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—Los ojos de Tania se abrieron de par en par por la sorpresa al mirar de Izo a Nerina y de vuelta. Había escuchado que los reyes tenían muchas mujeres o incluso mantenían harenes, pero odiaba la idea de que alguien tocara a su compañero.
—Los labios de Nerina se curvaron en una sonrisa burlona cuando su mirada se encontró con la de Tania. Simplemente asintió con la cabeza, cogió el vino tinto y le dio un sorbo, como si la desafiara con la decisión de Izo.
—Padre —interrumpió Taiyi, cortando el aire espeso con sus suaves palabras—. Tania y Eltanin acaban de llegar. ¿Podemos tener esta conversación en otro momento?
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