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Mi matrimonio forzado: la hermosa esposa no tiene memoria

Sun Hee es una joven de 18 años. Tras haber despertado de un largo coma, se enteró de que había perdido la memoria. Ese mismo día, su malvada madre la forzó a casarse con un hombre completamente extraño para ella. Sin poder negarse tuvo que aceptar aquella extraña orden. Su esposo Jin Seong es un hombre frío, rico, arrogante y poderoso, capaz de hacer desaparecer a cualquier persona del país. Ellos dos son completamente diferentes. Sus vidas cambiarán por completo y tendrán que intentar convivir juntos aunque no se conozcan. ¿Qué pasara en su relación, terminaran enamorándose? ______________________________________________ Nota de autor: La cubierta no es mía. Por favor, no resubir esta historia

Laurasiscoyote · Urbano
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132 Chs

Capítulo 64: Sun Hee cayó en la trampa de su esposo

Cuando llegó a la mansión Sun hee bajo del auto lo más rápido posible, en pocos segundos ya estaba abriendo la puerta de la mansión, por los nervios las manos le temblaban y por culpa de eso le costó un poco mas de tiempo abrir esa enorme puerta.

Sentía que estaba en una película de terror, pensaba que si se daba la vuelta encontraría al monstruo que no debía ver...

Logró abrir la puerta y fue corriendo hasta su dormitorio, enseguida se cambió y guardo el horario de las grabaciones dentro de un cajón.

Por fin pudo relajarse un poco, su pijama era cómodo y hacía una temperatura buena en la habitación.

Todos los nervios que tenía antes desaparecieron en un instante, sentía que acababa de ganar una gran batalla, no ser descubierta por Seong-Jin o Min ho era un milagro para ella.

Salió de su dormitorio y estiró sus brazos para disimular, quería intentar simular que acababa de despertarse.

Miro lentamente cada rincón de la mansión, pensó que quizás alguna mucama estaría observándola.

Afortunadamente todo parecía normal, bajó por las escaleras y fue al salón.

Se tiro al sofá sin pensarlo dos veces y se tumbó de manera cómoda, tenía una pierna sobre la parte superior del sofá mientras que la otra estaba fuera del sofá, la balanceaba de un lado a otro.

Se había hecho un moño alto y despeinado, cualquiera que la viese pensaría que llevaba horas tumbada ahí.

Pasó mas de una hora tumbada ahí, todavía tenía la misma postura de antes y seguía cambiando de canal cada momento, nada llamaba su atención y ya había buscado por todos los canales que habían en la televisión.

Cuando por fin fue a apagar la televisión y a levantarse el ruido de la puerta la interrumpió, enseguida se fijo en quién entró.

Seong-Jin entró a la mansión acompañado por Min ho, parecía que Min ho lo había acompañado a una reunión, siempre hacía mas tareas de las que debía.

Sun hee se quedó quieta en el sofá y tragó saliva al recordar que había salido está mañana.

Seguía tumbada de la misma manera que antes, enseguida se avergonzó cuando vio que su esposo la miraba arqueando una ceja.

Era una situación demasiado incómoda para ella, desde aquella altura podía ver perfectamente a su esposo, su traje de sastre estaba echo a la medida exacta y sus ojos azules brillaban todavía más, aunque esa mirada fría y indescifrable seguía allí, parecía que en verdad no tenía sentimientos.

"¿Enserio es una persona?"

—Levantate—dijo serio.

A Sun hee le daba pereza levantarse pero le daba más miedo no obedecerle.

Tampoco le solía pedir favores, asi que tampoco iba a negarle algo tan simple.

Quitó su pierna de la parte superior del sofá y se levantó rápidamente.

Luego aparto algunos cabellos que se le pegaban al rostro.

—¿Estabas trabajando?—preguntó mientras bostezaba.

Seong-Jin asintió con la cabeza y parecía que no estaba dispuesto a sacar algún tema de conversación.

Sun hee se inclinó un poco hacia un lado para poder ver a Min ho, él sostenía un maletín negro y saludaba con la mano a Sun hee.

Seong-Jin observó a su esposa, se dió cuenta de que enseguida ella iba a preguntar porque Min ho había ido con él.

—No me apetecía ir solo, por eso vino conmigo.

Sun hee le sonrió a su esposo, al menos había dicho algo, eso le agradaba un poco. Cuándo pensó que ya habían terminado esa corta conversación escuchó la nueva preguntá de su esposo, se quedó paralizada.

—¿Porqué has salido de la mansión?

—¿C-cómo lo sabes?—dijo con la voz temblorosa y boquiabierta.

—Tonta, en verdad no lo sabía, diciéndote que sabía que habías salido sería fácil averiguarlo, en verdad es muy fácil engañarte. ¿Tienes alguna excusa ahora?—dijo mientras cruzaba los brazos.

—...