Jayra tragó saliva mientras asentía débilmente, su corazón se rendía completamente a los caprichos de su pareja mientras se encontraba indefensa ante él. Bueno, realmente no lo estaba, pero no lograba encontrar en sí misma siquiera la lucha para resistirse, y mucho menos para detenerlo de seguir provocándole un orgasmo tras otro que le derretían la mente.
Simplemente no había nada que pudiera detenerlo. Dudaba si incluso el Rey Darío mismo le ordenase detenerse, lo hiciera. No… Probablemente no lo haría.
—¡A-AHHH! —Una vez más, Jayra solo podía gritar mientras otro orgasmo sacudía su cuerpo. Y aún así, Bartos continuaba, su incansable resistencia lo convertía en una máquina de follar implacable que solo tenía una cosa en la mente, y era hacerle el amor tanto que ella ni siquiera pudiese levantarse.
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