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Capítulo 3

- Dime algo que no sepa, adelante.

Las frases de la detective Moya cortaron la tensión como si fuera un cuchillo.

Elvira, aunque jamás lo reconocería, le intimidaba la profundidad de los ojos de Álvaro. Esos ojos color avellana se habían tornado casi amarillos por la luz del sol que entraba por la ventana del cuarto del piano, confiriéndole un aspecto de león acechando a su presa.

El aspecto de su pelo castaño claro, junto a su moreno, ayudan bastante a este aspecto.

Durante los pocos segundos que la detective y el asesor se mantuvieron las miradas fueron los más tensos que se conocen en la comisaría.

Repentinamente, Álvaro desvía la mirada al cadáver.

Se arrodilla a su lado.

Sus ojos repasan el cuerpo como si fuese un escáner durante unos pocos segundos.

- Ahora verá lo que es capaz de hacer, es alucinante.- Comenta el agente Martí a la detective Elvira entre susurros.

La detective le mira con una cara seria que hace que Julián se aparte, amedrentado.

Segundos después, Álvaro comienza a hablar.

- Bien, empezemos por lo básico. Varón, poco más de setenta años. Pianista, de éxito, aunque no ahora mismo, lo cual se puede apreciar en su piano, antiguo, aunque puede que tenga cierto sentimentalismo. No, su ropa, ajada, la usa mucho antes de tirarla, denota falta de dinero. La herida se la hizo con el propio piano, hay una marca de sangre en la arista del piano, imperceptible, pero existe. De ahí se puede extrapolar que no murió por el golpe, aunque ayudó bastante. El tema es, ¿que hizo que se golpease contra el piano? La copa de brandy que había en la mesa del pasillo, junto con la botella denota que había bebido en grandes cantidades antes de su muerte. Si desconfía de todo esto, en la autopsia lo puede comprobar, gran cantidad de alcohol en el estómago. ¿Puede que el alcohol le hiciese dormirse y darse contra el piano? Improbable, un pianista profesional tiene un gran aprecio a su piano, y si no se encuentra en condiciones de tocar, no se acerca a él. Por tanto, había bebido bastante, pero no murió por ello.

Álvaro hace una pausa.

Rápidamente se acerca a la cabeza del cadáver, le abre la boca.

- En efecto, me pareció al entrar notar un olor a almendras amargas, véase, a cianuro. Efectivamente, el olor proviene de su boca, dónde...¡Ajá! Hay una pastilla a medio deshacer. Un Paracetamol que se disuelve en la boca. Probablemente, la víctima, como he dicho antes, había bebido mucho, y tenía resaca. Para aliviar el dolor de cabeza, se tomó un Paracetamol impregnado de cianuro, que le provocó grandes dolores. Esos dolores le hicieron levantarse muy rápidamente en busca de ayuda, pero no lo suficiente. Murió levantándose, y cayó a plomo sobre el piano, haciéndose una herida en la cabeza de esa magnitud. Es por ello,que puedo afirmar que este caballero ha sido asesinado por una mente fría y calculadora.

Álvaro se gira y se queda mirando a la detective, que se encuentra sorprendida.

Nunca había visto a alguien tan joven sacar unas deducciones tan increíblemente precisas.

- Y... ¿Y cómo sabes que era un pianista de éxito?- Pregunta la detective sobreponiéndose del asombro.

- Muy sencillo.- Dice Álvaro.- El piano. Es de los años ochenta, una gran marca, pero bastante anticuada. Es por ello que puedo saber que antes podía permitirse el mejor piano del mercado, pero ya no.

- Le dije, señora Moya, que Álvaro Mellado es nuestro mejor asesor.- Le dice Julián Martí a Elvira.

Elvira deja de atender a Martí para centrarse en ese sujeto tan novedoso que le mira expectante al lado del cadáver.

"Supongo que necesitaré la ayuda de este muchacho, por mucho que me fastidie admitirlo. Es más competente que la mayoría de los de la comisaría." Piensa la detective Moya mirando a Álvaro.