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Pasión Criminal

En el mundo hay millones de personas, unas van y otras vienen; todas siguiendo un ritmo determinado. Sin embargo, hay muchas personas que vagan por la vida buscando un propósito, buscando dónde estar y como dice el viejo adagio; esto los lleva a estar en el lugar más inoportuno, en el momento menos indicado. Rui jamás pensó que una noche le cambiaría su vida para siempre; sin saber que estaba en el lugar menos oportuno, presenció algo que la mayoría de nosotros no quisiera ver en la vida; un asesinato. Sin saberlo se acaba de convertir en testigo de un ajuste de cuentas perpetrado por el criminal más buscado y temido por las autoridades en Tokio. En una noche, pasó de ser una persona común y corriente, a ser la persona más buscada por los peores elementos criminales de la cuidad. ¿Cómo podrá Rui escapar de todo el que lo persigue y salir ilesa? #1 Premios Summer Worlds - Categoría de Mafia

NATALIADIAZ · Ação
Classificações insuficientes
110 Chs

23

A la mañana siguiente desperté en la habitación de Shiro, no pensé que hubiera podido dormir anoche, pero por lo que veo estaba muy cansada. Sentí unas manos alrededor de mi cintura, y quité la sábana a un lado, cuando vi las manos de Shiro. Me levanté más rápido que ligero de la cama, no pensé que iba a regresar en la madrugada. Ya estaba despierto, y me miró sonriendo.

—Parece que dormiste plácidamente luego de lo de anoche.

—No sé de qué hablas, que yo recuerde no sucedió nada.

—Oh, ¿Quieres que te lo recuerde? Ven aquí.

—No hace falta. ¿Será que puedo ir a bañarme?

—Adelante, si quieres compañía puedes avisarme.

—No la necesito, gracias por el ofrecimiento — entré al baño y cerré la puerta.

Me bañé lo más rápido posible, pero al salir me acordé de nuevo que no tenía ropa. Esto va a ser un maldito problema. Sé que si le pido ropa no la buscara. Me tapé con la toalla y salí a la habitación, él solo se me quedó mirando de arriba abajo. Su mirada me daba asco y peor aún, porque no disimulaba.

—¿Puedes darme algo de ropa o quieres que salga desnuda?

—No estaría mal. ¿Por qué no usas la mía?— sonrió con malicia.

—No voy a alimentar tus fantasías, enfermo — Shiro se levantó de la cama, y caminó hacia mí.

—Entonces quédate desnuda — respondió despreocupadamente, tratando de quitarme la toalla.

—¡Déjame en paz, Shiro! Tanto que dices odiarme y despreciarme, pero buscas verme desnuda todo el tiempo, ¿Qué te sucede? ¿No tienes a alguien que te suelte algo?

—¿Para qué pagar por un servicio, si lo puedo recibir de gratis contigo?

—Vas a tener que seguir soñando, Shiro. No vas a tener ningún servicio de mi parte.

—Anoche estabas muy dispuesta.

—Estaba imaginando que eras otra persona para poder sentir algo, ya que si llego a pensar que eras tú, no hubiera podido sentirme bien. Gracias por tu buen servicio, Shiro — abrí el armario para coger una camisa de él, me quité la toalla y me puse su camisa. No voy a ser la burla de este cabrón.

—Así te ves mucho mejor — llevó su mano a mi cintura, pero caminé hacia otra parte de la habitación—. Te llevaré al centro comercial para que te compres algo de ropa. Necesito que estés presentable para los lugares que estaremos visitando. Me vas acompañar de ahora en adelante a donde sea. No puedo quitarte la vista ni un solo momento.

—¿Ahora serás mi sombra, Shiro? ¿Tanto miedo tienes de no volverme a ver?— no pude contener la risa.

—¿No serás tú quien me eche de menos?

—Ya quisieras que eso suceda, imbécil— entró al baño sin responder.

Cuando salió me hizo poner una ropa negra ajustada, ya que ninguno de sus pantalones me sirvió. No me dejó buscar ropa interior en mi cuarto, me hizo venir así. Estaba sumamente incómoda y nerviosa. Salir así es de lo peor. Llegamos al centro comercial y antes de bajarnos, Shiro me dio el mismo sermón de siempre.

—No intentes ninguna estupidez y harás todo lo que te diga, ¿Quedó claro?

—Lo que digas — me bajé del auto, y me hizo caminar al lado de él.

Entramos a la primera tienda de ropa que vimos.

—Ayúdala a conseguir algo adecuado— le dijo Shiro a la empleada de la tienda.

—Venga por aquí, señorita.

Shiro me miró fijamente, y ya entendía la advertencia detrás de su mirada. Sería una imprudencia tratar de escapar ahora. Si no estoy segura de poder lograrlo, no lo haré. Sé que tendré alguna mejor oportunidad.

—Este traje le quedaría muy bien de acuerdo a su figura, señorita— me puse varios trajes, pero no estaba acostumbrada a trajes tan cortos, tampoco sé lo que quiere Shiro. Por suerte la empleada se quedó afuera, porque probarme un traje corto y sin ropa interior era demasiado incómodo.

Caminé lentamente hacia Shiro, quien se quedó mirándome fijamente.

—¿Tiene uno más corto?— le preguntó a la empleada.

—Sí, señor.

¡Es un maldito desgraciado!

—Yo la acompaño. Busque el mejor traje y si es negro o rojo, mejor — le ordenó Shiro.

—Ya se lo busco, Sr. Shiro.

Shiro caminó conmigo hacia el probador.

—¿Conoces a esa mujer?

—¿Celos?— sonrió maliciosamente.

—No me refiero a eso, idiota.

—¿Quién crees que mantiene este lugar? — arqueó una ceja.

—Ya veo. Ya puedes salir, tengo que cambiarme.

—¿Realmente quieres que me vaya? — me acorraló contra la pared.

—Sí, quiero que te largues. ¿No puedo tener algo de privacidad?

Metió su mano por debajo de mi traje y la sujeté.

—¿Qué crees que haces?

—Jugando con mi perrita. ¿Vas a impedirlo?— metió su otra mano, y tocó mi vagina. Agarré sus dos manos e hice fuerza para sacarlas.

—Déjame, Shiro. ¿No sabes hacer otra cosa?

—Oh, ¿Quieres que haga algo más?—  movió sus dedos, y los rozó en mi vagina.

—¡Te dije que me dejes!

—Estas roja. ¿Acaso es que te gusta? — escuché la cortina del probador, y cuando la abrieron era la empleada.

—Disculpen la intromisión — bajó su cabeza, y cerró la cortina. Que maldita vergüenza. Shiro no se detuvo por ella, solo continuó. Es un sinvergüenza.

—¿No vas a detenerte?— forcejeaba con sus manos para que me soltara, como no lo hizo, puse mis manos en sus hombros para empujarlo.

—Termina pronto — dijo antes de salir del probador.

Luego de toda la vergüenza, regresó la empleada para seguirme ayudando. No sabía dónde meter mi cara. Shiro no tiene vergüenza, es de lo peor. La empleada actuó como si nada hubiera visto, tampoco es mucho lo que ella pueda hacer o decir. Lo menos que imaginé fue que tendría también parte de este centro comercial también. Tiene mucho poder e influencias. Si escapo de él otra vez, será un problema tener una vida normal; la realidad es que no creo poder tenerla nunca. De hecho, todavía es la hora que no sé el por qué no me ha matado de una vez. ¿Para qué puedo servirle? Todo lo que ha dicho sobre sus razones, no le creo una sola palabra. Es un hombre sin escrúpulos como dice Shu, todos le temen y hasta lo respetan. Con todo lo que he hecho, solo he conseguido que se moleste, pero no ha tratado de matarme. Quisiera saber qué más quiere de mí.

Me probé como seis trajes. Ella insistió en llevárselos a Shiro todos. Él no me dirigió la palabra cuando salí. Solo ordenó que guardarán todo en bolsas para llevar. Al salir de la tienda pensé que nos iríamos, pero no, entró a una tienda de ropa interior y me quedé fría porque quiso escogerla él.

—Escoge las pijamas, yo me encargo de tu ropa interior — mi cara quería caerse de la vergüenza.

—¿Qué crees que haces?

—¿No necesitas ropa interior? — arqueó una ceja.

—En la casa tengo.

—Pero ahora no, salvaje— lo dijo en un tono de burla, y una sonrisa maliciosa que me estaba haciendo sentir incómoda.

—Baja la voz. Fue tu culpa. Tú me hiciste venir así.

—La ropa interior que tienes no me gusta, así que la escogeré yo. No te contengas en escoger lo que te guste — caminó a otra parte de la tienda, y pude tomar un respiro ahora que no está cerca.

Este hombre es tan necio, no tiene vergüenza de ningún tipo. ¿Y qué con eso de no contenerme? ¿Presumiendo su dinero? ¡Es estúpido! ¿En este lugar no hay ni siquiera ropa decente para dormir? ¿Cómo voy a vestir ropa así, y más al tener que dormir con ese cabrón? Este lugar es pura lencería provocativa lo que tiene. No podría vestir esto para Shiro. No voy a escoger nada. Pasó el tiempo y me quedé caminando por la tienda, hasta que vi a Shiro con varias bolsas.

—¿Todavía no te has decidido por nada?

—No me gusta ninguna.

—La escogeré por ti.

—No, ya te conozco y sé lo que harás.

—Oh, ¿Y qué haré?— me miró fijamente, esperando mi respuesta.

—Olvídalo — desvíe la mirada, y lo ignoré.

Me alejé y lo observé desde lejos. ¿Se piensa llevar la tienda? Lo vi hablando con un hombre en gabán, parece uno de sus empleados. El hombre cogió las bolsas para llevárselas. De lejos me hizo seña para que me acercara y eso hice.

Creí que nos iríamos, pero quiso entrar a otra tienda. Estaba exhausta, ha pasado mucho tiempo desde que llegamos y aún no salimos. Entramos a una tienda de joyas. Se quedó hablando con el empleado muy sonriente. Le mostró varias prendas y me mantuve algo distante hasta que me llamó. Me acerqué a una distancia prudente, pero me haló bruscamente hacia él.

—Quédate quieta— puso sus manos alrededor de mi cuello, y sentí cuando puso una joya en el.

—¿Esto qué significa?

—Me llevaré este— ignoró por completo mi pregunta —. Cuesta una fortuna, deberás cuidarlo bien, salvaje.

—¿Por qué haces esto? No quiero deberte nada.

—Te recuerdo que ya me debes mucho. Tienes que estar a mi altura ahora que estarás en el negocio conmigo, así que no quiero protesta, solo úsalo — de nada sirve lo que diga, siempre hará lo que se le dé la gana.

—¿No le vas a poner un rastreador?— le dije, a lo que sonrió malicioso.

—Buena idea. Creo que pondré más bien una tarjeta de presentación, para que te conozcan y te devuelvan a tu dueño; digo, si te da con perderte otra vez. Es más, ¿Por qué no tatuamos mi nombre en alguna parte de tu cuerpo? A los ganados siempre se les marca.

—¿Por qué no te haces un tatuaje en el trasero, imbécil?

—Oh, ahora se me antoja. Vamos — me haló del brazo sin aviso.

—¿Qué mierda haces?

—Acabas de proponer algo y me gusta la idea, así que vamos a hacerte un tatuaje ahí.

—¿No sabes diferenciar entre un sarcasmo o una broma?

—¿Y tú crees que yo estoy bromeando?— me llevó al auto de mala gana.

—Yo no voy a hacer eso.

—Pues te aguantaré para que lo hagas — ¿Cómo salimos de una cosa a otra?

Llegamos a una tienda que se veía que era un lugar caliente. Había muchos hombres afuera, todos estaban cubiertos en tatuajes, hasta en la cara. Saludaron a Shiro cuando llegamos y estaba sumamente nerviosa, pues estaban igual de cerca a mí.

—Un tatuaje para ella.

—¿Qué desea la chica? — el hombre me miró.

—Vas a poner mi nombre en esta área de su cuello— puso su mano en mi cuello por debajo de la parte de mi oreja.

—Ahí se va a ver, idiota.

—Si lo quieres en el trasero también lo hacemos, pero ese lo quiero ahí.

—Siéntate, linda— me dijo el tatuador.

—¿Esto se puede borrar?— pregunté.

—¿No lo hemos hecho y ya quieres borrarlo?— preguntó el tatuador, y comenzaron a reírse los dos como retrasados.

—Si se puede borrar, pero no dejaré que lo hagas— dijo Shiro.

Al menos si lo hace podría borrarlo luego. ¿Por qué tuvo que pasar esto?

Nunca me había tatuado, pero ese ardor no me gustó para nada, ni mucho menos el nombre que estaban escribiendo ahí. Siempre busca salirse con la suya. ¡Como lo detesto!

—Te queda muy bien. ¿Ahora continuarás con el del trasero?

—¡Vete a la mierda!— salí de ahí, no quería estar un segundo más en ese lugar.

Me quedé en el auto hasta que Shiro regresó. Le dio ordenes al chófer, y traté de no dirigirle la palabra en todo el camino. Creí que llegaríamos a la casa, pero no. ¿Ahora a dónde más piensa llevarme?

—Bájate — me ordenó.

Me bajé sin protestar, solo caminé junto a él. No sé qué planea ahora y no puedo dejar de estar molesta por lo que me hizo hacer.

Entramos a un restaurante y nos sentamos cerca. Me sentía fuera de ambiente ya que no estoy vestida adecuadamente. Shiro ordenó por mi y me quedé callada en todo momento.

—Asegúrate de alimentarte bien. Estás muy seca— no dejó de mirarme ni un instante, su mirada me estaba haciendo sentir incómoda.

No sé para qué hace esto. Es la primera vez que salgo a un lugar así con alguien, era extraño. Luego de comer salimos de ahí para la casa. Estaba loca por llegar, no quería estar más a solas con él. Fui directo al baño, quería verme el tatuaje ya que no lo había podido ver. Esto es peor que una maldición, el nombre de la persona que más odio está escrito en mi piel.

Me bañé nuevamente, y me sentía incómoda de todo el día estar caminando de lado a lado. Al salir del baño habían traído las bolsas a la habitación y las dejaron encima de la cama. Busqué entre la ropa interior, pero todas las que escogió eran demasiado provocativas. ¿Quién usaría ropa como está para dormir? Todo lo hace para molestarme. La puerta se abrió y era Shiro.

—Quiero que te vistas lo más presentable posible. En unas horas vamos a salir. Tenemos un compromiso.

—No pensé que íbamos a salir otra vez.

—Ya ves que si, tienes que presumir tu nuevo tatuaje, salvaje.

—Yo no quiero mostrarlo, además, ¿Eso no te traería problemas?

—No es lo que tú digas, tú haces lo que yo te ordeno y punto. ¿Cuándo será que hagas algo sin protestar, niña tonta?

—No lo haré nunca, deberías aceptar de una vez que no me interesa hacerte caso.

—Es por eso que estás cómo estás, pero no te preocupes, no tengo prisa para domarte — caminó hacia las bolsas, y sacó una ropa interior roja —. Te pondrás esto debajo, y la vas a modelar cuando regresemos.

—No me lo voy a poner. ¿Por qué no te lo pones tu?

—No es mi talla, pero si quieres que te modele luego, puedo hacerlo para ti. Si no lo vas a usar entonces te llevaré desnuda. ¿No crees que sería divertido pasar por lo mismo de esta tarde?

—¡Vete a la mierda, Shiro!— sonrió descaradamente.

—Estaré bañándome, si quieres unirte y ayudarme puedes hacerlo — entró al baño, y pude sentir paz. Siempre busca salirse con la suya.

Cogí otra ropa interior, no iba a escoger esa que dijo. Todo sea por llevarle la contraria. Me vestí y me arreglé antes de que saliera. Shiro salió del baño y se comenzó a vestir, se perfumó, se puso sus prendas y cuando terminó se acercó.

—Da una vuelta.

—¿Por qué tendría que hacerlo?— respondí, a lo que suspiró molestó y alzó mi mano obligándome a darla.

—Parece que te gusta que haga las cosas yo, o es que hasta para eso eres inútil.

—¡Muérete! — Shiro puso sus manos en mi trasero, y me acercó a él.

—El día que eso pase, vas a llorar lágrimas de sangre, salvaje.

—Voy a llorar de la emoción.

—Ya quiero verlo — apretó mis trasero, y me soltó —. ¡Vámonos!

Llegamos a nuestro destino. Tal parece que sería una fiesta en grande.

—Vas a seguirme la corriente. Vas a conocer a muchas personas muy importantes, tanto amigos como enemigos. Tendrás una misión muy fácil, y es socializar. Esta noche estará el culpable de la caja fuerte y necesito todos tus sentidos en alerta.

—¿Y cómo voy a saber eso?

—Vas a socializar, tonta. Ahora que estarás en el negocio necesito que tus capacidad estén a un nivel apropiado. Según pases esa puerta, actuarás como mi mujer. Estarás cerca de mi y tratarás de poner en práctica tu forma de interactuar con los demás. En este negocio eso es muy importante. Hay personas muy reconocidas, así que no hagas ninguna pregunta innecesaria si llegas a reconocer a alguno de los que allí están. Vas a comportarte como una dama, lo salvaje déjalo para la cama. ¿Fui claro?

—Lo que digas, Shiro— asentí con mi cabeza.

—Muéstrame de lo que eres capaz.

Entré sujetada de su mano, es de lo peor tener que acceder a todo lo que diga este idiota. Según entramos nos atacaron con preguntas y saludos. Eso de socializar nunca ha sido lo mío; de hecho, no puedo mantener una conversación con alguien sin ponerme nerviosa. Sonreí a varios de los invitados que se acercaron. Shiro me presentó muy amablemente a todos. Una chica de ojos azules, pelo teñido de rojo, tez blanca y delgada se acercó a mi. No sabía qué pretendía o quién era.

—Buenas noches, linda. Bienvenida a la fiesta de compromiso — se veía muy amable y dulce.

—Buenas noches, y muchas gracias. Este lugar es muy elegante. ¿Es usted quién se va a casar?

—Así es, soy la prometida de Yuzo Young— ya había escuchado ese nombre anteriormente.

Lo que dicen de ese hombre es que es una de las personas más adineradas de Tokio, es uno de los ejecutivos en bienes raíces. No pensé que esta fiesta sería para un compromiso, ni mucho menos pensé que alguien como ella estaría buscándome conversación.

—¿Gustas una copa? — detuvo al mesero y tomó una copa para brindármela, ella también tomó una.

Miré en dirección a Shiro, quien estaba algo cerca hablando con varias personas.

—Muchas gracias. Salud por su compromiso. Espero todo salga bien y sea la mujer más feliz del mundo— no sabía qué más decir, a pesar de ser una mujer, me sentía algo incómoda.

—Gracias, joven. Eres muy amable, es un honor conocer a alguien como tú.

Sentí una presencia detrás de mi. Pensé que sería Shiro, pero no. Al girarme me encontré cara a cara con Shu.

—¿Shu?

—Permiso, dama. Espero no haber interrumpido nada importante. ¿Tiene un segundo, señorita?— extendió su mano para que la sujetara.

Me puse nerviosa ya que no sé si Shiro este de acuerdo a que haga eso. Miré alrededor a buscar donde estaba Shiro, y lo vi mirando a nuestra dirección. No lucía molesto, así que extendí mi mano de vuelta a Shu.

—Permiso, señorita. Fue un placer haberla conocido. Espero todo salga bien en su boda — sonreí amablemente, antes de irme con Shu.

—No sabía que estabas vivo.

—Escúchame, no puedo hablar mucho, sé que en cualquier momento Shiro se va a aparecer por aquí, pero solo quería advertirte. No entres en este negocio, Rui. Sé muy bien que no tienes opciones, pero solo te pido que me esperes un poco. Prometo sacarte de aquí.

—¿Por qué harías algo como eso por mi? Ya te arriésgaste demasiado. Casi te matan.

—No importa las razones. Por favor, aguanta un poco más. Te sacaré de aquí, solo confía en mí.

—Ya quiero saber cómo harás eso, Shu — quedé petrificada al escuchar la voz de Shiro detrás de mi—. Por lo que veo no te has rendido todavía. ¿No fui suficiente claro la última vez?

—No hablen este tema aquí, vayan a otra parte si van a discutir  — sugerí.

Miré fijamente a Shu a ver si se iba, pero no vi intenciones de hacerlo.

—Esa decisión la debe tomar ella, no tu, Shiro.

—¿Te quieres ir con Shu, salvaje? — preguntó Shiro en un tono despreocupado.

La respuesta sería muy clara, pero estaría firmando mi sentencia de muerte. La razón de que este preguntando eso, estoy segura de que es una prueba. No puedo caer en esa trampa tan simple.

—No — no quise añadir nada más, solo caminé al lado de Shiro—. Lo siento Shu, pero no puedo provocar más situaciones, no es el momento.

—¿Te quedó claro o todavía no, Shu? Deberías concentrarte en el trabajo que te corresponde, en vez de estar buscando mujeres ajenas.

—Lo hace por miedo, no porque quiera quedarse contigo.

—La razón por la que lo haga no es importante. Ya acéptalo de una vez, pendejo. Antes de que me arrepienta de haberte dejado respirando, será mejor que te vayas.

Shu me miró fijamente esperando que dijera algo, pero no sabía qué decir. Me sentía mal por haber tenido que quedarme al lado de Shiro luego de todo lo que hizo por mí, pero no tengo opción.

—El que haya aceptado tu maldito trabajo no significa que vaya a aceptar esto.

—¿Puedes irte, Shu?— le pedí. Si sigue como está, Shiro no dudará en tomar cartas en el asunto. No entiendo cómo no ha hecho nada hasta ahora. Debe necesitar de Shu como para no haber acabado con él de una.

—¿No puedes aceptar el rechazo, Shu? — preguntó Shiro sonriendo.

—Quedamos en algo y no estás cumpliendo, Shiro.

—Las reglas las pongo yo y la paciencia me la estás agotando — las personas estaban mirando hacia nosotros, y estos dos no se detenían.

—No tienes palabra, pero no te preocupes; ya tendré el momento de vengarme.

—¿Declarando la guerra públicamente? Me gustan tus cojones— Shiro me agarró del brazo hacia él—. Lastima por ti, porque ella ya decidió. ¿Cierto?— Shiro me miró fijamente esperando mi respuesta. ¿Por qué tiene que pasar esto tan incómodo? Lo peor es tener que fingir que nada está sucediendo.

Shu se fue de la fiesta visiblemente molesto.

—Regresemos — dijo Shiro sujetando mi brazo.

Se acercaron dos hombres hacía nosotros.

—¿Todo está bien, Sr. Shiro?— preguntaron.

—Sí, solo fue un malentendido— aclaró.

No puedo dejar de pensar en la expresión de Shu. Solo espero que pueda entender el por qué hago todo esto.

—Ven, voy a presentarte — caminé con él hacía una mesa donde habían varios hombres sentados.

Shiro saludó y me presentó, al ver la cara de la persona lo reconocí de inmediato.

—Daisuke Ozaki, ella es mi prometida, Rui Himura — hice reverencia al conocerlo.

Ese hombre es el nuevo presidente de la Asamblea Metropolitana. No sabía que hasta aquí también llegaban sus conexiones. Me presentó al vicepresidente Keiichi Nagahashi al cual también hice reverencia al conocerlo. Traté de no mostrar mi asombro, no sabía que también estarían relacionados a este sucio negocio. Nos unimos a su mesa. Me hicieron varias preguntas personales las cuales respondí. Esperaba no haber metido la pata. Shiro se veía tranquilo, supuse que hasta ahora he hecho todo bien. Se fue al frente Yuzo Young, junto a su prometida. Se veían muy felices al anunciar su compromiso. No dejó de mirar ambos a la mesa donde estábamos. Agradeció por la visita de todos, en especial la del presidente y vicepresidente. La fiesta aún parecía que iba a durar más y ya estaba cansada. Han pasado muchas cosas en un solo día. No he visto nada extraño, traté de estar lo más alerta posible, pero es imposible que pueda detectar al culpable.

—Vamos a despedirnos— caminé al lado de él, y fuimos hacia todas las personas que aún quedaban y nos despedimos.

Llegamos a la casa y fui directo al cuarto. Shiro me siguió, quería que se distraera y se quedara en otro cuarto o algo así, pero no lo hizo.

—Hiciste un buen trabajo esta noche, me sorprendes.

—¿Un halago de tu parte? Me sorprendes  — Shiro sonrió, y me acorraló contra la pared.

—Teníamos algo pendiente, ¿No es así?— no pensé que se acordaría. Quise cambiar el tema.

—¿Por qué me hiciste esa pregunta frente a Shu? ¿Fue una prueba?

—¿Lo hiciste por pensar que fue una prueba, o por algo más?

—No entiendo tu pregunta.

Puso su mano alrededor de mi cintura, acercándome más a él.

—¿Eres tonta, o es que te haces? Algo me dice que te quedaste porque no puedes estar sin mí. ¿Estoy equivocado?

—Eso jamás, estúpido engreído.

—Tu boca dice una cosa, pero tú cuerpo me dice otra. ¿A quién debería creerle? — puso su mano en mi cuello, y me encaró.

No podía desviar la mirada de él. Me ha tomado con la guardia baja. Unió sus labios a los míos y no sentí esas malditas ganas de detenerlo. ¿Por qué? Es el ser más despreciable que pueda existir, y aún sabiendo que se está burlando de mi, no pude evitarlo.

—No voy a caer en tu juego, Shiro. No te creas la gran cosa. Si decidí quedarme a tu lado fue por beneficio propio, no porque tenga algún otro interés hacia ti. No vuelvas a besarme, te dije que no me gusta. Eres desagradable.

—Hace un momento no parecía que te desagrade del todo. Deberías dejar de hacerte la tonta y aceptar que lo deseas.

—Ya quisieras que eso fuera así.

—¿No eres tú quien desea que sea así? No me convences con esa excusa tan barata— me empujó a la cama, y se subió sobre mí —. Lo descubriré por mi cuenta.

—Podrás hacerlo a la fuerza como siempre haces, eso no hará que cambie mi forma de verte. Solo harás que te vea como el cerdo que eres. Si esto es lo que tanto sabes hacer, adelante. Haz conmigo lo que te plazca, al final de cuentas, solo tú eres quien disfruta de esto.

Metió su mano por mi entrepierna, acariciando todo a su paso hasta llegar a mi ropa interior.

—¿Solo yo? Alguien está mostrando lo contrario.

Agarré su mano, intentando evitar que siguiera tocándome.

—Ver tu cara me da asco, y sentir tus manos es repugnante.

—¿Con Shu te sucede lo mismo, o te gusta más?

—No entiendo tu estúpida pregunta, pero si se trata de escoger, preferiría mil veces a cualquier otro hombre antes que a ti.

—Ahora se me antojo ver eso — Shiro se levantó de la cama, y caminó a la puerta.

—¿A dónde vas?— me preocupó su actitud, suele hacer cosas locas cuando dice eso.

—¿Tú qué crees, salvaje?— Shiro salió de la habitación y corrí a la puerta para tratar de abrirla y evitar que se fuera, pero aún así no me quiso escuchar.

¿Qué está planeando este loco? Me quedé en una esquina de la habitación mirando hacia la puerta, sabía que algo estaba tramando con esa mirada que me dio. Supongo que lo hice enojar con lo que dije, y por eso actúa de esa forma. Cuando escuché que fueron abrir la puerta, mi corazón estaba a punto de estallar. La primera cara que vi fue la de Shu y luego entró Shiro.

—Te traje el encargo, espero lo disfrutes, salvaje.

—¿A qué viene todo esto?— preguntó Shu.

—La salvaje aquí presente quiere que le hagas el trabajito. ¿Qué esperas?

—¿Estás demente? Eso no es cierto, Shu. Este hombre está loco.

—No haré nada de lo que pides, Shiro. Solicito retirarme —Shu quiso caminar a la puerta, pero Shiro se metió en el medio.

—Trata de cruzar esa puerta y verás — caminó hacia mí, y me quedé en alerta. No sé qué mierda pretende.

—Esto no es gracioso, Shiro— le dije.

—Para mí lo es— se paró en frente de mi, y de un tirón, rompió el manguillo de mi traje. Retrocedí sujetando esa parte que desgarró.

—¿Qué mierdas te pasa, Shiro? Aléjate de mí o no respondo.

—¿Qué pasa contigo, Shiro? La estás asustando — dijo Shu.

—No es mi problema— se acercó más y haló mi traje.

Estaba luchando para evitar que lo terminara de romper, pero fue inevitable. Shu caminó hacia Shiro, pero él se giró.

—¿Quieres que vaya por tu sobrino?

—¿Hasta en esto lo vas a meter? ¿Hasta ahí has llegado con tus celos?

Traté de correr a otra parte del cuarto, pero Shiro me haló del brazo a la cama. Estaba avergonzada de estar en ropa interior frente a los dos. Cogí parte la sábana y me tapé con ella.

—Te di una orden, ¿Qué esperas para cumplirla? ¿No la deseas tanto? Ahí la tienes. Te la estoy dando para que hagas lo que quieras con ella.

—Yo no soy como tú, Shiro. No voy a ponerle una mano encima porque tú lo digas.

—Muy bien. Siéntate, yo lo haré por ti. ¿Hace falta que te muestre cómo se coge una mujer? —se metió a la cama conmigo, y lo empujé intentando alejarlo.

—No te atrevas a tocarme, Shiro—lo empujé nuevamente, y traté de levantarme de la cama, pero Shiro me sujetó el brazo haciéndome caer acostada.

Tiré patadas como pude, y forcejeaba con sus manos intentando soltarme, pero entre más lo hacía, más fuerza ejercía en mis muñecas.

—¿Esta es la manera de demostrarle que te gusta, Shiro?— comentó Shu entre risas—. Eres muy orgulloso. Si sigues actuando de esta forma solo harás que te odie más de lo que te odia. ¿Eso quieres?

—¿Gustarme? Yo no soy débil como tú, Shu. Ni mucho menos tengo gustos tan patéticos como los tuyos.

—No lo parece. No creo que actúe más patético que tú ahora mismo, Shiro. Si no te gusta como dices, no creo que meterías a tu cama a alguien que odies. Con esto me estás dando la oportunidad de quedarme con ella, ¿Eso quieres?

—Yo no soy un maldito juguete, ¿qué mierdas les pasa a ustedes dos?— grité molesta.

—Lo eres, y me voy a divertir mucho contigo esta noche, y Shu será nuestro espectador. ¿Te parece?

—Déjala, Shiro. Yo lo haré, pero luego no digas que no te lo advertí.

—¿A qué viene todo esto? ¿Qué mierda te crees que eres, Shiro? Tú no decides nada sobre mí. No me voy acostar con Shu, ni contigo, ni con nadie. ¡Eres un cerdo!— no me estaba sintiendo bien, las emociones han sido muchas.

Me estaba sintiendo algo mareada, pero no es el momento para estar con esto. No puedo dejar que hagan conmigo lo que quieran. Yo no soy un maldito juguete, ni mucho menos un objeto.

—Tu forma de demostrar cariño es patética, pero yo me encargaré de demostrárselo. Hazte a un lado —dijo Shu.

Shiro me soltó y salió de la cama. Aproveché para tratar de levantarme, pero Shu me aguantó el brazo, aunque no fue brusco como Shiro. Me hizo un guiño, y quería creer que fue algún tipo de plan. Me recostó en la cama nuevamente y se subió sobre mí, besó mi mejilla, y descendió a mi cuello.

—Eres igual de cerdo que él— le grité, a lo que Shu mordió mi oreja.

—Jamás te haría daño, creí habértelo dicho antes. Solo sígueme la corriente— habló en un tono bajo, pero claro.

No sé sus planes, pero supongo que no tengo de otra que creer en su palabra. Shu colocó su cuerpo entre mis piernas, estaba tan cerca que podía sentir su erección. No sé cuáles sean sus planes, pero no me gusta para nada. Ver a Shiro observándonos no me agradaba tampoco. Su mano descendió a mi entrepierna. Esto no puede ser parte del plan, pero no podía decir nada ya que Shiro continuaba mirándonos. Al sentir su mano entrar en mi ropa interior, me invadió un escalofrío por todo el cuerpo.  Dejé escapar un gemido ante la sensación de sus dedos moviéndose por encima de mi vagina. Puse mis manos en su hombro tratando de detenerlo, a lo que Shu me miró. Me sentí avergonzada al no poder controlar mis gemidos. Uno de sus dedos entró en mí, y me estremecí ante la sensación de calor que recorría toda mi parte baja. Shu sonrió antes de estampar sus labios a los míos. El movimiento de su dedo y su lengua jugando con la mía me estaba haciendo sentir más caliente.

—¡Detente, Shu!— le pedí.

Sacó su mano de mi ropa interior y acercó su boca a mi oído.

—Continúa como lo estás haciendo— fue bajando mi ropa interior. Sentía vergüenza de que me viera de esta forma.

Escuché el cierre de su pantalón y agarré su brazo. ¿Qué es lo que está haciendo?

—¿Qué haces, Shu?— me encaró al hacer la pregunta. Pude percibir su pene en mi entrepierna—. No estás pensando realmente hacer esto, ¿Cierto?

—Sí— antes de que pudiera reaccionar a su respuesta, sentí cuando me penetró profundamente sin decir más.

Solté un gemido de sorpresa fuerte, y agarré su brazo.

—¡Detente, Shu! ¡Sácalo, por favor! —sus movimientos eran cada vez más fuertes.

Me dolía, pero sentía una corriente dentro de mí que provocaba una sensación de calor en mi parte baja.

—No te estoy lastimando, ¿O si?— golpeaba su pecho, pero en cada golpe que le daba, él solo continúa más y más fuerte.

—¡Eres un maldito!

—Lo siento; quizá después de todo sí soy como él, pero no puedo evitarlo — subió el sostén que llevaba puesto, y agarró mi seno, mientras que llevaba a su boca el otro.

Mi cuerpo estaba temblando ante esas sensaciones. Nunca había sentido esto anteriormente, no podía controlar mis jadeos. Shiro no estaba en la habitación, no sé desde cuándo se fue. Había olvidado su existencia por completo.

—¿Te gusta?— su pregunta me hizo sentir avergonzada. No sabía qué responder.

—¡Te odio, Shu! Te creí diferente.

Se movía más rápido y profundo, se escuchaba los sonidos de humedad cada vez que entraba en mi.

—¿Quieres que me detenga?— a pesar de hacer esa pregunta, puso sus manos por mis muslos haciendo que pusiera mis piernas alrededor de él.

—Sí, Shu — respondí.

Me besó apasionadamente, mientras continuaba. Ni siquiera le importó mi respuesta.

—No suenas convincente, Rui. Me estás sujetando tan fuerte por dentro, que es imposible que me detenga. ¿Puedes escucharte?— sentía una sensación de hormigueo en cada estocada.

—¡Cállate, maldito!— me sentía tan avergonzada al escuchar esas palabras de él.

Vi a Shiro entrar a la habitación con un trago en la mano, y no dejó de mirarnos. Su expresión era extraña. No sé por qué mi cuerpo sintió un escalofrío al verlo así. Shu lamió mi cuello, y mi cuerpo no podía más.

—¡Detente ya! — le pedí entre jadeos.

Aceleró sus movimientos, y en una última y profunda estocada, sentí su calor dentro de mi. Sus jadeos fueron incontrolables al hacerlo. Al sacar su pene de mi vagina, algo emergió de mi parte baja. Antes de levantarse de la cama, me dio un beso en la frente.

—¿Satisfecho? — le preguntó Shu a Shiro—. ¿Algo más?

—Lárgate— le ordenó Shiro.

—Si necesitas otro trabajito, llámame, no tengo problema en venir. De igual forma tú no podrías complacerla lo suficiente, así como lo hice yo— Shu me miró por última vez —. Ella es mía, y no dejaré que te la quedes, cobarde— salió de la habitación sin decir más.

—¿Suficiente, o aún quieres más, perrita?— me preguntó Shiro.

—¡Los odio a los dos!— respondí molesta.

—Mañana vas a entrenamiento. Procura descansar hoy.

—¿Será tu venganza?

—¡Vete a bañar! — me ordenó.

—Estás enfermo, Shiro. ¿Estabas excitado al verme ser cogida por alguien más? ¡Eres de lo peor! — vi su erección por encima de su pantalón.

—Para la próxima piensa bien antes de hablarme, si no quieres que suceda cada vez lo mismo.

—¡Muérete! — me levanté de la cama para ir al baño, y Shiro me agarró el brazo.

—No sabía que tenías ese lado tan pervertido, salvaje.

—Un lado que jamás tendré contigo, imbécil— me solté de su mano, y entré al baño.

Escuché el sonido de un cristal rompiéndose, pero no quise volver a la habitación. ¡Que se pudra!