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Palacio Divino Invencible, en el palacio trasero.
Cierto Rey demonio se arrodillaba postrado en el suelo, derramando lágrimas y chillando por su vida.
—Diosa… Diosa Exaltada, de verdad me gusta Pequeña Hong-Kong. Le pido que no nos separe.
—Diosa… Diosa Exaltada, yo fui quién sedujo a Pequeña Hong. Ella no tiene la culpa. ¡Si debe hacerlo, castígueme!
—Diosa… Diosa Exaltada, aunque me mate a palos, insistiré en estar juntos con Pequeña Hong.
—Diosa… Diosa Exaltada, si dejo de ser un demonio, ¿Me dejaría ser parte de la Secta Invencible?
—Diosa… Diosa Exaltada, por favor ¿Puedo casarme en su secta?
—Diosa-
—¡Suficiente, suficiente, suficiente! ¡Deja de chillar! —Lonemoon ya no soportaba escucharlo más. La cara del Rey demonio estaba cubierta de mocos y lágrimas. ¿Se le había olvidado que supuestamente era el rey de todo un reino?—. ¿Desde cuándo dijimos que no íbamos a permitir que ustedes dos estén juntos?
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