La actitud de María hacia él de repente se volvió inexplicablemente extraña, lo cual hizo sentir a Ellis muy incómodo.
Aunque estaba dispuesto a ayudar a Keera a superar este momento difícil, no pudo evitar pronunciar una declaración tan molesta, todo para hacer que María se retractara de sus palabras. —Mis asuntos no son de la incumbencia del señor Ellis.
Ellis pudo ver que la actitud de María se había suavizado.
Recordó cómo ella una vez le había suplicado que no ayudara a Howard por el bien de Keera, así que esta vez, por el bien de su mejor amiga, seguramente bajaría la cabeza otra vez...
Justo cuando pensaba esto, efectivamente, vio a María comenzar a hablar. —Yo...
En ese momento, una voz fría interrumpió. —Nuestros asuntos no son de tu incumbencia.
Ellis se quedó atónito.
Giró ligeramente la cabeza y vio a Keera, que lucía exactamente igual que Keira excepto por la ausencia de un lunar en la esquina de su ojo.
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