—¿Quién va a ayudarlo a cargar las tres bolsas, eh? —con una mirada desafiante, planteó a modo de pregunta. Sentía que los demás estaban actuando estúpidamente. Dirigiéndose a Adrian, amenazó:
— No te atrevas a huir con nuestro dinero. Su voz era pesada y no estaba bromeando. Si sólo pudieran ver la sonrisa en los labios de Adrian. —Sacad las armas —ordenó a los tres.
Al instante, empezaron a sacar las armas que habían traído consigo para su misión. Adrian sacó la suya y la escondió en su espalda. La necesitaría más tarde para deshacerse del líder.
Adrian agarró la otra bolsa que sostenía el tuerto y comenzaron a planificar las rutas que tomarían. Dado que los policías ya los habían rodeado, significaba que estaban en todas partes.
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