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Un beso por pensar

-¿Crees que mi hermano es tu cuento de hadas? Eso es muy raro. Solo conozco dos parejas así en este mundo, incluso en mi reino hay varias, pero no les va bien. Ricardo engañó a Gael y ahora se pelan por la custodia de su perro.

-¿Qué?

-Sabes que, debo ir con mi madre. -Acalia se acercó rápidamente a la puerta y salió, ella volvió y asomo su cabeza -Cuida de Neil.

El nombre resonaba en su cabeza.

Pasaron varios minutos en lo que los padres llegaron. Ahí Acalia presento a Zack, y después explico lo que había visto. Aunque más que preocupación, su rostro reflejaba culpabilidad.

-Creo que es hora de decirles la verdad.

La madre de Acalia se había acercado a ellos, mordiéndose el labio.

Ella explicó suavemente. Acalia y Neil tenían sus cuentos intercambiados debido a un hada primeriza y a un viento fuerte. Entonces todo tomo sentido. Acalia miró a Zack asombrada.

-¿Entonces tú serias mi cuento?

Zack estaba igual de asombrado.

-Madre debemos hacer algo con esto. No creo que el cuento de mi hermano sea para mí. Dime por favor que hay una forma de cambiarlo.

-La hay, pero los tres deberán ir al lugar donde las maravillas y las cosas irreales pueden ser reales. -El padre miro a los jóvenes.

-Ese lugar está muy lejos de aquí. -Zack habló. Todos lo miraban.

-¿Has ido ahí? -los tres respondieron al unísono.

-Me perdí ahí una vez, conozco a un par que nos podrían ayudar a llegar a la fábrica.

-Bien, nos iremos el día después del baile. Porque creo que necesitaré tiempo para convencer a Neil.

-¿Convencerlo de que, su alteza? -Zack miro a los mismos ojos verdes de Acalia.

-De que te bese. No puedes ir a ese lugar con un tamaño reducido y pues...

-Yo lo entiendo, pero el beso no funciona así.

-Puede que no, pero creo que Acalia también se refería que ahí entras tu príncipe. Deberás ganarte el corazón de Neil en estos dos días.

La reina le menciono eso mientras tomaba a Zack entre sus manos. Era suave su tacto. Tan suave que era muy acogedor.

-Nuestro hijo va a despertar y queremos que no tome todo de un jalón. ¿Entiendes, Zack?

Cuando la reina miro a sus manos podía ver que el sapo príncipe estaba durmiendo.

Pasada una hora, Acalia vio a su hermano despertar. Ella le comento que había quedado dormido por muchas horas. Y estaba nerviosa por contarle lo de Zack. Pero espero a que Neil comiera y recuperará energías.

-Recuerdo algo raro, un sapo estaba encima de mí. Y me decía que me calmara. -Neil aún estaba recostado. Su hermana se acercó.

-Ese sapo qué recuerdas, se llama Zack.

-¿El guerrero?

Acalia asintió -ese mismo, fue hechizado y está esperando si podemos ayudarlo. Hemos mandado un oficial hacia su reino, esperamos que llegue ahí un día después del baile.

-Es mañana ¿Verdad?

-Sí, pero hay algo más, hermano, no quiero que te asustes o te espantes, pero, nuestros cuentos fueron intercambiados. Es decir, mi cuento es tu cuento ahora, y el tuyo, es mío ahora.

-Entiendo, pero, hay una forma de enmendarlo.

-Sí, pero tu cuento, ya te encontró.

-El sapo ¿Debo romper yo la maldición?

-Solo si queremos que nos ayude a llegar a Maravillas y encontrar la fábrica de cuentos.

-Entiendo eso, pero, no es algo para mí, creo que este cuento realmente era para ti, besar sapos es lo tuyo.

Acalia le dio un codazo.

-Piénsalo, conoce a Zack, ya es tu decisión final si quieres darle un beso francés. -Acalia se escondió tras una almohada. Esperando algún golpe de su hermano.

-Eres tan predecible, hermanita. Lo pensaré, te lo prometo.

Neil se levantó, coloco una cobija delgada entre sus hombros. Luego se despidió de su hermana para salir de la habitación.

Neil se dirigía al jardín. Tenía un hermoso lugar para poder descansar y pensar tranquilamente sobre lo que le había mencionado anteriormente si hermana.

El atardecer era una fase del día que le causaba emoción. Ver lentamente los rayos de sol escondiéndose.

El aire fresco acariciaba su piel y ondeaba su cabello. Camino del rosal hasta un pequeño lugar escondido entre todas esas rosas de brillantes colores, parecía una cúpula hecha por las mismas rosas. En el interior había un asiento cerca del estanque qué conectaba el lago del reino.

Neil se sentó y empezó a observar como la luz del sol hacía sombra de las rosas en el suelo y el estanque. Varios peces nadaban libremente y se iban.

-¿Cómo te sientes? -una voz emergió del estanque.

-Mejor que ayer, creo. ¿Qué hay de usted, príncipe Zack?

-Puedes tutearme. Y a pesar de estar bajo una maldición, creo que me va bien, me he hecho amigo de varios peces.

-Eso es fantástico. Lamento que tu cuento haya sido arruinado. Creo que tú y mi hermana realmente hubieran sido tal para cual. A ella le encanta salir a pelear y dar órdenes.

Zack salto del estanque hasta el asiento.

-No, no me molesta. No puedo negar que tu hermana sea hermosa, pero tú también lo eres. Y si me preguntas, creo que el destino tenía algo planeado.

-Pero eso no significa que tengas que estar tú conmigo, yo no creo poder hacer algo así, sabes, si vamos a ir a cambiar los cuentos, no sé cómo veré a mi hermana a los ojos.

El sapo príncipe se acercó a las piernas de Neil -Piensa que es mejor que un sapo de maleta por el país de las maravillas.

-Ja, creo que tienes razón. Imagino que serias el almuerzo de muchos.

Zack dejo salir una risa -Eso es terrible, y yo que pienso que sería muy salado.

Ambos se rieron.

-Déjame pensarlo, y prepárame mentalmente.

-No quiero obligarte a nada, esperaré, aunque eso implique enseñarme a blandir una espada en este cuerpo.

-Tampoco quiero presionar a un error, conozco un poco sobre ese lugar.

-No es tan peligroso como dicen, solo debes tener una mente sin tornillo para poder caminar, arriba puede ser a la derecha y la izquierda puede ser en frente. -Neil miro a los rosales.

-Eso suena realmente loco y fascinante. -acomodando la cobija en sus hombros, tomo al sapo príncipe, quien lo miraba desconcertado. Empezó a caminar hacia el castillo.

-Mañana, muy temprano es el baile, y me gustaría que fueras mi acompañante. -Neil le sonrió al sapo príncipe.

Ambos llegaron a la habitación del sastre real. Acalia estaba ahí con un hermoso vestido lavanda. Los detalles de las flores eran delicados y muy hermosos.

-Qué bien que llegan, les tenemos algo preparado a los dos.

¿Qué tal las mejoras?