Había niebla detrás de ella.
—Tania... —algo siseó con una voz gutural. Ella retrocedió un poco, asustada. La niebla a su alrededor se espesó tanto que no pudo ver a Eltanin.
—Tania...
La voz se acercaba y aunque no podía discernir si su corazón latía rápido o no, Tania sabía que había algo detrás de ella, detrás de la niebla.
Sus labios se entreabrieron. —¿Quién está ahí? —su voz sonó amortiguada.
No había nada hasta que
La niebla se disipó alrededor de algo y luego giró hasta crear una forma frente a ella. Era un espíritu de dragón. Enorme. Sin un cuerpo perceptible. Había ilusiones de sus púas, un hocico y cuerpo enroscado—todo apareciendo y desapareciendo tras la niebla. Medio enroscado alrededor del árbol y medio en el suelo frente a ella.
La piel de Tania se erizó y quedó paralizada en el sitio. No podía ver a Eltanin. Quería llamarlo, llegar hasta él, pero se sentía como hipnotizada. Su cuerpo estaba cautivado por alguna forma de magia antigua.
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