Antes de que se fuera a Brasil, Qiao Fei le había dicho que no anduviera de un lado al otro durante esos días y que debería quedarse en la Mansión Qiao en Moscú. Incluso le había dicho que él iba a cocinarle, pero... Lu Yan no se lo tomó en serio y huyó mientras él se ocupaba de negocios en lo de su familia. Al final se marchó a Brasil por un trabajo, así que sin duda Qiao Fei no iba a querer hablar con ella.
—¿Está enojado? ¡Yo debería ser la que está enojada! Le salvé la vida, ¿bien? ¡Si no le hubiera pedido a mi cuñado que lo operara, se habría muerto hace años! —dijo Lu Yan con naturalidad.
—Pero piénsalo, ¿por causa de quién le dispararon?
La pregunta de su padre hizo que se quedara callada de inmediato.
—Yo... em...
—Deja de tartamudear, ¿puedes por favor dejarme dormir profundamente de noche? La próxima vez, no tendré tiempo para salvarte. Te digo que dejes de aceptar trabajos y vayas a casa o a la casa de Qiao Fei en Moscú. Allí es seguro.
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