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Magnifique

Entre el cosmos y un individuo, su destino en un ciclo de ignorancia, acciones qué comprometen el multiverso y un dios renegado.

Bryan_Yela · Fantasia
Classificações insuficientes
32 Chs

Revelaciones: segmento inoportuno.

Entre el pasar de las horas, la espera se hacia evidente, y una chica asaba una pequeña cocatriz, quizá la cazo mientras esperaba, o talvez llegase a sus pies y solo la tomo, pero ahora seria comida por el par de viajeros cansados.

(Al menos, esta vez, si logre llegar a tiempo), perdida en sus pensamientos, este revotaba dentro de estos.

El sonido del chisporroteo de las brasas, acompañado por los trinos de las aves, daban la bienvenida en aquella mañana, donde la niebla se despejaba, y por fin, se lograba apreciar aquel reino caído.

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Solo era cuestión de tiempo, y así fue, el joven despertó, sus heridas habían sanado, y fue recibido gratamente, frente a él se encontraba una apuesta señorita, de unos 24 años, aparentemente, pero ella solo lo veía, con esos ojos tristes, nostálgicos, sin decir palabra alguna, mientras él tomaba una posición más cómoda y revisaba sus pertenencias.

-Melph, ¿Estas bien? - Con una mirada fija, la chica pregunta directamente, denotando su interés.

Entre parpadeos rápidos, aun mostrando confusión en su rostro, responde tranquilamente. -Si, estoy bien.

-Muy bien, no me queda mucho tiempo, una vez desaparezca, debes llevarme contigo, ve al puerto y viaja hasta Nyuervhei, en ese lugar, alguien te espera. - Con una seriedad absoluta, sus palabras parecían tener peso, pero no daba lugar a dudas, no después de arriesgar su vida por la mía.

Con un leve movimiento, hacia entrega de Penumbra, ahora reposaba en manos de Melph, una vez más.

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Crujidos desde el corazón de Emel se daban, solo para que el cristal que portaba colapsara, fundiéndose con el entorno en pequeñas luces como escarcha, eran arrastradas por el viento. Una luz, comenzó a cubrir como coraza su cuerpo, y poco a poco, como si fuese porcelana, trozos se desprendían, para que al final, una dulce chica, de joven apariencia y elegante vestidura se revelase.

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Atónito, es el termino más cercano que expresase el rostro del joven, una señorita refinada, aparentemente de la misma edad, pero aquella señorita de antes, simplemente había desaparecido.

Ahora, sobre una roca, sentada yacía aquella bella y noble damisela, de rasgos finos, pasar de una curtida guerrera a una pequeña dama con aires de una princesa creaba un contraste peculiar, sus bellos risos, su armadura sobre ropa elegante con volantes, colores celestes y azules como el cielo mismo, pero no todo era alegrías, su cuerpo cansado se desplomo sobre el césped en el cual acampábamos, y la tarde nos alcanzo junto a su fresca brisa.

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Mientras tomaba mi arco, me apartaba en armonía, permitirle el descanso a tan bella señorita, que aparenta cansancio, seria una cortesía, armar una tienda de acampar y procedí a retirarme dejando seguro el lugar.

Con arco en mano, mientras recorría el camino al castillo, pude fijarme y apreciarle correctamente, alguna vez fue verdaderamente una fortaleza de una imponente ciudad, los grabados eran magníficos, perduraron con el tiempo, estos eran lenguaje élfico, al parecer existió una tregua y llegaron a marcar en los muros la historia.

Puedo leer un poco, veamos que dice:

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Año 170 del periodo del dragón durmiente.

Una alianza nacida de las razas de luz, todos usaban las fuerzas de la naturaleza, los elfos, construyeron el valle, los humanos, levantaron ciudades.

Lo que una vez fue un pueblo, paso a ser un imperio, ocuparon toda la isla, alguna vez llamada Eolia, debe referirse a Zoth, entonces, un segmento ilegible sobre el nombre de Blaze y Logos.

Exploración de las mazmorras que sellaron con magia, utilizar el sistema para indexados, destrucción y renacimiento, cambio de era, adoración al dragón, no se puede leer todo, al parecer algunos fragmentos del muro se han perdido con el tiempo.

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Desde el establo, llegué a la entrada principal, donde pude ver, lo que una vez fue esqueletos y estatuas, ahora solo eran polvo y sombras desaparecer con el viento, siendo llevados en el olvido, uniéndose por fin al ciclo de la vida.

Una vez desde la entrada, solo me quedaba explorar el castillo, y descubrir su pasado.

Una increíble recepción en la torre del trono, magnificas banderas bordadas en hilo de oro, tesoros resguardados alguna vez por un dragón, dejaba en evidencia por las escamas regadas en algunos lugares, pero, lo mas llamativo era aquella escalera oculta bajo el trono, un camino directo al sótano, esculpido directamente en la montaña.

Baje, y seguía bajando, varios metros recorriendo una escalera de mano solo para llegar hasta una cámara iluminada por cristales, una cueva subterránea adaptada para algo, una puerta inmensa con cadenas, custodiada por lo que suponía era un cadáver, gigante, de unos 5 a 6 metros de altura, pero aquel cuerpo, aun con vestigios de vida, daba pequeños movimientos, el temor de enfrentarle me paralizo el corazón, obligándome a una retirada táctica, cortejar a la muerte por segunda vez en el mismo lugar no era una grandiosa idea.

Antes de irme, por un momento, creí haber visto a Gar, ese desgraciado embustero, pero no era momento, debía volver con la señorita.

Entre pasos veloces, la noche llego, junto a luciérnagas llegue hasta el campamento, una noche estrellada presenciaba el bello rostro que me recibía, su mirada confundida, tan dulce, tan amable.

-Llegue, mi destino es contigo, mi guardián. - murmuro con sus pequeños labios brillantes y su tan adorable mirada, pero ya era tan tarde, tendríamos que dormir.

-Debemos descansar, partiremos mañana hasta el puerto. - Solo solté ese comentario, tan frio, tan calmado, a pesar de que mi corazón latiese fuertemente, esta era la primera vez que ocurría.

-Tengo un mapa, aun no entiendo como llegue, pero me dijeron que confiase en mi destino, entonces descansa. – Tan calmadamente lo comento, que, fue natural, como si nos conociésemos desde hace tiempo.

Con el campamento instalado, estómagos llenos, y sin preocupaciones de ataques, podía descansar, pero mi cuerpo me pedía razón, así que tuve me vi obligado a dormir con el arco en mano y el equipo lo más cerca posible.