Qin Chu la conocía hace muchos años, claramente comprendía la personalidad de Huo Mian. Cuando ella se enfocaba en algo, nadie la podía hacer cambiar de opinión.
Qin Chu sintió pena por ella, por lo que, cuando Huo Mian subió otros tres escalones y estaba a punto de postrarse nuevamente, Qin Chu se arrodilló a su lado.
HuoMian se volteó sorprendida.
—Cariño...
—Estoy contigo. No importa lo que hagas, lo haré contigo —Qin Chu la miró con cariño.
Qin Chu era ateo, no creía en el cielo, la tierra, los dioses o los espíritus, pero sí creía en HuoMian.Si Huo Mian había decidido algo, él estaría dispuesto a acompañarla. Sin embargo, era más fácil decirlo que subir los 1700 escalones arrodillándose cada tres.
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