``` [Pasado, presente y futuro, siempre te desearé.] _______ Adeline tenía un plan para obtener su libertad: Paso uno: matar al Rey. Paso dos: huir y vivir felices para siempre. ¿Sucedió eso? No. El plan de Adeline fue interrumpido groseramente por un extraño misterioso, pero atractivo, que le robó su arma a medianoche. Elías Luxton era un Rey despiadado notorio por sus atrocidades sin misericordia. Era el monstruo que se escondía en las sombras. Adeline Rose era una Princesa destronada con un pasado oscuro. Tras el asesinato de sus padres y un usurpador robándole su trono, huye al Imperio de Wraith y se encuentra inesperadamente con Elías. Elías afirmaba conocerla. Pero ella no lo recordaba. Y Adeline no quería tener nada que ver con él. ¿El problema? Adeline debía matarlo, pero él quiere casarse con ella. ¿Podrá escapar de las garras de este Rey desvergonzado? ¿O tendrá que enfrentar sola los demonios de su pasado? _______ [ADVERTENCIA: HAY CONTENIDO ADULTO EN ESTA HISTORIA] Extracto: —Ahora, quítatelo. Ella parpadeó hacia él, asombrada por sus palabras. —¿Qué? —susurró, preguntándose si sus oídos la habían traicionado. —Mi camisa —dijo él, contemplándola con una mirada ardiente. —¿Pero por qué? —preguntó ella. —Para que la próxima vez que me la ponga, tenga recuerdos de poseerte. _______ Editores: okatuvslife & Skale93 Este libro se encuentra exclusivamente en webnovel.com. Por favor, no lo publiques en ningún otro lugar. ```
Las niñeras y las nodrizas fueron contratadas para los bebés cuyo padre aún no había dirigido ni una mirada en su dirección. Los géneros se mantuvieron en secreto y solo las dos niñeras y las dos nodrizas lo sabían.
Los infantes eran alimentados y cuidados hasta la saciedad, pero nunca dejaban de llorar. Todo el día, el castillo se llenaba con sus lágrimas y gritos. La única vez que paraban era para dormir y beber su leche.
El Rey prohibió estrictamente el contacto piel con piel. Una vez que una nodriza extraía su leche, se colocaba en una botella para alimentar a los recién nacidos. Después, eran colocados en sus cunas y entretenidos.
—Ay, queridos, está bien, pequeñitos —dijo una de las niñeras suavemente, meciendo a los bebés en sus brazos mientras seguían forcejeando y sollozando hasta quedar roncos. Luego bebían su leche, se les hacía eructar y se les acostaba a dormir.
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