Noé no se encontró con nadie durante su vuelo, sus sentidos percibieron la presencia de los gusanos de arena en el desierto debajo de él, pero no apareció ningún cultivador en su camino.
Luego, cuando el ambiente comenzó a cambiar y la temperatura comenzó a elevarse, vio una figura a lo lejos.
La figura estaba a muchos kilómetros de su posición, Noé solo pudo ver un punto oscuro en el cielo, pero sabía que era su oponente.
El páramo rocoso se extendía frente a él, había llegado al área de batalla, pero se quedó quieto, igual que su oponente.
Noé sintió cómo aumentaba el hambre dentro de él en cuanto percibió el aura del lago de lava, una parte de él quería zambullirse a través de los amenazantes ríos rojos solo para tener la oportunidad de comer la fuente de aquel poder.
Sin embargo, también estaba increíblemente tranquilo.
Su tiempo pasado en la naturaleza hizo que se sintonizara por completo con su cuerpo, ya no había un lado humano y un lado de dragón, solo estaba él.
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