría, se armó de valor y decidió tomar la pala.

Aquél putrefacto ser continuaba acercándose a él a paso lento, la velocidad no era algo en lo que esta cosa destacará y eso era algo fácil de notar, algo que sabía el asustado pero decidido pelinegro era que en cualquier pelea lo más importante era la velocidad, pues la lentitud complica demasiado atacar con eficacia y aún mas esquivar, aquello último era lo que le interesaba, corrió hacia el no-muerto y con todas sus fuerzas le dió un golpe con la pala directamente en la cabeza, al mismo tiempo había cerrado los ojos por miedo a que pudiera salpicar algo de sangre, sin embargo no fue el caso, aquella criatura parecía carecer en su totalidad del líquido que llenaba y daba vida a cada ser vivo.

Aún asustado abrió los ojos y notó el cuerpo inmóvil y decapitado del zombie que yacía tirado en su césped, puso una mayor fuerza en su agarre a la pala y uso la parte metálica de esta para dar unos cuantos toques a aquel cuerpo putrido, ante la falta de respuesta física pudo finalmente relajar su estresada y angustiada mente, suponiendo que había logrado acabar con su atacante, sabía que difícilmente una persona normal le creería si decía que acababa de matar a un zombie, lo cual podría traer obvios problemas legales que quería evitar a toda costa, al querer verificar que nadie lo estuviera viendo para poder deshacerse del cuerpo en secreto volteó a ambos lados, pero al hacerlo había notado unas siluetas acercándose de frente, rápidamente fijó su mirada hacia allá, no tardando mucho en darse cuenta de que más de esas cosas estaban aproximándose...

Todos y cada uno de ellos provenían desde aquel cementerio cubierto con aquella niebla morada, en apariencia eran completamente idénticos al que ya había sido derribado, piel verdosa y pálida, mientras que en comportamiento era la misma cosa, esa caminata torpe y lenta que parecía ser un síntoma común de lo que fuera que tuvieran esos cuerpos dentro de ellos. Aún mas horrorizado que antes intentó correr hacía su casa una vez más, pero acabó tropezando con la caja que había dejado anteriormente en el suelo y para su ya de por sí mala suerte cayó de tal forma que acabó golpeando su rodilla con la parte metálica de la pala, aquello no había quebrado ni rasgado nada dentro del chico, pero si había causado un intenso dolor que le impidió levantarse correctamente, aquello fue aprovechado por los zombies que ahora estaban a tan solo unos cuantos pasos de llegar a su objetivo.

Cuándo finalmente el joven adulto de ojos café pudo levantarse ya tenía a uno de esos no-muertos en frente y estirando sus brazos hacía él, sin embargo y antes de que pudiera ser alcanzado algo un objeto extraño llegó disparado a toda velocidad, aquella cosa circular y verdosa que parecia ser un guisante de gran tamaño había impactado en la cabeza del zombie, tal fue la fuerza del golpe que terminó descabezando al mal oliente enemigo.

El chico volteó a ver de dónde había venido aquel peculiar proyectil, viniendo desde el jardín vecino se aproximaban unas criaturas incluso más extrañas que los zombies, parecían ser plantas mutantes con cara, algunas de ellas eran aparentemente unas girasoles de gran tamaño con unas largas sonrisas de lado a lado, mientras que el otro tipo de planta era algo que escapaba a la comprensión, sus cabezas eran diferentes a las que poseían aquellos girasoles, eran redondas y tenían unas largas bocas con una forma que se asemejaba a la de una trompeta, lo que más llamaba la atención era que estos últimos estaban disparando aquellos guisantes gigantes desde esos orificios frontales, todos con dirección hacia el no tan grande grupo de zombies que iban llegando.

Algo más en lo que el pelinegro se fijó fue que aquellas cosas de aparente origen vegetal era que estaban encima de macetas y al momento de movilizarse lo que hacían era dar pequeños pero relativamente largos saltos, eventualmente ya todas esas plantas estaban frente suyo, atacando a aquellos quienes se hayaban sedientos por mordisquear carne humana. Era tanta información la que estaba procesando el pobre chico que no podía hacer más que mirar la situación incrédulo y casi convencido de que nada de esto era real, estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se dió cuenta cuando finalmente todos los zombies habían caído ante los multiples impactos de los guisantes.

Una de esas plantas se acercó al desconcertado y confundido humano, era uno de los que habían estado disparando guisantes gigantes, su apariencia era casi la misma que la de sus verdes compañeros, lo único que lo diferenciaba era un gorro de vaquero en la cima de su cabeza y una mirada seria más no amenazante, para incluso mayor sorpresa del sujeto aquella cosa comenzó a mover la boca para formular palabras con la misma facilidad que cualquier persona funcional "¿estás bien?" Preguntó en un tono poco preocupado y sereno, notandose su bajo interés, su voz por otra parte era un poco gruesa.

Antes de poder tener cualquier tipo de reacción ante lo que ahora se encontraba frente a sus ojos llegó alguien más desde el jardín vecino, un hombre de aparentemente 30 a 40 años con barba anaranjada, una camisa blanca grasosa y algo estirada por el tamaño de su estómago, unos pantalones azules sujetados por una correa café, unos zapatos crema y lo más destacable: una sartén abollada que utilizaba como si de un casco se tratase, este se acercó igualmente al chico, exclamó algo imposible de entender y esperó una respuesta...pero el recién llegado había visto tantas cosas extrañas pasar en menos de 20 minutos que simplemente no pudo procesarlas y acabó por desmayarse tanto por el shock como por el estrés y miedo.

...

Horas más tarde el nuevo integrante de esta "peculiar" ciudad se encontraba recostado en el sillón de su casa que había ubicado en el centro de la sala principal, sus párpados lentamente empezaron a moverse debido a que estaba despertando, dirigió su mano a su cabeza debido al ligero dolor que sentía en esa área, se encontraba un poco mareado y desorientado pero no tardó mucho en recuperar sus sentidos, mirando al frente se dió cuenta de que aquel hombre extraño de hace rato y esas plantas de características anormales se encontraban frente a él, observando su despertar, algunas con mayor atención que otras.

Rápidamente el temor volvió a invadirlo y como consecuencia intentó retroceder, pero solo consiguió caerse al suelo del cual se levantó casi enseguida para tratar de huir al segundo piso, sin embargo ahí se encontraba uno de esos girasoles enormes, esta llevaba un gorro verde con un pequeño sol tejido en la parte frontal y un parche de color negro, ella se percató de su presencia y como respuesta el chico trató nuevamente de huir pero en otra dirección, sin embargo sintió como la mano del sujeto con una sartén en la cabeza en su hombro, él lo miró y a pesar de lo confuso y surrealista que estaba siendo todo consiguió calmarse un poco al saber que no pretendían hacerle ningún daño, aún se le veía bastante agitado y nervioso pero por lo menos sus intentos por escapar por fin habían cesado.

Inhaló y exhaló multiples veces pues aún no era capaz de hablar apropiadamente, una vez que su respiración volvía a ser tranquila decidió que era hora de comenzar a averiguar que era lo que ocurría a su alrededor.

-e-entonces...¿puedes decirme que son estás...cosas?-preguntó tratando de no sonar despectivo o muy frío en aquella última palabra que había soltado para no ofender accidentalmente a las criaturas que lo habían salvado

-webi wabo- dijo el hombre de larga y grasosa barba a modo de respuesta, dejando notoriamente confundido al más joven de los dos

-huh...disculpa, no hablo chileno- exclamó esperando que el sujeto hablará de forma más clara, pero solo obtuvo otro grupo más de palabras que era incapaz de comprender "Ble ber bi" -genuinamente no entiendo que tratas de decir...-

-quizás yo pueda ayudar- habló una de las plantas que ahí se encontraban, más específicamente era el de boca con forma de trompeta y gorro vaquero cubriendo su cabeza- sinceramente yo tampoco entiendo tanto de lo que dice, pero aún así te puedo explicar lo básico...somos plantas mutantes creadas por el tipo con sartén en la cabeza, él se llama Crazy Dave

-pero puedes llamarme Crazy Dave, wabadi wadaba wadawuda- por un corto momento el ahora conocido como Dave había hablado como una persona normal, sin embargo inmediatamente había vuelto a su extraño lenguaje, aparentemente hablar de forma normal no era algo que hiciera seguido

El chico pensó en decirle a su recién conocido vecino que si tenía la capacidad para hablar normalmente entonces que lo hiciese, pero prefería no perder tiempo con eso y en su lugar aclarar más de sus dudas.

-eso que ví antes..¿Eran zombies? ¿Este es el inicio de un apocalipsis? - el recordar y realizar aquella pregunta hizo que algo de su temor y nervios volvieran, pues no quería tener que enfrentarse a un posible mundo distópico dónde monstruos como los de antes acechaban en todo lugar

-Si, eran zombies- aquella confirmación puso al pelinegro con la guardia alta y algo tembloroso -pero esto no es ningún apocalipsis, esto es tan solo lo que sucede todos los días aquí en Neighborville- explicó en un tono demasiado tranquilo para la situación de la que se estaba hablando

El joven adulto había sentido un pequeño alivio al oir que no se trataba de una situación de peligro mundial, pero lo último provocó una gran confusión en él "¿Como era posible que en toda una ciudad el ser atacados por muertos vivientes fuera algo normal?" Se preguntó así mismo, pensó durante un rato para analizar la situación en la que se había metido antes de volver a hablar con aquella planta con sombrero que estaba frente a él.

-¿Esto...es un sueño?- quería negarse a creer que lo que había visto y escuchado era verdad, pues no tenía los recursos como para irse del lugar tan fácilmente y definitivamente no creía que sobreviviría aquí por mucho tiempo

la planta permaneció en completo silencio, no estaba seguro de que responder, pensaba y pensaba sobre que podría decir pero nada llegaba, sin embargo la atención del humano fue robada por Dave, quien se fue por la puerta principal mientras gritaba "WABABIIIII" -...cómo sea ¿Cuál es tu nombre? Supongo que deberíamos saber cómo se llama el sujeto al que tendremos que proteger- a pesar de que él no se veía tan interesado las otras plantas si pusieron atención debido a la curiosidad que les daba la identidad de aquel joven.

-oh, pues...me llamo Max- reveló para saciar la curiosidad de sus nuevos protectores, sin embargo esto también le generó una nueva duda -oye ¿tu tienes un nombre? No creo que sea "planta mutante"- sin darse cuenta estaba empezando a tener una conversación un poco más normal en lugar de parecer un interrogatorio.

-Gint, soy un lanzaguisantes y esos atrás mío son girasoles...en fin, no creo que necesites saber nada más- con un claro desinterés por tener una conversación calmada con el humano decidió irse, aparentemente para explorar la casa, cosa que las demás plantas también empezaron a hacer, dando pequeños saltos con sus macetas para avanzar.

Max ignoró el trato de la planta, pues era la menor de sus preocupaciones ahora mismo...girasoles, zombies, lanzaguisantes, Crazy Dave, Neighborville...a pesar de que algunas de sus preguntas habían sido respondidas seguía teniendo varias dudas sobre que ocurría en este loco sitio, peor aún, esa única pregunta que no obtuvo respuesta estaba haciendo estragos en su mente...tal vez solo necesitaba ir a descansar y quizás mañana se daría cuenta de que solo tuvo unas fuertes alucinaciones causadas por algo que pueda haber ingerido sin querer "no sería la primera vez después de todo" pensó y empezó a caminar a paso lento, viendo a las plantas hacer distintas cosas por todo el lugar, algunas solo exploraban, otras tomaban cosas de las cajas de la mudanza y empezaban a ordenarlas en donde creían que quedaba mejor, algunas solo buscaban un sitio para descansar y el resto solo hablaba entre ellas; debido a que estaba demasiado metido en sus pensamientos Max no se había percatado de que no habían tantas plantas como parecían, pues solo habian 7 lanzaguisantes y 10 girasoles, teniendo un total de 17 plantas mutantes rondando su recién adquirido hogar.

Tomó una caja bastante grande y larga en dónde había puesto sus cosas necesarias para dormir, a ningúna planta estaba por las escaleras por lo que subir aquella caja no fue muy difícil, una vez la arrastró hasta el final del pasillo abrió la puerta que ahí se encontraba y metió el gran cartón que poco después abrió para sacar un colchón, una almohada y una manta, además de un despertador rojo y redondo, acomodó todo a un lado de la ventana para después mirar por el cristal el bello atardecer que inundaba toda Neighborville, pero él no se veia capaz de disfrutarlo debido a todos sus miedos presentes, teniendo aún la esperanza de que esto no se trataba más que de un sueño se recostó sobre su colchón, reposó su cabeza en la almohada y finalmente se cubrió con una cobija que compartía la misma falta de color que los suaves objetos anteriormente mencionados.

Miró al techo, reflexionando sobre varias cosas, casi en su totalidad sobre todo lo que había pasado apenas llegó a este lugar...no quiso torturarse más, cerró los ojos con la esperanza de que al despertar todo fuera normal.