Lerna estaba embobada con todo aquello. Tenía mariposas en el estómago por la forma en que Rigel la miraba y al mismo tiempo se sentía emocionada por el ambiente festivo que la rodeaba. Su corazón latía muy rápido cada vez que Rigel la miraba. Él la había ayudado a montar el caballo cuando estaban fuera de Hydra y cuando lo hizo, no se habría sorprendido si se desmayara. Todavía no podía creer que todo fuera real. Antes de que empezaran, la llevó hacia los árboles cercanos. —Sé que todo es nuevo para ti —dijo él—. Las cosas van a ser muy diferentes de ahora en adelante. Pero si has depositado tanta confianza en mí que has venido conmigo hasta aquí, prometo que nunca romperé tu confianza.
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