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002

El olor rancio y el olor a tierra húmeda llegó a sus fosas nasales, aquello le pareció conocido y por ello se acomodó en donde estaba. Pero luego un pensamiento invadió su mente, ¿por qué ese olor le parecía conocido? Por ello se levantó de golpe, notando que estaba en una cama improvisada hecha por musgos y más plantas. Un gélido frío recorrió su cuerpo desnudo mientras trataba de comprender las cosas a su alrededor, hasta que encuentra a aquella bestia, aquella que no era ni bestia ni hombre, aquello que podría ser hasta ella misma, pero por alguna razón no lo hacia.

—Veo que ya despertaste—dijo aquello acercándose a ella y tomando la apariencia semi humana.

Lo primero que cayó encima de ella fue su largo cabello negro que no cambiaba con nada a pesar de las diferentes formas que tenía como propias.

Podía sentir el olor a madera vieja y mojada emanar de él. Hacia tiempo que no lo sentía, no lo odiaba pero tampoco le agradaba y más si tenían que intimar muchas veces debido a la maldición que su hermana había puesto en ella. Aunque no era su intención tener amantes que solo existían para satisfacerla.

—Te he extrañado tanto...

—Voy a asesinarte.

—¿Por eso llevas tantas baratijas?

Marc ya estaba cansada de las veces en las que la hacia sentir menos, pero admiraba su terquedad.

—Entonces dime cómo remover la maldición.

Aquella cosa se quedó callada, pero sus ojos atentos y fríos aún se fijaban em ella. Eran peculiares. Los ojos de un macho cabrío de color dorado resplandeciente y que el algunos caso se teñía de un escarlata.

—Sé que la última vez lo prometí. Sí hay una forma de escapar parcialmente.

—¿Y cual es?

—Por medio de un contrato. Como si fuese de un elemental con el que estas tratando.

—Ya veo. ¿Hay algo más?

—Aunque hagas eso la maldición seguirá pero en menor medida.

—Al menos es algo. ¿Hacemos el trato ahora?

—Bien...

Aquella cosa semi humana se acerca a su cuello para lamerlo lentamente mientras bajaba su mano hasta la entrada de su vagina, metiendo dos de sus dedos dentro de las paredes húmedas de la joven, quien tuvo un pequeño escalofrío, la cosa procedió a besarla hundiendo su lengua en lo profundo de su boca sin importar si respirara o no. Apenas estaba empezando una de las miles de rondas más, por lo que Mikain andaba tan impaciente y excitado, aún más que antes. Pero extrañamente estaba siendo más amable que las veces anteriores. Cabe resaltar que en horas en las que estaba inconsciente, era obvio que se había aprovechado de ella.

Marc por su parte, estaba acostumbrada a ello, y quizás en algún momento le gustaba tener relaciones sexuales con aquel monstruo, sin embargo, el peso de su conciencia luego del acto la dejaba con una depresión que se ponía peor conforme pasaba el tiempo. Por su parte, Mikain se había encariñado con ella, era como la persona especial que nunca tuvo, Marc lo sabía y por eso siempre le pedía que buscara una forma de salir de esta maldición, pero no tenía idea de que podría hacer un trato con él.

—Espera, ¿Qué me darás en el trato y cual es el costo?

—El costo es el mismo de la maldición, simplemente que la única que obtendrá beneficios eres tú.

—¿Por qué?

—Tendrás el control de seres férricos y seres elementales. Soy parte de ellos, solo que mi elemento es la oscuridad.

—Ya veo...

—¿Te arrepientes?

—No. Me gusta el trato... Solo, quiero hacer una petición. Por favor no uses más tu forma real cuando tengamos relaciones, me da pesadillas.

—¿Quieres que mantenga la forma semi humana?

—Sí.

—Bien, entonces ¿firmamos el contrato?

Mikain toma las manos de la joven y entrelaza sus garras con sus dedos, puso su frente en el pecho de ella a la vez que una luz dorada resplandecía en sus muñecas, haciendo un grabado antiguo y sofisticado en sus pieles.

—Eso...

—Sí. Es nuestro sello. No te preocupes, los únicos que podemos ver esto somos nosotros.

—Gracias, Mika.

—Gracias a ti, por soportar toda esta maldición y no odiarme.

—Odio a la persona que te envío. No te odio a ti. Además, la primera vez que estuvimos juntos fuiste muy amable. Así que te ganaste mi confianza.

Mikain sonrió amablemente a pesar de mostrar los colmillos, acercándose a la joven le da un suave beso en sus labios y luego la acomoda debajo de él.

Pasaron varios días en los que ambos derrochan pasión dentro de aquellas par3ses de piedra, mientras que en las horas libres Mikain era interrogado por una astuta muchacha maldita que cada vez que movía sus labios para llamarlo, su corazón negro y frío lograba dar un latido fuerte, estremeciéndose ante una joven que quizás lo siga odiando. Recordó que en medio de todo el derroche de pasión y placer también había algo de lo que Marc se tenía que enfrentar. Aunque Mikain hacía todo lo posible para que ella no sufriera, una parte de él mismo no tenía compasión con ella, era lo malo de estar fragmentado. No tenía el control sobre sí mismo.

—Veo que te quedaste callado—dijo ella volviendo a atar sus largos cabellos platinados bajo la poca luz de la hoguera.

—Lo lamento. Solo estaba pensando en algo—dijo él acercándose a ella para terminar de trenzar sus cabellos.

—Ya es tiempo de la otra parte, ¿no?—ella estaba tensa.

—Si... Lo lamento mucho... No quisiera que esto fuese así.

—No te preocupes. Sé que no es tu culpa, de ninguno de los dos. Pero a veces duele... Aún así sabes que no me rindo.

—Ellie...—la llamaba así por el nombre completo de la joven.

Solo él podía llamarla así. Pero su tiempo ya había acabado. El reloj mágico se había roto y el demoníaco había empezado a andar sin detenerse. Con ello el silencio llegó y la ilusión de la cueva y la hoguera se disipó. Ahora estaba en el bosque, oscuro y amenazante, completamente desnuda e indefensa. Pero, esta vez obtuvo la ayuda de aquel ser elemental condenado a estar con ella, le había dejado una daga preciosa y su guadaña. «Gracias, querido» dijo ella alegremente antes de ser interrumpida por un sonido de ramas rompiéndose. Se apresuró a ir en dirección opuesta al ruido mucho antes de ser comida de ese abominable monstruo. No supo en qué momento se detuvo a descansar o si es que se había caído y golpeado la cabeza.

En aquel mundo, tener un poder divino era casi considerado como una maldición, atada de la misma manera por las fuerzas más bizarras del cosmos. Los dioses no eran buenos, eso todos lo sabían, pero si no se les adoraba, entonces sus bendiciones eran maldiciones. Los que poseían las gracias de los dioses debían sacrificar algo muy preciado, algo que era la fuente vital de su vida, el que causaba el impulso humano de ser mejor cada día. Y los sacrificios, eran marcados y devorados por este dios, pero lo que no se sabía era que algunos sacrificios eran tomados por los subordinados del mismísimo dios. Garantizando un poder por encima de la media, uno que todos envidiarían y que no se atrevían a cuestionar. Debido a que era una falta moral hacer ese tipo de sacrificios y siendo completamente egoístas, era ilegal y prohibido.

Entonces, ¿Cuántas malas profecías se debieron haber cumplido en nombre de al absoluta casualidad? ¿Cuántos cuerpos de inocentes fueron marcados a Costa de un poder incomprensible?

—...ette...

¿Por qué debía ser ella la marcada por tales idiotas?

¿Tan pronto acabaría su vida?

—¡Marclariette!

—¡¿Qué?!

Mira a su alrededor bastante preocupada y curiosa por saber quién carajos la había despertado prácticamente a gritos.

—Ugh...

—¿Todavía te sientes mal? ¿Es por el sangrado? He oído que una bolsa de tela con algunas hierbas puede ayudar a aliviar el dolor en el vientre. Pero no es como si fuese la gran cosa...—¿Quién era la persona frente a ella? Sus cabellos largos mucho más allá de la cintura era algo atrapante y curioso, pero la apariencia corpulenta y casi fuera de lugar comparado con lo suave que parecía su cabello, era algo que la ponía inquieta, ¿y si quería hacerle daño?—Parece que todavía estas mal... ¿Deberíamos ir a otro lugar para que descanses?

El hombre se levantó empezando a acercarse a ella. Fue cuando lo reconoció. Aquel hombre trigueño de apariencia y trato tosco más horrible e irrespetuoso que ha conocido en su vida.

—Gael...

—Hola de nuevo, princesa caprichosa.

—Tú.. ¿Qué haces aquí?

—Bueno, tu compañero no dejaba de culparme por tratarte mal y dijo algo curioso... "Cuando la luna esté roja y el bosque esté hechizado, ella volverá a caer en las garras de la bestia". Aunque no soy de profecías, parecía ser algo grave. Liebestraum estuvo dos días en cama y enfermó debido a la preocupación por ti.

—No debió enviar a nadie...

—Dejando eso de lado, creo que es hora de volver.

—¿Por qué tu apariencia cambió drásticamente?

—También tengo un sello. Y cuando estoy más cerca de lugares llenos de maná o esencia, mi cuerpo vuelve a la apariencia del... Creo que no deberías saberlo. No importa. Ya estás mejor y es hora de volver.

—No puedo volver todavía.

—¿Por qué eres tan terca?

—Si vuelvo ahora, la villa será invadida y personas morirán por mi culpa.

Los ojos negros de Gael ahora eran teñidos con un carmesí brillante e hipnotizante. Con aquellas pupilas verticales, como un gato o un...

—Rey demonio...—dijo ella levantándose y dejando caer aquellas prendas de ropa que la cubrían del frío—pero... ¿Cómo puedes ser dos personas a la vez?

—Solamente soy una sola persona. Este cambio es a causa de mi sello. Como he dicho antes. No es la gran cosa. Aunque hay ventajas cuando los lugares de esencia son altos. Hay criaturas que me ayudan a combatir a los apóstoles.

—¿Apóstoles?

—¿Recuerdas las cosas con las que pelee antes de que te desmayaras? ¿Y las que acabaste tu sola? A esos se les llaman apóstoles. Pero muy pocos los llaman así.

—Ya veo. Tu destino es ser devorado por esos...

—¿Quién dijo que así sería? No pretendo ser devorado por ellos, así que dejaré hasta la última parte de mi para seguir con vida, aunque me tenga que arrastrar...

Era un hombre demasiado complicado. Pero era cierto que sus ganas de vivir eran más fuertes de lo que parecía. Se aferraba a su vida y se negaba a morir en el campo de batalla. Era un instinto natural para él.

—Entonces... Tú sello te llevó a ser nombrado el nuevo rey demonio, ¿no es así?

—Así es—volvió a sentarla sobre la tela y la tapó muy bien, luego le dio de beber un té dulce.

—¿Por qué me lo dices ahora? Fuiste grosero cuando intenté saberlo...

Gael removió su camisa y sacó un colgante de cuero que tenía un anillo de casado, de hecho era la pareja, ambos anillos relucieron con la luz tenue del fuego de la fogata. No necesitó decir mucho más. Marc supo que la familia entera de Gael debió ser condenada, por ello se había ganado su sello.

—¿Desde cuando?

—Diez años atrás. Supongo que fue por enamorarme de una joven noble mientras disfrutaba de las mieles del título de caballero...—notó una duda en el rostro de Marc—el que me entregó... Consiguió ser ascendido de jefe de los mercenarios a pasar a poseer un título de noble y a estar comprometido con la princesa del reino vecino. Ya debes imaginar aquella clase de poder...

—Si...

Ambos mantuvieron el silencio mientras dejaban que el crepitar del fuego era lo único que los mantenía concentrados.

—No es por nada... Pero se te ve mejor el cabello largo... Me gusta esa apariencia...

Dijo Marc sin dejar que viera su rostro ya que si lo hacía moriría de vergüenza.

—Pfft-... Debo decir que la gente suele tener confianza con esta apariencia. Mi yo original da un poco de miedo. No es que me importen los demás, pero es fácil saberlo.

—¿Por qué actúas así?

—Quién sabe...

La verdad era que no deseaba hablar de ello. Por lo que se acomoda tranquilamente antes de sentir cómo le arrebata la espada, esa pesada pesada arma de hierro que más parecía ser un simple pedazo de metal inservible, ella lo sostuvo como si nada, al menos por un momento, ya que dejó caer la punta en el suelo a la vez que sus prendas de ropa parecían desgarrar se de la nada y sus ojos demostraban el más puro miedo causado por algo que no entendía.

—¿Qué sucede?

Ella no respondía. Sólo miraba de un lado al otro mientras su pecho desnudo subía y bajaba debido a lo alterada que estaba su respiración.

Realmente estaba aterrada.

—¡¡Sal de una maldita vez y acaba conmigo!! ¡¡Deja de torturarme!! ¡¿Acaso no quieres poseerme?! ¡¿No quieres forzarme a estar contigo?! ¡¡Hazlo ya!!

—¡¡Marc!!

Ella se sobresalta y agarra el mango de la espada con fuerza, lo levanta y rápidamente estampa aquella cosa pesada en la piel de aquello que se escondía en la oscuridad, por el filo de la espada se deslizaba la sangre de aquello, un líquido más que rojo, era como rojo vino, más esposo de lo normal. Había logrado detenerlo de una vez, pero no duraría para siempre. El sonido de una criatura se hizo presente, rugía como si estuviera adolorida, Marc lejos de rendirse, afirma sus piernas en la tierra y toma impulso para penetrar aún más la piel de aquello logrando hacerlo con muchísima suerte, cuando cae un pedazo de piel en el suelo y aquello simplemente sale corriendo hacia lo profundo del bosque.

—Marc...

Arrastra la pesada arma hasta donde había caído aquel pedazo de carne para asegurarse que de verdad era de aquello, y lo que descubre era gratificante, le había arrancado un brazo.

—Nada mal...

—¿Qué te sucede?

Ella se quedó en silencio y luego abrió levemente los labios. Lista para decir la verdad.

—Liebestraum era uno de mis pretendientes. Uno de los candidatos que iba a tomar mi mano, era hijo de un duque y el tercero más apto para tomar el puesto de emperador. Obviamente los dos primeros eran mis hermanos mayores, Laurent y Levent. Levent era el mayor de los tres, pero se involucró en la guerra y después en los negocios del mercado negro, como no teníamos a ninguno de nuestros padres, mi tío le quitó el derecho de tomar el trono. En cambio, mi hermano Laurent siempre fue un buen príncipe heredero, con el apoyo incondicional de mi tío incluso fue nombrado caballero, y mi tía se quedó a mi lado para criarme y hacer de mi una gran señorita... Hasta que llegó ella... No recuerdo su cara, porque siempre me obligaba a mantener la cabeza hacia abajo, nadie podría verla, ella era de la misma edad que yo, decían que era mi hermana perdida, pero yo no lo sentía así. Cuando crecimos se encargo de dañar mi reputación por lo que mi vida se volvió difícil, Liebestraum era el único que se mantuvo en el puesto de prometido y siempre fue sincero conmigo. Pero ella destruyó a su familia y a su reputación por culpa de los celos. Siempre quiso a Liebestraum...—pudo escuchar cómo sollozaba mientras contaba con voz quebrada todo lo que había pasado—y en el baile para presentarnos a la gente del reino, como bellas señoritas, fue la primera vez que me mató. Volví a la vida gracias a mi tía y a su bendición de los dioses. Pero eso solo enfureció a... ¿Ves que no puedo recordar su nombre? Todo es su culpa... Ella ideó un plan para quebrar a la familia, mató a nuestro tío, envenenó a mi tía, mandó a Levent a los barrios bajos e incluso degrado a Laurent a un puesto de duque y lo mando a luchar al frente en la batalla de los reinos. A pesar de ello, parecía que no era suficiente e hizo un sacrificio. De ese sacrificio... Obtuvo mucho más poder del que tenía el anterior emperador y ella tomó su puesto. Usurpó el trono e hizo que una bestia me mancillara...

Marc se gira hacia Gael mientras que el color original de su cabello lo teñía, sus cabellos rojizos, esos eran difíciles de no reconocer.

—Perdón por ser una princesa inútil. Quizás si hubiera detenido a aquella persona... No tendrías que haber sido víctima de todo lo que te pasó...

Marclariette Juvellian Rayniellie Reinhardt Macksothoth Akerman Lunarhia, la princesa original de los siete reinos y legítima heredera al trono después de sus hermanos, desde pequeña siempre fue un prodigio en diferentes artes, era noble, sencilla y fácil de querer, siempre ponía a él pueblo primero y era un ejemplo de santa. Si tan sólo hubiera tenido una buena hermana, quizás no se hubiera convertido en una marginada y no fuese acusada de bruja.

—Lo lamento mucho... —dijo antes de caer muerta del cansancio.

No dejó que tocara el suelo, por ello se movió rápido, de nuevo estaba ardiendo en fiebre, a pesar de que el color original de su cabello se reveló hace unos instantes, de nuevo se volvió tan blanco como la nieve. La acostó con cuidado en el pasto encima de la tela que anteriormente le puso para que se calentara, saca un paño húmedo para ponerle de nuevo sobre su frente. Luego vio hacia el pedazo de carne que le sacó a aquella cosa, era una bestia ancestral, uno de los primeros apóstoles, para que ella fuese sucumbida en aquellas garras infernales debió haber sido un gran sacrificio. ¿La castidad de una dama por el poder de una emperatriz? No tenía el más mínimo sentido. Debía de haber algo más.

—Si quieres ir, ve. Yo me quedaré con ella.

No había escuchado los pasos de Liebestraum, pero allí estaba él como lo había prometido hacía unos días atrás. Pero tenía aquella mirada de pesar y dolor profundo.

—Entonces encargarte de ella. Cada vez que se levanta dale té dulce y mantén la bolsa de hierbas caliente para su dolor en el vientre.

—... No pensé que fueses tan considerado con alguien, en especial con una mujer noble...

—Quizás... Pero ella no es como las demás a pesar de ser una chica normal. Tiene sus encantos.

—Así es Ray...

—Ray... Bien, entonces me encargaré del que la atormenta.

—Que noble eres.

—¿Qué dices? Es solo diversión por matar a esas horribles cosas—y su expresión aterradora de locura, diversión, dolor, venganza y placer de nuevo se hizo presente.

—Entonces vete.

—Nos vemos cuando termine. Cuídala hasta entonces.