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Tras haberse arrodillado en el patio de la Familia Lin por tanto tiempo, sus rodillas le dolían muchísimo. Al ver una larga losa de piedra en el patio, llamó a Liu Qingshui para sentarse con él.
—Qingshui, ven a sentarte con papá allá un rato. Cuando tu mamá termine de ordenar, podemos irnos a dormir —dijo él.
Al ver esto, Liu Rumei respiró hondo.
—Cómo habían caído los poderosos. Su esposo, que antes le hablaba suavemente, sin atreverse a decir una palabra dura, ahora le daba órdenes.
Y la parte más irritante era que no podía decir que no, de lo contrario realmente no tendrían un lugar donde vivir.
—Yushui, ven a ayudar a mamá a ordenar.
Ella dirigió su mirada hacia su hija, con la intención de llamarla para que ayudara.
—Mamá, estoy embarazada, ¿cómo voy a hacer un trabajo tan pesado? —Liu Yushui se negó tan pronto como escuchó sus palabras.
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