—Querida, te ayudé a difundir la noticia. ¡Ahora todos en la Provincia de Cinco Ríos saben que los Leopold están como perros bajo tu pulgar! —Ives Abbott balanceó su celular en su mano, su rostro rebosante de emoción.
Al final era solo una niña, profundamente intrigada por este tipo de cosas.
A eso súmale la gran riqueza e influencia de la Familia Abbott, que había fomentado su naturaleza temeraria sin importarle las consecuencias.
Un asunto como el de hoy estaba destinado a causar sensación en la Provincia de Cinco Ríos.
Pero Ives Abbott no lo veía de esa manera.
Mientras pudiera avergonzar a Atlas Leopold, quería que todo el mundo lo supiera.
Si alguien se lo perdía, en realidad sentiría un pinchazo de arrepentimiento.
—Tú... —Julio Reed estaba verdaderamente sin palabras.
Hoy, había golpeado a Atlas Leopold. Si no se hubiera transmitido, la Familia Leopold podría haber manejado el asunto más discretamente.
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