Sara dormía cómoda y abrigada en aquella cama caliente rodeada de los brazos de su amado Nick. Sus caricias y su aroma en verdad le embriagaba los sentidos.
Su bebe también dormía en paz y felíz, ya que sus padres al fin volvían a estar juntos y tranquilos. Nick no se cansaba de acariciar cada sector del delicioso cuerpo de su amada Sara nirándola dormir.
Pero la pelinegra no podía dormirse profundamente, debido al continuo roce de su amado dorado, quien se había vuelto en extremo insaciable.
Nick aprovechaba que Sara dormía para deleitarse acariciándola con excesiva suavidad, pasaba sus manos por sus caderas, su entrepierna, jugaba con su vello púbico a placer sin dejar de besarla por cada rincón de su tan apetitoso cuerpo.
Sara se movía sintiéndose incómoda, pero sin despertar ya que el estress y la angustia la tuvo en vela durante varios días con sus respectivas noches.
- Te amo Sara, mi gran amor - le susurraba tras colocarse sobre de su cuerpo sin dejar de acariciarla un segundo.
-Nick ya basta mi vida - dijo Sara sin abrir los ojos, pero moviendose con nerviosismo intenso - Dejame descansar por favor. Lo necesito.
- Así descansarás mucho mejor Sara, en mis ardientes brazos siendo amada por mí. Duerme amada mía, yo velaré tus sueños cuidándote tal como te lo prometí.
Sara recién abrió los ojos y miró a su esposo algo molesta. En verdad necesitaba descansar y relajarse, pero su dorado amor no se lo permitía. Respiraba entrecortado al sentir cómo Nick le abría las piernas para envolverse la cintura con ellas y así empezar a embestirla otra vez.
Sin más remedio, Sara lo rodeó con sus brazos sintiéndo las embestidas de su insaciable amor. El rubio se sentía completo junto a ella, completamente feliz y en extremo necesitado.
Sara tenía dos opciones, tomar sus cosas e irse sola que en ésta ocasión sería por voluntad propia. O quedarse y soportar la insaciabilidad de su dorado amor, quien ni siquiera le permitía dormir tranquila.
Nick se durmió sujetándola entre sus brazos impidiéndole irse de su lado, aunque Sara así lo desease.
Aún en dormido el rubio acariciaba el cuerpo de Sara, quien se movía incómoda aunque se durmió al poco tiempo.
Pero al cabo de una hora Nick volvía acariciarle la entrepierna y su vagina despertándola enloquecida del deseo.
Así pasó toda la noche con esos jueguito sexuales. Cuando el amanecer comenzó a nacer, recién Nick le permitió a Sara dormir sin tocarla.
Mientras la vía descansar, sonreía pensando que esa oscura belleza solo respiraba para hacerlo feliz a él y a nadie más.
Nick dejó la cama un momento, para acercarse a la chimenea y encender un cigarrillo, mientras observaba las llamas de la chimenea arder.
Sabía que durante esa noche no le permitió a Sara descansar como ella tanto lo necesitaba, aprovechándose de su intensa necesidad. Pero es que en verdad anhelaba disfrutarla a pleno.
Ahora la compensaría dejándo que Sara se relaje y descanse. Tendrá que empezar a trabajar en su maldito carácter para no volver a lastimarla, y no alejarse de ella, su hermosa esposa.
Tantas cosas que pensar lo llevaron a fumar dos cigarrillos. El frío empezaba a envolverlo, por lo tanto regresó a la cama, más en concrero a los brazos de su amada oscura quien dormía en paz.
Cuando volvió a dormirse supo que empezaba a amanecer. La nieve era en extremo fría esa madrugada de invierno. No la soltaría hasta estar seguro de que no volvería a perderla ni siquiera por su propia estupidez al correrla.
- Te amo Sara, te amo intensamente mi amor. Ahora sí, descansa tranquila.
Sara estaba en el mundo de los sueños, por lo tanto no lo escuchó. Solo sentía su maravilloso amor y magnífica compañía.
Nick colocó su mano derecha sobre el vientre de su amada sintiendo a su hermoso bebe moverse.